El Papa: «Los pobres son sacramento de Cristo»

Papa pobres
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El Vaticano ha hecho público hoy el mensaje del Papa Francisco por la V Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el domingo 14 de noviembre de 2021.

El rostro de Dios que Él revela, dice el Papa, “es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres”. “Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino un signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir”, afirma el Pontífice.

“No me canso de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino”, señala.

“Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre”, añade el Santo Padre.

“Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte”, indica Francisco. “Sus palabras «a los pobres los tienen siempre con ustedes» también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones”, explica.

El Papa dice que se sabe que una obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, “mientras que el compartir genera fraternidad”. “La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia”, añade.

“En definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él”, asegura el Pontífice.

El Evangelio de Cristo “impulsa a estar especialmente atentos a los pobres y pide reconocer las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza”.

“Parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas”, advierte.

“El año pasado, además, se añadió otra plaga que produjo ulteriormente más pobres: la pandemia. Esta sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es de todas maneras portadora de pobreza”, señala Su Santidad.

Los pobres “han aumentado desproporcionadamente y, por desgracia, seguirán aumentando en los próximos meses”, alerta.

“¿Cómo es posible dar una solución tangible a los millones de pobres que a menudo sólo encuentran indiferencia, o incluso fastidio, como respuesta? ¿Qué camino de justicia es necesario recorrer para que se superen las desigualdades sociales y se restablezca la dignidad humana, tantas veces pisoteada?”, se pregunta el Santo Padre.

“Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición”, dice. “Sin embargo, la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo”, por lo que “es decisivo dar vida a procesos de desarrollo en los que se valoren las capacidades de todos, para que la complementariedad de las competencias y la diversidad de las funciones den lugar a un recurso común de participación”.

“Hay muchas pobrezas de los “ricos” que podrían ser curadas por la riqueza de los “pobres”, ¡si sólo se encontraran y se conocieran! Ninguno es tan pobre que no pueda dar algo de sí mismo en la reciprocidad. Los pobres no pueden ser sólo los que reciben; hay que ponerlos en condiciones de poder dar, porque saben bien cómo corresponder. ¡Cuántos ejemplos de compartir están ante nuestros ojos! Los pobres nos enseñan a menudo la solidaridad y el compartir. Es cierto, son personas a las que les falta algo, frecuentemente les falta mucho e incluso lo necesario, pero no les falta todo, porque conservan la dignidad de hijos de Dios que nada ni nadie les puede quitar”, asegura.

Les ofrecemos el mensaje del Papa, publicado en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

V JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

14 de noviembre de 2021

«A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7)

  1. «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7). Jesús pronunció estas palabras en el contexto de una comida en Betania, en casa de un tal Simón, llamado “el leproso”, unos días antes de la Pascua. Según narra el evangelista, una mujer entró con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Ese gesto suscitó gran asombro y dio lugar a dos interpretaciones diversas.

La primera fue la indignación de algunos de los presentes, entre ellos los discípulos que, considerando el valor del perfume —unos 300 denarios, equivalentes al salario anual de un obrero— pensaron que habría sido mejor venderlo y dar lo recaudado a los pobres. Según el Evangelio de Juan, fue Judas quien se hizo intérprete de esta opinión: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para darlos a los pobres?». Y el evangelista señala: «Esto no lo dijo porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía la bolsa del dinero en común, robaba de lo que echaban en ella» (12,5-6). No es casualidad que esta dura crítica salga de la boca del traidor, es la prueba de que quienes no reconocen a los pobres traicionan la enseñanza de Jesús y no pueden ser sus discípulos. A este respecto, recordamos las contundentes palabras de Orígenes: «Judas parecía preocuparse por los pobres […]. Si ahora todavía hay alguien que tiene la bolsa de la Iglesia y habla a favor de los pobres como Judas, pero luego toma lo que ponen dentro, entonces, que tenga su parte junto a Judas» (Comentario al Evangelio de Mateo, XI, 9).

