Empleados del Vaticano dirigen una dura carta de queja al Santo Padre

Empleado del Vaticano
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¿Cuánto más tendremos que sacrificarnos para pagar un déficit presupuestario que no se deriva de nuestra actividad?”, se pregunta un grupo de empleados del Vaticano en una carta dirigida al Santo Padre, que ha recogido Il Fatto Quotidiano, como respuesta al Motu Proprio del 24 de marzo propuesto por la Secretaría de Economía.

Durante las pasadas navidades, en su alocución al personal que trabaja en el Vaticano, el Santo Padre les dijo: “Ustedes, que trabajan en la Santa Sede, son lo más importante: nadie debe quedarse fuera, nadie debe dejar su trabajo. Nadie debería sufrir el mal efecto económico de esta pandemia”.

Obviando lo extraño de esa última frase, en el sentido de que es imposible que nadie sufra los efectos económicos de una catástrofe por definición, la situación se ha hecho tan difícil para quienes trabajan en la Santa Sede y, sobre todo, en medio de tales contradicciones entre las bellas palabras y los viejos privilegios que se mantienen, que un grupo de esos empleados ha redactado una dura carta dirigida al Santo Padre con sus peticiones y quejas.

Se quejan los firmantes de que, si bien tiene sentido que en una situación de crisis económicas se propongan recortes, como hace el Motu Proprio de 24 de marzo, parece injusto e incoherente que no paguen los culpables de la situación, sino los que no tienen nada que ver con los desmanes recogidos por la prensa y, sobre todo, que se mantenga una estructura de privilegio que no se compadece con los aires de renovación, justicia y misericordia que transmiten los medios vaticanos.

Se quejan de la radicalidad de las medidas, recordando las palabras evangélicas sobre el “justo jornal” que merece el trabajador. “¿Cuánto más tendremos que sacrificarnos para pagar un déficit presupuestario que no se deriva de nuestra actividad?”, se preguntan, añadiendo que el trato que les dispensa ‘la casa’ cae muy por debajo de lo que proporcionan rutinariamente las empresas a sus trabajadores.

Apelan luego a la Doctrina Social de la Iglesia, a la que tan afecto es el Santo Padre, “incluido el respeto a la dignidad del individuo y la promoción de una sociedad justa, para pedir la suspensión de algunas de estas medidas que exigen la limitación del personal, especialmente la reincorporación del período de dos años con efecto retroactivo”.

Pasan posteriormente a enumerar las que consideran principales fallas del sistema, como desigualdad de trato, privilegios desfasados y el maltrato a los empleados. Al tratar el segundo punto, la redacción se vuelve singularmente apasionada: “¿Por qué pagamos, Santidad? ¿Para las arcas del Óbolo para los pobres, para aumentar los salarios de los gerentes laicos o para los muy caros consultores externos a los que se recurre regularmente?”.

De los gerentes privilegiados recuerdan que “ocupan maravillosos apartamentos de la APSA [la sociedad que gestiona el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede], situados en las zonas más prestigiosas de Roma, sin pagar ningún alquiler a la Administración en cuestión (se podría hacer un cálculo de los ingresos de alquiler perdidos para los inmuebles ocupados por «privilegio») y sin hacerse cargo de ningún coste de renovación, a diferencia de nosotros los empleados que lo pagamos todo. Además del alquiler gratuito nos gustaría mencionar automóviles para su uso privado, descuentos en compras, secretarios dedicados a ellos, reembolso de gastos de diversa índole, etcétera”.

El documento carece absolutamente de precedentes en ese mundo hermético que es el Estado Vaticano, donde tan frecuente es encontrar activas prácticas y formas que se atacan con vehemencia “ad extra”.

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Comentarios
11 comentarios en “Empleados del Vaticano dirigen una dura carta de queja al Santo Padre
  1. Este documento demuestra las incoherencias de un papa que predica pero no con el ejemplo colocando a la gentuza mas miserable en puestos de responsabilidad como es el caso de zanchetta que viven a cuerpo de rey mientras la economia y las finanzas vaticanas se hunden y las consecuencias las sufren los trabajadores del vaticano. Por otra parte define muy bien al papa de la misericordia y de la pobreza cuyos colaboradores hacen todo lo contrario. Es un misil en toda regla a este pontificado fallido -por decir algo- que retrata la pesima gestion hecha por quien se suponia que iba a sanearlo todo.

    1. Como pretenden una política económica coherente, olvidan que el Payaso de Francisco es argentino???
      Y para sumar se reune con toda la Gentuza que tenemos aqui, políticos, sindicalistas y hasta el Presidente y Vice de este, mi país. Cierren las fronteras porque estos facinerosos infectan todo, si no les roban una fuente

  2. Una pandemia desatada poco después de los hechos infames del sínodo «de la pachamama».
    Que Dios nos reafirme en la Fe y nuestras lámparas tengan aceite en Su venida

  3. Y si, eso es lo que suponen que Jesús puede hacer. Un castigo y después la hectombe de su venida. Pero el mundo mágico en su cabeza y la realidad son dimensiones paralelas. En la realidad Dios se comporta exactamente como una ficción literaria y psicológica para que algunos sacerdotes vivan a cuerpo de rey.

    1. Depende de la diócesis, aunque más o menos suele ser parecido en todas las del territorio de una misma conferencia episcopal.

      Y la pensión de un sacerdote en España es la mínima
      Los obispos quieren a sus sacerdotes verdaderamente pobres para que dependan de ellos hasta la muerte. La conferencia episcopal española cotiza el minino legal por ellos y consecuentemente les queda una pensión insuficiente

    2. Francisco Acosta, el salario de un sacerdote sin cargos episcopales es de unos 900€ limpios. Algunos cobran menos y si tienen algún cargo episcopal (como una pastoral, por ejemplo) pueden llegar a los 1000, en concepto de cubrir parte de la gasolina del coche para moverse.

      Un obispo está en los 1200/1400 €

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