Francisco: «La vocación cristiana es militancia, estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo»

Vatican Media
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“Estoy contento de retomar este encuentro cara a cara, porque os digo algo: no es bonito hablar delante de la nada, de una cámara. No es bonito”, dijo el Papa Francisco al comenzar la audiencia general de este miércoles, la primera con fieles en seis meses.

El Santo Padre achacó la decisión a “la valentía de monseñor Sapienza”, quien sustituyó el papel que realizaba Georg Gänswein, al lado del Pontífice en las apariciones públicas, hace más de un año, después de la publicación del famoso libro del cardenal Sarah y Benedicto XVI. “¡Es bueno monseñor Sapienza!”, exclamó el Papa.

“Gracias por vuestra presencia y vuestra visita. Llevad el mensaje del Papa a todos. El mensaje del Papa es que yo rezo por todos, y pido rezar por mí unidos en la oración”, dijo Francisco a los pocos fieles que se reunieron en el Patio de San Dámaso.

Su Santidad dedicó la catequesis al combate de la oración. Indicó que la oración cristiana, como toda la vida cristiana, no es “como dar un paseo”. “Ninguno de los grandes orantes que encontramos en la Biblia y en la historia de la Iglesia ha tenido una oración “cómoda”. Sí, se puede rezar como los loros —bla, bla, bla, bla, bla— pero esto no es oración”, aseguró el Papa.

Rezar no es algo fácil, afirmó, “y por eso nosotros escapamos de la oración”. “Cada vez que queremos hacerlo, enseguida nos vienen a la mente muchas otras actividades, que en ese momento parecen” más “importantes” y “urgentes”.

Francisco, confesó que al mismo le sucede eso: “Esto me sucede también a mí: voy a rezar un poco… Y no, debo hacer esto y lo otro… Nosotros huimos de la oración, no sé por qué, pero es así. Casi siempre, después de haber pospuesto la oración, nos damos cuenta de que esas cosas no eran en absoluto esenciales, y que quizá hemos perdido el tiempo. El Enemigo nos engaña así”.

“Preferiríamos estar en cualquier otra parte del mundo, pero no ahí, en ese banco de la iglesia rezando. Quien quiere rezar debe recordar que la fe no es fácil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia. Hay momentos de la vida de fe que son oscuros y por esto algún santo los llama: “La noche oscura”, porque no se siente nada. Pero yo sigo rezando”, señaló el Santo Padre.

Los peores enemigos de la oración están dentro de nosotros, aseguró el Pontífice. “¿Qué hacer en el tiempo de la tentación, cuando todo parece vacilar?”, se preguntó Francisco. El Papa pone como ejemplo los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola “que enseña a poner en orden la propia vida”. “Hace entender que la vocación cristiana es militancia, es decisión de estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo, tratando de hacer el bien también cuando se vuelve difícil”, explicó.

El Papa señaló que, muchas veces, “la oración es un combate”. Entonces, relató un ejemplo: “Me viene a la memoria una cosa que viví de cerca, cuando estaba en la otra diócesis. Había una pareja que tenía una hija de nueve años, con una enfermedad que los médicos no sabían lo que era. Y al final, en el hospital, el médico dijo a la madre: “Señora, llame a su marido”. Y el marido estaba en el trabajo; eran obreros, trabajando todos los días. Y dijo al padre: “La niña no pasará de esta noche. Es una infección, no podemos hacer nada”. Ese hombre, quizá no iba todos los domingos a misa, pero tenía una fe grande. Salió llorando, dejó a la mujer allí con la niña en el hospital, tomó el tren e hizo los setenta kilómetros de distancia hacia la Basílica de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina. Y allí —la basílica estaba ya cerrada, eran casi las diez de la noche— él se aferró a las rejas de la Basílica y toda la noche rezando a la Virgen, combatiendo por la salud de la hija. Esta no es una fantasía, ¡yo lo he visto! Lo he vivido yo. Combatiendo ese hombre allí. Al final, a las seis de la mañana, se abrió la iglesia y él entró a saludar a la Virgen: toda la noche “combatiendo”, y después volvió a casa. Cuando llegó, buscó a su mujer, pero no la encontró y pensó: “Se ha ido. No, la Virgen no puede hacerme esto”. Después la encontró, sonriente que decía: “No sé qué ha pasado; los médicos dicen que ha cambiado así y que ahora está curada”. Ese hombre luchando con la oración ha obtenido la gracia de la Virgen. La Virgen le ha escuchado. Y esto lo he visto yo: la oración hace milagros, porque la oración va precisamente al centro de la ternura de Dios que nos ama como un padre”.