La segunda interpretación la dio el propio Jesús y permite captar el sentido profundo del gesto realizado por la mujer. Él dijo: «¡Déjenla! ¿Por qué la molestan? Ha hecho una obra buena conmigo» (Mc 14,6). Jesús sabía que su muerte estaba cercana y vio en ese gesto la anticipación de la unción de su cuerpo sin vida antes de ser depuesto en el sepulcro. Esta visión va más allá de cualquier expectativa de los comensales. Jesús les recuerda que el primer pobre es Él, el más pobre entre los pobres, porque los representa a todos. Y es también en nombre de los pobres, de las personas solas, marginadas y discriminadas, que el Hijo de Dios aceptó el gesto de aquella mujer. Ella, con su sensibilidad femenina, demostró ser la única que comprendió el estado de ánimo del Señor. Esta mujer anónima, destinada quizá por esto a representar a todo el universo femenino que a lo largo de los siglos no tendrá voz y sufrirá violencia, inauguró la significativa presencia de las mujeres que participan en el momento culminante de la vida de Cristo: su crucifixión, muerte y sepultura, y su aparición como Resucitado. Las mujeres, tan a menudo discriminadas y mantenidas al margen de los puestos de responsabilidad, en las páginas de los Evangelios son, en cambio, protagonistas en la historia de la revelación. Y es elocuente la expresión final de Jesús, que asoció a esta mujer a la gran misión evangelizadora: «Les aseguro que, para honrar su memoria, en cualquier parte del mundo donde se proclame la Buena Noticia se contará lo que ella acaba de hacer conmigo» (Mc 14,9).

  1. Esta fuerte “empatía” entre Jesús y la mujer, y el modo en que Él interpretó su unción, en contraste con la visión escandalizada de Judas y de los otros, abre un camino fecundo de reflexión sobre el vínculo inseparable que hay entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio.

El rostro de Dios que Él revela, de hecho, es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino un signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir. No me canso de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino (cf. Mt 5,3).

Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre. «Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en el otro “considerándolo como uno consigo”. Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198-199).

  1. Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte. Esta es una importante lección también para sus discípulos de todos los tiempos. Sus palabras «a los pobres los tienen siempre con ustedes» también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones. Los pobres no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social. Por otra parte, se sabe que una obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, mientras que el compartir genera fraternidad. La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia. En definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él.

Tenemos muchos ejemplos de santos y santas que han hecho del compartir con los pobres su proyecto de vida. Pienso, entre otros, en el padre Damián de Veuster, santo apóstol de los leprosos. Con gran generosidad respondió a la llamada de ir a la isla de Molokai, convertida en un gueto accesible sólo a los leprosos, para vivir y morir con ellos. Puso manos a la obra e hizo todo lo posible para que la vida de esos pobres, enfermos y marginados, reducidos a la extrema degradación, fuera digna de ser vivida. Se hizo médico y enfermero, sin reparar en los riesgos que corría, y llevó la luz del amor a esa “colonia de muerte”, como era llamada la isla. La lepra lo afectó también a él, signo de un compartir total con los hermanos y hermanas por los que había dado la vida. Su testimonio es muy actual en nuestros días, marcados por la pandemia de coronavirus. La gracia de Dios actúa ciertamente en el corazón de muchos que, sin aparecer, se gastan por los más pobres en un concreto compartir.

  1. Necesitamos, pues, adherirnos con plena convicción a la invitación del Señor: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia» (Mc 1,15). Esta conversión consiste, en primer lugar, en abrir nuestro corazón para reconocer las múltiples expresiones de la pobreza y en manifestar el Reino de Dios mediante un estilo de vida coherente con la fe que profesamos. A menudo los pobres son considerados como personas separadas, como una categoría que requiere un particular servicio caritativo. Seguir a Jesús implica, en este sentido, un cambio de mentalidad, es decir, acoger el reto de compartir y participar. Convertirnos en sus discípulos implica la opción de no acumular tesoros en la tierra, que dan la ilusión de una seguridad en realidad frágil y efímera. Por el contrario, requiere la disponibilidad para liberarse de todo vínculo que impida alcanzar la verdadera felicidad y bienaventuranza, para reconocer lo que es duradero y que no puede ser destruido por nada ni por nadie (cf. Mt 6,19-20).

