Sorprendido por la renuncia de su predecesor al frente del episcopado alemán, el cardenal Marx, el obispo Georg Bätzing ha aprovechado la ocasión para recordar que la Iglesia no va a salir de su actual crisis con unos cuantos cambios cosméticos o jurídicos.
«Quien crea que la Iglesia puede salir de esta crisis masiva con algunas reformas cosméticas, de tipo jurídico o administrativo, se equivoca”, pontificó el obispo de Limburgo y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, en el programa Tagesthemen de la cadena ARD. Las fallas eclesiales son de tal naturaleza, advierte, que solo pueden salvarse con “respuestas fundamentales y sistémicas”.
La Iglesia, parece darse cuenta ahora Bätzing, es monárquica y jerárquica, y eso es cosa del pasado para quien toma como único criterio de verdad lo que hace y piensa el Mundo. «Pero ese poder tiene que someterse a control», dijo Bätzing, y también el poder sacerdotal también debe estar «limitado y controlado».
El anuncio de renuncia de Marx (solo a su responsabilidad sobre la Archidiócesis de Munich-Frisinga) le ha sorprendido, pero está convencido de que la Iglesia no prescindirá de “su voz, su fuerza y su capacidad intelectual”, y mucho menos la iglesia alemana.
Otra cosa es el caso de Rainer Maria Woelki, cardenal arzobispo de Colonia, sometido a visitación por el Papa, que, en opinión de Bätzing, ha perdido ya la oportunidad de renunciar.
En cuanto al ‘Camino Sinodal’, el mismo proceso que tiene en vilo a la Iglesia por el riesgo de cisma que plantea, Bätzing no solo piensa seguir adelante, sino que está convencido de que sus radicales reformas tendrán que universalizarse a toda la Iglesia si ésta quiere salvarse. “Hay quien cree que bastarían algunos ajustes externos para que todo vuelva a funcionar”, pero no el jefe del episcopado alemán: “Se necesitan reformas fundamentales sin las que no saldremos adelante».
La Iglesia debe avanzar en el tema de la igualdad sexual a todos los niveles, con reformas que “no se limitarán al ministerio sacramental” o el celibato sacerdotal, del que niega que deba asociarse a la ordenación.
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