Hoy, 8 de junio, el cardenal George Pell ha cumplido 80 años, edad con la que los purpurados pierden el derecho a elegir y ser elegidos en un cónclave, debido a una norma que impuso Pablo VI.
George Pell es arzobispo emérito de Sydney, ex miembro de la comisión para la reforma de la Curia y ex prefecto emérito de la Secretaría de Economía de la Santa Sede. Su labor en el saneamiento de las finanzas vaticanas no le granjearon buenas amistades. En junio de 2017 anunciaba que regresaba a Australia para afrontar un juicio sobre presuntos abusos sexuales.
Fue la persona de más alto rango en la Iglesia en ser condenada -falsamente- por abusos sexuales, ingresando en prisión a principios de 2019. Tras algo más de un año en prisión, la Corte Suprema de Australia anuló por unanimidad la condena, siendo puesto en libertad en mitad de la pandemia de coronavirus. Actualmente reside en Roma y, desde hoy, Pell no puede participar en un eventual cónclave.
Autodefinido como un Groupie de JFK, el Cardenal George Pell nació en Ballarat, en el estado de Victoria, al sur de Australia, el 8 de junio de 1941. Estudió en esta ciudad en el Convento de Loreto y posteriormente en la Universidad San Patrick. Hizo los estudios para el sacerdocio en el Corpus Christi College, Werribee, y en la Universidad de Propaganda Fide de Roma siendo ordenado sacerdote en la capital italiana en 1966.
Tiene una licenciatura en Teología en la Universidad Urbaniana de Roma desde 1967, un Master en Educación en la “Monash University” de Melbourne desde 1982 y un Doctorado en “Filosofía en la Historia de la Iglesia” en la Universidad de Oxford desde 1971. Fue profesor universitario y ha trabajado como asistente y pastor de Menton, hasta su nombramiento como obispo de la Región Sur de Melbourne (1987-1996).
El 21 de mayo de 1987 fue ordenado obispo auxiliar de la archidiócesis de Melbourne y el 16 de julio 1996 el Papa Juan Pablo II anunció el nombramiento del cardenal Pell como arzobispo metropolitano de Melbourne.
El 26 de marzo de 2001, el Santo Padre nombró al cardenal Pell el octavo arzobispo metropolitano de Sydney, recibiendo el palio del papa por segunda vez en San Pedro, en Roma, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo. Juan Pablo II anunció su nombramiento como cardenal el 28 de septiembre de 2003 y lo creó cardenal presbítero de la Iglesia de Santa María Dominica Mazzarello.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Es lamentable que cada vez quedan menos cardenales electores conservadores, y que en estos momentos la línea de Francisco tiene mayoría absoluta.
Se cumple lo revelado en Fátima
Hay que luchar por nuestra Fe
Al fin os vais a montar vuestra propia iglesia?
Creo que eso de que NO pueda ser elegido por haber cumplido 80 años, no es exacto. La edad de 80 años en un cardenal implica que no puede participar en un eventual cónclave, pero eso no significa que no pueda ser escogido Papa; aunque sabemos que a efectos prácticos es casi imposible que alguien que no participa en el Cónclave pueda ser elegido Papa, no obstante ha habido precedentes.
Así es. Se me ha adelantado usted en el comentario.
Y un precedente santo: San Pedro Celestino
Es curioso que se considere que un obispo a los 75 años ya no sea capaz para pastorear una diócesis y en cambio un papa mayor (cualquier papa) sí sea capaz de pastorear la Iglesia Universal.
También resulta curioso que un cardenal de 80 años no tenga capacidad para votar a quién considera más capacitado para regir la Iglesia Universal (solo se trata de emitir una opinión) y en cambio un papa que supere esta edad tenga capacidad para tomar todo tipo de decisiones, aun las más complejas.
Es un completo absurdo que tiene su origen en las consecuencias del Concilio Vaticano II; se quiso hacer una revolución y remover todos los obstáculos. Por eso se dieron prisa para quitar de enmedio a todos los obispos tradicionales y lo mismo con los cardenales. Solo el papa quedó «a salvo» porque no querían un relevo demasiado rápido que pudiera entorpecer sus planes. Pero es algo absurdo y totalmente irracional; no tiene ninguna justificación.
Sobre todo teniendo en cuenta las condiciones existenciales de esos cardenales de 80 años en los que no hay cabida a una promoción personal y cabe un juicio más desinteresado. En todo caso que conserven el voto activo aunque pierdan el pasivo.