Y cuando no se cumple la gracia, apostilló Su Santidad, “hará otra que después veremos con el tiempo”. “Pero siempre es necesario el combate en la oración para pedir la gracia”, dijo, la oración “es un combate y el Señor siempre está con nosotros”.

Les ofrecemos la catequesis completa, publicada en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Catequesis 32. El combate de la oración

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Estoy contento de retomar este encuentro cara a cara, porque os digo algo: no es bonito hablar delante de la nada, de una cámara. No es bonito. Y ahora, después de tantos meses, gracias a la valentía de monseñor Sapienza —que ha dicho: “¡No, lo hacemos allí!”—  estamos aquí reunidos. ¡Es bueno monseñor Sapienza! Y encontrar la gente, y encontraros a vosotros, cada uno con su propia historia, gente que viene de todas las partes, de Italia, de Estados Unidos, de Colombia, después ese pequeño equipo de fútbol de cuarto hermanos suizos —creo— que están allí… cuatro. Falta la hermana, esperemos que llegue… Y veros a cada uno de vosotros a mí me alegra, porque somos todos hermanos en el Señor y mirarnos nos ayuda a rezar el uno por el otro. También la gente que está lejos pero siempre se hace cercana. La hermana sor Geneviève, que no puede faltar, que viene del Lunapark, gente que trabaja: son muchos y están aquí todos. Gracias por vuestra presencia y vuestra visita. Llevad el mensaje del Papa a todos. El mensaje del Papa es que yo rezo por todos, y pido rezar por mí unidos en la oración.

Y hablando de la oración, la oración cristiana, como toda la vida cristiana, no es “como dar un paseo”. Ninguno de los grandes orantes que encontramos en la Biblia y en la historia de la Iglesia ha tenido una oración “cómoda”. Sí, se puede rezar como los loros —bla, bla, bla, bla, bla— pero esto no es oración. La oración ciertamente dona una gran paz, pero a través de un combate interior, a veces duro, que puede acompañar también periodos largos de la vida. Rezar no es algo fácil y por eso nosotros escapamos de la oración. Cada vez que queremos hacerlo, enseguida nos vienen a la mente muchas otras actividades, que en ese momento parecen más importantes y más urgentes. Esto me sucede también a mí: voy a rezar un poco… Y no, debo hacer esto y lo otro… Nosotros huimos de la oración, no sé por qué, pero es así. Casi siempre, después de haber pospuesto la oración, nos damos cuenta de que esas cosas no eran en absoluto esenciales, y que quizá hemos perdido el tiempo. El Enemigo nos engaña así.

Todos los hombres y las mujeres de Dios mencionan no solamente la alegría de la oración, sino también la molestia y la fatiga que puede causar: en algunos momentos es una dura lucha mantener la fe en los tiempos y en las formas de la oración. Algún santo la ha llevado adelante durante años sin sentir ningún gusto, sin percibir la utilidad. El silencio, la oración, la concentración son ejercicios difíciles, y alguna vez la naturaleza humana se rebela. Preferiríamos estar en cualquier otra parte del mundo, pero no ahí, en ese banco de la iglesia rezando. Quien quiere rezar debe recordar que la fe no es fácil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia.  Hay momentos de la vida de fe que son oscuros y por esto algún santo los llama: “La noche oscura”, porque no se siente nada. Pero yo sigo rezando.

El Catecismo enumera una larga serie de enemigos de la oración, los que hacen difícil rezar, que ponen dificultades (cfr. nn. 2726-2728). Algunos dudan de que esta pueda alcanzar verdaderamente al Omnipotente: ¿pero por qué está Dios en silencio? Si Dios es Omnipotente, podría decir dos palabras y terminar la historia. Ante lo inaprensible de lo divino, otros sospechan que la oración sea una mera operación psicológica; algo que quizá es útil, pero no verdadera ni necesaria: y se podría incluso ser practicantes sin ser creyentes. Y así sucesivamente, muchas explicaciones.

