Encuentran en Alemania un cráneo de mármol atribuido Bernini

Bernini cráneo
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(Le Figaro)- De un realismo escalofriante, esta escultura que acaba de ser encontrada en Alemania es una obra del maestro barroco para el despacho del papa Alejandro VII.

El descubrimiento es tan bello como macabro, pero no podíamos esperar menos del escultor de El rapto de Proserpina. El cráneo perdido de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), hallado recientemente en las colecciones nacionales de escultura de Dresde (Sajonia), será expuesto en breve en la Gemäldegalerie Alte Meister. Pero si el museo quiere reservar un lugar de honor a la cabeza del escultor napolitano no es solo para homenajear esta reliquia ósea -por muy importante que sea- del maestro barroco, sino más bien por la naturaleza absolutamente sorprendente de este objeto, de una factura extraordinaria. De hecho, el cráneo de Dresde no es la cabeza esquelética de Bernini que, según las últimas noticias, descansa en Roma con el resto de sus huesos, sino una obra única en mármol. De tamaño real, de un realismo impresionante, se trata de una pequeña obra maestra olvidada del artista italiano. Titulada Bernini, el papa y la muerte, la exposición de la Gemäldegalerie inaugurada el viernes pasado presenta por primera vez este cráneo, descubierto en sus depósitos y atribuido de nuevo al escultor después de muchos siglos de anonimato.

Encargo del papa Alejandro VII en 1655, este lujoso memento mori fue realizado con una extrema delicadeza en un bloque de mármol de Carrara, prestando una atención casi inquietante al más mínimo detalle. Como explica el museo donde ya está expuesto, esta obra fue un encargo del papa tres días después de su elección. Conservó cuidadosamente esta obra lúgubre en su despacho para que le recordara la vanidad y la brevedad de la condición humana. En uno de los primeros retratos del pontífice, realizado en 1655-1656 por Guido Ubaldo Abbatini, Alejandro VII está representado sentado en su despacho, con la mano sobre el cráneo -menos desdentado que el de Bernini- y sobre el cual se puede ver el perfil de Cristo en la cruz.

A la muerte del papa en 1667, el cráneo esculpido por Bernini entró a formar parte de la colección de la familia Chigi, a la que pertenecía Alejandro VII. Formaba parte del lote de objetos adquiridos en 1728 por Federico Augusto I, príncipe elector de Sajonia, para enriquecer la colección de arte que, actualmente, es el corazón histórico de la Gemäldegalerie de Dresde. Sin firma, solo recientemente los conservadores del museo han autentificado y atribuido esta obra a Bernini, en el marco de la preparación de la exposición de este verano. Este «descubrimiento sensacional», tan «insólito» como «sumamente impresionante», según las palabras del museo, será expuesto por primera vez atribuyendo su autoría al maestro barroco.

Pensada para relacionarla con la pandemia actual, el corazón de la exposición, que ha abierto sus puertas el viernes pasado en el palacio Zwinger, quiere ilustrar la estrecha colaboración que hubo entre Bernini y Alejandro VII en la época de la peste que asoló Roma de 1556 a 1557. El tema de la epidemia es también una oportunidad para que el museo revise el mecenazgo de las artes en Roma en el siglo XVII, así como los numerosos logros arquitectónicos de Bernini en la Ciudad Eterna. Uno de los nombres más célebres del barroco, Gian Lorenzo Bernini también creó, en los años 1620-1630, para el papa Urbano VIII, el suntuoso baldaquín de bronce dorado y columnas salomónicas del altar mayor de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Convertido muy pronto en un virtuoso de la escultura en mármol, Bernini realizó, unos años antes del encargo del cráneo, una de sus obras más conocidas, El éxtasis de Santa Teresa. A esta monumental y divina escultura, demasiado llena de vida, le sucedió la discreción macabra de un cráneo.

Publicado por Simon Cherner en Le Figaro.

Traducción de Verbum Caro para InfoVaticana.

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