La enseñanza de Jesús también en este caso va a contracorriente, porque promete lo que sólo los ojos de la fe pueden ver y experimentar con absoluta certeza: «Y todo el que deje casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi causa, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna» (Mt 19,29). Si no se elige convertirse en pobres de las riquezas efímeras, del poder mundano y de la vanagloria, nunca se podrá dar la vida por amor; se vivirá una existencia fragmentaria, llena de buenos propósitos, pero ineficaz para transformar el mundo. Se trata, por tanto, de abrirse con decisión a la gracia de Cristo, que puede hacernos testigos de su caridad sin límites y devolverle credibilidad a nuestra presencia en el mundo.

  1. El Evangelio de Cristo impulsa a estar especialmente atentos a los pobres y pide reconocer las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza. Parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas. Un mercado que ignora o selecciona los principios éticos crea condiciones inhumanas que se abaten sobre las personas que ya viven en condiciones precarias. Se asiste así a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social.

El año pasado, además, se añadió otra plaga que produjo ulteriormente más pobres: la pandemia. Esta sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es de todas maneras portadora de pobreza. Los pobres han aumentado desproporcionadamente y, por desgracia, seguirán aumentando en los próximos meses. Algunos países, a causa de la pandemia, están sufriendo gravísimas consecuencias, de modo que las personas más vulnerables están privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro. Una mirada atenta exige que se encuentren las soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas. En particular, es urgente dar respuestas concretas a quienes padecen el desempleo, que golpea dramáticamente a muchos padres de familia, mujeres y jóvenes. La solidaridad social y la generosidad de la que muchas personas son capaces, gracias a Dios, unidas a proyectos de promoción humana a largo plazo, están aportando y aportarán una contribución muy importante en esta coyuntura.

  1. Sin embargo, permanece abierto el interrogante, que no es obvio en absoluto: ¿cómo es posible dar una solución tangible a los millones de pobres que a menudo sólo encuentran indiferencia, o incluso fastidio, como respuesta? ¿Qué camino de justicia es necesario recorrer para que se superen las desigualdades sociales y se restablezca la dignidad humana, tantas veces pisoteada? Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición. Sin embargo, la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo. Por lo tanto, es decisivo dar vida a procesos de desarrollo en los que se valoren las capacidades de todos, para que la complementariedad de las competencias y la diversidad de las funciones den lugar a un recurso común de participación. Hay muchas pobrezas de los “ricos” que podrían ser curadas por la riqueza de los “pobres”, ¡si sólo se encontraran y se conocieran! Ninguno es tan pobre que no pueda dar algo de sí mismo en la reciprocidad. Los pobres no pueden ser sólo los que reciben; hay que ponerlos en condiciones de poder dar, porque saben bien cómo corresponder. ¡Cuántos ejemplos de compartir están ante nuestros ojos! Los pobres nos enseñan a menudo la solidaridad y el compartir. Es cierto, son personas a las que les falta algo, frecuentemente les falta mucho e incluso lo necesario, pero no les falta todo, porque conservan la dignidad de hijos de Dios que nada ni nadie les puede quitar.
  2. Por eso se requiere un enfoque diferente de la pobreza. Es un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva. Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso. Con gran humildad deberíamos confesar que en lo referente a los pobres somos a menudo incompetentes. Se habla de ellos en abstracto, nos detenemos en las estadísticas y se piensa en provocar conmoción con algún documental. La pobreza, por el contrario, debería suscitar una planificación creativa, que permita aumentar la libertad efectiva para poder realizar la existencia con las capacidades propias de cada persona. Pensar que la libertad se concede e incrementa por la posesión de dinero es una ilusión de la que hay que alejarse. Servir eficazmente a los pobres impulsa a la acción y permite encontrar los medios más adecuados para levantar y promover a esta parte de la humanidad, demasiadas veces anónima y sin voz, pero que tiene impresa en sí el rostro del Salvador que pide ayuda.
  3. «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7). Es una invitación a no perder nunca de vista la oportunidad que se ofrece de hacer el bien. En el fondo se puede entrever el antiguo mandato bíblico: «Si hubiese un hermano pobre entre los tuyos, no seas inhumano ni le niegues tu ayuda a tu hermano el pobre. Por el contrario, tiéndele la mano y préstale lo que necesite, lo que le falte. […] Le prestarás, y no de mala gana, porque por eso el Señor, tu Dios, te bendecirá en todo lo que hagas y emprendas. Ya que no faltarán pobres en la tierra» (Dt 15.7-8.10-11). El apóstol Pablo se sitúa en la misma línea cuando exhorta a los cristianos de sus comunidades a socorrer a los pobres de la primera comunidad de Jerusalén y a hacerlo «no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama a quien da con alegría» (2 Co 9,7). No se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres.