Los peores enemigos de la oración están dentro de nosotros. El Catecismo los llama así: «desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes”, decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad; herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, difícil aceptación de la gratuidad de la oración, etc.» (n. 2728). Se trata claramente de una lista resumida, que podría ser ampliada.

¿Qué hacer en el tiempo de la tentación, cuando todo parece vacilar? Si exploramos la historia de la espiritualidad, notamos enseguida cómo los maestros del alma tenían bien clara la situación que hemos descrito. Para superarla, cada uno de ellos ofreció alguna contribución: una palabra de sabiduría, o una sugerencia para afrontar los tiempos llenos de dificultad. No se trata de teorías elaboradas en la mesa, no, sino consejos nacidos de la experiencia, que muestran la importancia de resistir y de perseverar en la oración.

Sería interesante repasar al menos algunos de estos consejos, porque cada uno merece ser profundizado. Por ejemplo, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola son un libro de gran sabiduría, que enseña a poner en orden la propia vida. Hace entender que la vocación cristiana es militancia, es decisión de estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo, tratando de hacer el bien también cuando se vuelve difícil.

En los tiempos de prueba está bien recordar que no estamos solos, que alguien vela a nuestro lado y nos protege. También San Antonio abad, el fundador del monacato cristiano, en Egipto, afrontó momentos terribles, en los que la oración se transformaba en dura lucha. Su biógrafo San Atanasio, obispo de Alejandría, narra que uno de los peores episodios le sucedió al Santo ermitaño en torno a los treinta y cinco años, mediana edad que para muchos conlleva una crisis. Antonio fue turbado por esa prueba, pero resistió. Cuando finalmente volvió a la serenidad, se dirigió a su Señor con un tono casi de reproche: «¿Dónde estabas? ¿Por qué no viniste enseguida a poner fin a mis sufrimientos?». Y Jesús respondió: «Antonio, yo estaba allí. Pero esperaba verte combatir» (Vida de Antonio, 10).

Combatir en la oración. Y muchas veces la oración es un combate. Me viene a la memoria una cosa que viví de cerca, cuando estaba en la otra diócesis. Había una pareja que tenía una hija de nueve años, con una enfermedad que los médicos no sabían lo que era. Y al final, en el hospital, el médico dijo a la madre: “Señora, llame a su marido”. Y el marido estaba en el trabajo; eran obreros, trabajando todos los días. Y dijo al padre: “La niña no pasará de esta noche. Es una infección, no podemos hacer nada”. Ese hombre, quizá no iba todos los domingos a misa, pero tenía una fe grande. Salió llorando, dejó a la mujer allí con la niña en el hospital, tomó el tren e hizo los setenta kilómetros de distancia hacia la Basílica de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina. Y allí —la basílica estaba ya cerrada, eran casi las diez de la noche— él se aferró a las rejas de la Basílica y toda la noche rezando a la Virgen, combatiendo por la salud de la hija. Esta no es una fantasía, ¡yo lo he visto! Lo he vivido yo. Combatiendo ese hombre allí. Al final, a las seis de la mañana, se abrió la iglesia y él entró a saludar a la Virgen: toda la noche “combatiendo”, y después volvió a casa. Cuando llegó, buscó a su mujer, pero no la encontró y pensó: “Se ha ido. No, la Virgen no puede hacerme esto”. Después la encontró, sonriente que decía: “No sé qué ha pasado; los médicos dicen que ha cambiado así y que ahora está curada”. Ese hombre luchando con la oración ha obtenido la gracia de la Virgen. La Virgen le ha escuchado. Y esto lo he visto yo: la oración hace milagros, porque la oración va precisamente al centro de la ternura de Dios que nos ama como un padre. Y cuando no se cumple la gracia, hará otra que después veremos con el tiempo. Pero siempre es necesario el combate en la oración para pedir la gracia. Sí, a veces nosotros pedimos una gracia que necesitamos, pero la pedimos así, sin ganas, sin combatir, pero no se piden así las cosas serias. La oración es un combate y el Señor siempre está con nosotros.

