(The Catholic Leader) Este mes de mayo ha sido aprovechado por el Partido Comunista chino para lanzar una serie de normas draconianas contra el clero en todo el país que, al no conocerse el contenido del acuerdo firmado entre China y el Vaticano, se ignora si están previstas en el mismo.
En cualquier caso, lo que sí se sabe es que quien regula las actividades religiosas, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, ha promulgado nuevas regulaciones, las llamadas Medidas Administrativas para el Clero Religioso.
En el marco de estas medidas, el régimen comunista chino ha retirado de la App Store numerosas apps con contenidos bíblicos y ha suspendido numerosas cuentas cristianas de WeChat en todo el país.
De acuerdo a la revista de derechos humanos Bitter Winter, la nueva normativa crea una base de datos nacional de «clérigos autorizados» para las cinco religiones aprobadas por el Estado: la Iglesia católica, el cristianismo protestante, el budismo, el islam y el taoísmo.
La base de datos nacional será una valiosa herramienta para que el gobierno chino mantenga el control sobre el clero autorizado por el Estado.
Según la normativa, para convertirse en miembro del clero autorizado por el Estado, el candidato no sólo debe ser apoyado por su iglesia, sino que también debe «amar a la patria», «apoyar la dirección del Partido Comunista Chino» y cooperar en la erradicación de los elementos clandestinos.
Los miembros del clero autorizados por el Estado deben seguir una «educación política» adicional y sus credenciales deben ser aprobadas por el regulador.
Una vez que un miembro del clero esté registrado, se evaluará periódicamente su patriotismo y se le asignarán premios y castigos de forma muy parecida al sistema de puntuación del crédito social vigente para la población china.
Los clérigos que sigan dirigiendo servicios religiosos y no estén registrados en la base de datos del clero infringen la normativa.
Existen normas aún más estrictas para el «alto clero», como es el caso de los obispos católicos.
Para llegar a ser un obispo bajo estas regulaciones, el candidato debe ser elegido democráticamente a través de la Asociación Católica Patriótica China, luego nombrado por el Partido Comunista Chino y consagrado a través de la Conferencia Episcopal Católica China.
Aunque se sabe poco sobre el secreto acuerdo entre la Santa Sede y China de 2018, uno de los pocos detalles de los que se ha informado tiene que ver con la autoridad para nombrar obispos, que en última instancia seguiría siendo del Papa.
Sin embargo estas nuevas normas parecen contradecir, o al menos condicionar, este mecanismo. En efecto, las regulaciones indican hasta el momento de las consagraciones episcopales.
El artículo XXVI de las medidas dice que sólo después de que un obispo sea registrado por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos puede «tener una ceremonia de nombramiento e iniciar el desarrollo de sus funciones».
Las medidas también establecen límites de duración para el «alto clero», de tres a cinco años, cuando se emprende de nuevo un proceso de renovación dirigido por el regulador.
Todas estas nuevas regulaciones forman parte de un proyecto más amplio para someter la religión en China a la influencia de la cultura y la política chinas, un proceso denominado sinicización.
Este es el mismo concepto que se aplica en los campos de concentración chinos, donde un millón de musulmanes uigures son sometidos a reeducación.
La Iglesia apoya la inculturación del Evangelio, que se produjo en la época de las misiones, y aunque la sinicización suena similar, es fundamentalmente diferente. La inculturación del Evangelio significa poner a Cristo en el centro de la cultura, mientras que la sinicización en este contexto significa poner la cultura china Han en el centro de Cristo.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
China comunista hace su parte en el acuerdo que firmó con Parolin, secretario de Estado del Vaticnao