En este contexto también es bueno recordar las palabras de san Juan Crisóstomo: «El que es generoso no debe pedir cuentas de la conducta, sino sólo mejorar la condición de pobreza y satisfacer la necesidad. El pobre sólo tiene una defensa: su pobreza y la condición de necesidad en la que se encuentra. No le pidas nada más; pero aunque fuese el hombre más malvado del mundo, si le falta el alimento necesario, librémosle del hambre. […] El hombre misericordioso es un puerto para quien está en necesidad: el puerto acoge y libera del peligro a todos los náufragos; sean ellos malvados, buenos, o sean como sean aquellos que se encuentren en peligro, el puerto los protege dentro de su bahía. Por tanto, también tú, cuando veas en tierra a un hombre que ha sufrido el naufragio de la pobreza, no juzgues, no pidas cuentas de su conducta, sino libéralo de la desgracia» (Discursos sobre el pobre Lázaro, II, 5).

  1. Es decisivo que se aumente la sensibilidad para comprender las necesidades de los pobres, en continuo cambio como lo son las condiciones de vida. De hecho, hoy en día, en las zonas económicamente más desarrolladas del mundo, se está menos dispuestos que en el pasado a enfrentarse a la pobreza. El estado de relativo bienestar al que se está acostumbrados hace más difícil aceptar sacrificios y privaciones. Se es capaz de todo, con tal de no perder lo que ha sido fruto de una conquista fácil. Así, se cae en formas de rencor, de nerviosismo espasmódico, de reivindicaciones que llevan al miedo, a la angustia y, en algunos casos, a la violencia. Este no ha de ser el criterio sobre el que se construya el futuro; sin embargo, estas también son formas de pobreza de las que no se puede apartar la mirada. Debemos estar abiertos a leer los signos de los tiempos que expresan nuevas modalidades de cómo ser evangelizadores en el mundo contemporáneo. La ayuda inmediata para satisfacer las necesidades de los pobres no debe impedirnos ser previsores a la hora de poner en práctica nuevos signos del amor y de la caridad cristiana como respuesta a las nuevas formas de pobreza que experimenta la humanidad de hoy.

Deseo que la Jornada Mundial de los Pobres, que llega a su quinta edición, arraigue cada vez más en nuestras Iglesias locales y se abra a un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí donde estén. No podemos esperar a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos nosotros a encontrarlos en sus casas, en los hospitales y en las residencias asistenciales, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida… Es importante entender cómo se sienten, qué perciben y qué deseos tienen en el corazón. Hagamos nuestras las apremiantes palabras de don Primo Mazzolari: «Quisiera pedirles que no me pregunten si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. […] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta» (“Adesso” n. 7 – 15 abril 1949). Los pobres están entre nosotros. Qué evangélico sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos pobres, porque sólo así lograremos reconocerlos realmente y hacerlos parte de nuestra vida e instrumentos de salvación.

Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2021, Memoria litúrgica de san Antonio de Padua.

Francisco

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Comentarios
63 comentarios en “El Papa: «Los pobres son sacramento de Cristo»
    1. Si dice algo nuevo por decirlo y de Drive lo que se ha dicho siempre de los pobres mal también.
      Lo vuestro es odio disfrazado de tradicionalismo

      1. No te esfuerces, no son cristianos; son los mismos fariseos que hace 2000 años hicieron crucificar al Señor. Por suerte son cuatro gatos de los que el 99% de los católicos ni saben de su existencia. El Espíritu sigue soplando y la Barca de Pedro sigue su rumbo con su sucersor, el Papa Francisco como timonel. (se aceptan insultos, pero se ruega sean originales en la medida de sus posibilidades)

        1. ¿Te molesta la libertad religiosa de los fariseos?. ¿Por qué te obsesionan tanto? Su religión consistía en eso, se lo decía su conciencia y Dios se lo puso en su naturaleza y su dignidad humana. Pide un Asís con ellos…me cachis, son de otra época. Pues entonces con la ouija.

          1. No, habría que cambiar la palabra fariseos, por la palabra fanáticos. A Cristo, lo mataron los fanáticos religiosos, y en esta página hay unos cuantos.

      2. ¿Y qué pasa con la libertad religiosa consistente en tener odio disfrazado de tradicionalismo?¿por qué te molesta?¿Qué te estará pasando, probe Migué?

        1. Osea el odio lo justifica la libertad religiosa? Creí que el odio y desprecio al hermano estaba mal ya que Cristo nos dijo que nos amemos los unos a los otros como Cristo nos amó.
          En absoluto me molesta el tradicionalismo, lo que me molesta es que se manipule para hacer determinadas acciones que provienen ya el catecismo que tan fielmente dicen seguir.
          Si eliges ese camino se consecuente y cumple con todo no con lo que te convenga.

  1. La afirmación de Francisco es contraria a la doctrina de sus predecesores. El Concilio de Trento definió que los sacramentos son siete, ni más ni menos..Está claro que los pobres NO son sacramento de Cristo.

    1. Que obsesión con Trento.. y el Evangelio para cuando? ah no, que es usted demasiado «católico» para ser cristiano. Que Dios le perdone, le «arranque ese corazón de piedra y le de un corazón de carne» como dice el profeta Ezequiel.

      1. Que obsesión con los pobres!!!

        Por eso a Francisco le gusta tanto los gobiernos de izquierda, porque multiplican los pobres.

        Cristo ya dijo que los pobres los tendremos siempre. Y con la izquierda, cada día más.

        1. Y también dijo que cuanto hiciéramos a uno de ellos también se lo hacíamos a el.
          A Cristo ahora lo encuentro en mis hermanos y en la eucaristía.
          Has probado a buscarlo en más sitios a parte de dentro del templo?

      2. Qué obsesión con los que tenemos obsesión con Trento. ¿Para cuándo vas a poner en práctica la libertad religiosa que profesas?¿cómo que el evangelio para cuando? Es para cuando se lo diga a cada uno la libertad de conciencia. ¿Cuál es el problema?

        1. La libertad religiosa no es libertinaje anarquista no manipules los conceptos por qué si sigues así un día en nombre de la libertad religiosa te puedes encontrar con cosas que no Quieres.

          1. Por ejemplo las misas rockeras, con globos y payasos, con circo, con indígenas en topless, con turiferarios en tanga, misas ecuménicas… el libertinaje del novus ordo procede de la libertad religiosa.

          2. Si no le gusta el camino de la iglesia católica puede abrazar la arraigada tradición de organización su propia secta religiosa y organizar el culto y el derecho como mejor le plazca.

    2. Los pobres materiales tienen todo el tesoro de la Iglesia para salir de la pobreza espiritual e incluso material: su enseñanza moral y religiosa, sus Sacramentos y sacramentales, sus Santos benefactores, la Oración frecuente, las obras de misericordia, etc. Tantos bienes dejados por Cristo para que todos nos alimentemos y aprovechemos en esta vida para la otra, la eterna. La Sagrada Familia fue pobre pero Dios estuvo en el principio y fin de sus vidas. La pobreza material bien llevada es fuente de santificacion. El Señor dijo que es más difícil que entre al Cielo un rico aferrado a sus riquezas. Puede haber pobres aferrados también a lo material. Por eso no se trata sólo de lo material, sino de hablarles de los bienes espirituales, de las virtudes para poder salir muchas veces de condiciones inmorales en que viven. Trabajo arduo pero posible y que no queda en un sólo compartir pan de harina, sino el Pan del Cielo que enriquece hasta al más indigente.

    3. Hay que saber interpretar las palabras.

      Lo dice claramente por analogía, de la misma manera que se suele decir que la Iglesia es sacramento de salvación. Y no es sacramento.

      De eso se da cuenta cualquiera, pero -como siempre para sacerdote mariano de Lefebvre- la cuestión es sacar defectos.

  2. ¡Qué raro! Cuántas palabras y ni una sola vez citó la palabra TRABAJO. En la Escritura dice: «El que no quiera trabajar, que no coma».
    Papa Francisco: Lo primero que tiene que fomentar es el respeto de la dignidad del ser humano por medio de su desarrollo a través del TRABAJO.

    1. ¿O sea que el pobre es pobre por flojo y por que quiere? Que lectura tan superficial de las desigualdades socioeconómicas.

  3. Solo hay siete sacramentos y no son los pobres económicos. Los pobres en espíritu sí están en las bienaventuranzas. Todo blablablá típico de la marxista teología de la liberación…

    1. «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
      Le recuerdo esto que dice Cristo en el evangelio, parece que no lo conoce.
      Los más pequeños, los más pobres, el mismo Cristo proclama que son signo de su presencia en el mundo.

    2. Si quiere, se lo digo en la Tradición de la Iglesia.
      «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez»
      Este texto, forma parte del mensaje de S. Juan Crisóstomo. (considerado uno de los grandes Padres de la Iglesia)

    3. Si quiere, se lo digo en la Tradición de la Iglesia.
      «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez»
      Este texto, forma parte del mensaje de S. Juan Crisóstomo. (considerado uno de los grandes Padres de la Iglesia)

  4. Para que sirven las riquezas de 70 ,80 ,90 años cuando voy a estar una eternidad condenado, las riquezas materiales son humo, Dios nos clave esta idea en el corazón. Por supuesto es indispensable un mínino de dignidad material, que trabajando se consigue la mayoría de las veces si Dios no tiene preparado lo contrario.

  5. Los pobres por aquí, los pobres por allá, y cuantos más pobres más gusto me da. Esto lo hemos visto ya en la política. Cuando los pobres son tan mencionados y ensalzados, es que alguien los va a usar como parapeto y excusa para cometer sus tropelías. Lo vimos en los países comunistas y con otros grupos como mujeres y el feminismo, gays y LGTB, etc…

      1. Egge, de Alcachofas no, pero sí de los Diez Mandamientos, que si fueran puestos en práctica por todos, no se necesitaría de burócratas ni de falacias redistribucionistas.

  6. Primero los obreros, luego los pobres, después las mujeres, los gays y los trans. La izquierda siempre en busca de algún colectivo para justificar la imposicio de su ideología, ya que les importa un pimiento tales colectivos.

    1. Y la derecha que hace por ellos? No veo mucha preocupación ni por parte de unos ni de los otros.
      Por otra parte los católicos tenemos la obligación de atender a estas personas pues recordar que cuanto le hagamos a uno de estos se lo hacemos a Cristo. Si tanto amamos y reverenciamos a Cristo que comulgamais de rodillas y en la boca…
      ¿ Por qué no tratáis a los pobres con el mismo Amor si el mismo Cristo así lo pidió?

      1. Porque tu reiterado afán de debatir y defender hasta la extenuación aspectos Morales y teológicos que tú muyyyyyy limitada capacidad no te permite entender???? Das pena con tus argumentos minimalistas y simplistas y seguro que en tu interior piensas lo bueno que eres y lo malos que somos los otros. Francamente, dedicate a otra cosa, las disquisiciónes no son lo tuyo.

      2. Miguel, tradicionalmente la «derecha» ha sido mucho más respetuosa con la caridad cristiana, que por sistema es despreciada y odiada por la izquierda. Porque lo que pide Cristo es eso, caridad, algo individual y voluntario, no pide redistribuciones coactivas del dinero ajeno, que es la maniobra predilecta de la izquierda. La caridad no es la redistribución del dinero ajeno en base a coacción estatal. Nada que ver.

        1. ¿Esa teoría de la justicia de donde la saca? Sin duda es propia de los libertarios.

          En un Estado de derecho social -el propio de los países occidentales de raíces cristianas- la redistribución de la riqueza por parte del Estado se realiza de manera que se «ayuda más» al que más necesita.

          El libertarismo que usted propugna sólo es defendido por los liberales más radicales. Vamos, por los fachas neoliberales que en definitiva son los nuevos Epulones.

          Y eso de cristiano tiene bien poco. Usted en Doctrina Social de la Iglesia anda bastante flojo… . La Doctrina Social se fundamenta en Cristo y su mensaje; por lo tanto, no es correcta su interpretación de los deseos de Cristo. A no ser que -de nuevo- quiera pasarse el magisterio por el forro argumentando que documentos que lo tratan no son solemnes, sino sólo opiniones.

          1. Al final va a resultar que todo el magisterio es meramente opinión, menos Trento y lo que ha usted le interesa.

          2. Y si duda de lo que le digo, vaya al COMPENDIO 
            DE LA DOCTRINA SOCIAL 
            DE LA IGLESIA publicado por el Vaticano (se puede ver en su web) y miré lo que dice sobre el bien común, redistribución de la riqueza, propiedad privada y destino universal de los bienes y cuestiones similares.

          3. Egge, ninguna parte del Magisterio ni de la DS condena que un gobernante católico opte por el fomento de la beneficiencia privada y sea contrario a la redistribución coactiva de la riqueza ajena. Usted quiere costreñir a los católicos a su propia ideología woke. Pues no, los católicos buscamos el Reino de Dios. Para lo demás, tenemos que servir al Bien Común, eso es todo.

          4. ¿Y quien niega la posibilidad de fomento de la beneficiencia? Nadie.

            Respecto a la redistribución de la riqueza su opinión es respetable, pero totalmente contraria a la que enseña la Doctrina Social.

            Y nadie ha hablado tampoco de redistribución «coactiva», sino una establecida por consenso democrático basada en los principios de la justicia social. Así lo determinan los documentos magisteriales.

            Otra cosa es que no tenga interés en leerlos… .

            Su discurso es de extremos, izquierda-derecha, liberalismo-comunismo, etc. y los principios de la doctrina social tiene bastantes más matices y está ponderada de una manera que evite -precisamente- cualquier extremo.

            Lo que si está claro es que defiende la redistribución de la riqueza de modo que se favorezca a los más necesitados. Por el principio de solidaridad.

  7. Que guay hablar de pobres instalado en la comodidad, muy típico de la izquierda, mucho bla bla y poco trigo, la izquierda es una fábrica de pobres y miseria, sin estos dos componentes no tiene sentido, en un mundo de progreso y riqueza no tendrían razón de existir,

  8. Es muy repulsivo ver como hablan de los pobres y como dicen a los demás como se tienen que comportar con los pobres, esa gente de la izquierda aburguesada, tan aficionada al caviar y las mariscadas, mientras se tumban en sus hamacas al lado de la piscina de su chalet.

    1. Cuantas cuentas tendrán que dar a Dios esa gente que utiliza y manipula a los pobres, y otros colectivos, pero que su verdadera intención es destruir la moral, la familia y la identidad de las naciones para manipular más y mejor a las masas y seguir acaparando poder.

  9. A ver, que no me entero.
    ¿Queremos que haya pobres o no?
    Si son un Sacramento, no vamos a sacarlos de la pobreza, y quedarnos sin Sacramento.
    O sea, es bueno que haya pobres, ¿No?
    De verdad, creo que hace falta una encíclica clarificadora.

    Igual me censuran el comentario, pero esto me recuerda a las chicas de la cruz roja…

  10. Los tradicionalistas odian la pobreza porque está reñida con el boato, los ropajes lujosos y las teatralidades principescas que tanto les encandilan.

    Es que queda mal.

    Aporofobia. Típico de aburguesados acomodados y esclavos de sus pequeños placeres.

    1. Egge, los católicos, del tipo que sean, recomiendan la caridad cristiana como la mejor receta para asistir al necesitado, al que se le alimenta cuerpo y alma.

      La secta progresista se sirve de los pobres… para requisar la riqueza ajena en beneficio de la propia secta, no de los pobres. De hecho, un progre es, por definición, alguien que quiere calmar su mala conciencia con el dinero de los demás.

      Los católicos, en cambio, cuando tenemos mala conciencia no aplicamos penitencias colectivas y ajenas, al revés, asumimos nuestra responsabilidad personal y procuramos mejorar nosotros mismos, no aleccionando y pontificando al resto sobre aburguesamientos y placeres prohibidos.

      1. ¿Usted habla en nombre de «los católicos»? Menuda osadía.

        Usted tiene su opinión y los demás tenemos otra. Ahora va a resultar que la aporofobia es cristiana y que la parábola de Epulón fue un error de Cristo porque ese día compartió criterio con «los progres». Resulta que quería calmar su conciencia con dinero ajeno… .

        Alucinante. El sofismo sigue siendo su punto fuerte.

      2. Como bien explica el Oaoa:

        «El estado de relativo bienestar al que se está acostumbrados hace más difícil aceptar sacrificios y privaciones. Se es capaz de todo, con tal de no perder lo que ha sido fruto de una conquista fácil.»

        Es decir, aburguesamiento y hedonismo. Me reitero.

        Si a usted no le gusta el mensaje, usted sabrá porque.

  11. Los sacramentos son siete : Bautismo, Confirmación, Eucaristia, Penitencia Extremaunción, Orden sagrado y Matrimonio, y son «Signo sensible y eficaz en cual se evoca y manifiesta la Gracia Divina»
    En cuanto a los pobres, hay que ver el lugar excepcional en que los sitúa Jesús cuando dice : » Porque pobres siempre tendréis con vosotros, pero a Mí siempre no tendréis» (Juan 12, 8)

    1. ¡Ah, claro! Cristo transmitió que no hay que ayudar a los pobres porque Él se iba a ir.

      Resulta que la Iglesia no se había enterado en 2000 años y usted nos lo aclara.

      Señora, sacar una cita evangélica de contexto para darle un sentido diferente es manipular las escrituras. Así, no se convence.

  12. Todo lo contrario. Jesús dijo que quería que atendiéramos a los pobres tal como en la ocasión de la cita evangélica Él fué atendido. Nos estaba diciendo que los atendiéramos como si de Él Mismo se tratara..Y deje de «interpretar» la opinión de los demás.

  13. A INFOVATICANA le digo que esto no es un bloque de comentarios sino un caos y que urge que intervenga para elevar el nivel. Se ruega que no se ponga de perfil cuando el tal EGGE se dedica a hacer afirmaciones gratuitas y ofensivas sobre las intenciones de los demás. Por ejemplo. Porque no es el único caso a no ser que sea el mismo troll con distinto nick.

    1. Para elevar el nivel, habría que expulsar también A Esteban y de la Cigoña, que también tienen la costumbre de insultar a los que no piensan como ellos.

    2. Gastón:

      Como no tienes argumentos o no quieres debatir, pides censura para los que no piensan como tú.

      Típico me comportamientos totalitarios.

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