Si en un momento de ceguera no logramos ver su presencia, lo lograremos en un futuro. Nos sucederá también a nosotros repetir la misma frase que dijo un día el patriarca Jacob: «¡Así pues, está Yahveh en este lugar y yo no lo sabía!» (Gen 28,16). Al final de nuestra vida, mirando hacia atrás, también nosotros podremos decir: “Pensaba que estaba solo, pero no, no lo estaba: Jesús estaba conmigo”. Todos podremos decir esto.

 

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Comentarios
26 comentarios en “Francisco: «La vocación cristiana es militancia, estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo»
    1. Mariano las cosas en la iglesia van mal, los chavales no creen en dios,no rezan,el dolar antes ponia en el creemos en dios y ahora que han sacado el dolar digital, no pone nada en el,el papa se esfuerza en que la gente rece es bueno, pero vamos de capa caida,

    2. Él habla para la gilada. Es muy astuto. Muy politico. De ese modo, evade lo que realmente está pasando en la Iglesia y de lo cual debiera hablar con suma urgencia

    3. En efecto, en lugar de sacerdote, deberías ser astrólogo.
      Qué obsesión con la moral sexual, a todas horas hay que estar hablando de ello?. Por supuesto que no, pero igual que el Papa, a mi juicio en demasiadas ocasiones, saca otros temas (ecología…) que no son estrictamente católicos, para no pronunciarse sobre otros temas, vosotros hacéis exactamente al contrario. Para qué hablar de la oración, y de la presencia de Cristo en nuestras noches oscuras?, lo único que interesa es el sexo… en fin…

      1. No sé en qué mundo vivís algunos. No se trata solo de sexo. Se trata de que hay una parte no pequeña de la Iglesia que se ha puesto abiertamente en contra de la doctrina de la Iglesia. Dentro de unos cuantos días, algunos obispos alemanes darán la comunión a protestantes. Ahí no habrá nada sobre sexo y me temo que tampoco defenderá la Eucaristía como tampoco ha defendido los sacramentales y el sacramento del matrimonio. La verdad es tozuda aunque duela

  1. Francisco:

    1. DUBIA. Responde a las Dubia de Amoris laetitia y abjura del rito de la Pachamama y la entronización de Lutero como testigo del Evangelio

    2. ALEMANIA. Excomulga a los bendecidores de uniones homosexuales e intercomunionadores con protestantes, más el camino sinodal

    3.EEUU. Incomulga (no dar la comunión en misa) y excomulga al abortista Biden

    4. CHINA. Rompe el pacto con el gobierno a favor de la herética Iglesia Patriótica

  2. Preciosa homilía sobre la oración.

    Para meditar lo referente a verla como un combate. Ese combate es contra nosotros, contra nuestro ruído, creo yo. En el silencio Dios escribe en nuestro corazón y sólo en el silencio podemos escuchar lo que ha escrito. Un combate contra uno mismo, sí! contra nuestras inquietudes, miedos, desconfianzas, quejas, conversaciones imaginarias… todo lo que no deja espacio a Dios. Si le dejamos sólo el lugar más miserable de nuestro corazón, de nuestro tiempo, si le dejamos para el último, si nuestro corazón está todo ocupado con nuestros ruídos seremos como los posaderos de Belén que no tenían lugar en sus posadas para que Cristo, nuestro Cristo , naciera allí, aquella noche de invierno.

    En nuestras noches de invierno, frías y oscuras, el silencio acoge a Cristo niño en nuestro corazón.

    1. Así es ACS, ese era el tema de la catequesis de hoy. De eso habla el artículo.
      A otros ilustres compañeros nuestros, les interesan más otros de forma obsesiva.
      Cuando habla, porque lo que dice no les gusta; cuando calla, porque lo que debería hablar de ello.
      Cuántos teólogos (presuntos) nos acompañan en este blog
      Es una maravilla¡¡¡

      1. ¿Y la coherencia que se exige gravemente a un pontífice qué? El primero que dijo que no se puede servir a dos señores o que un reino dividido no puede subsistir es uno muy olvidado por los papólatras al que llamaban «El Señor». Pero que resulta que es la piedra angular.

      2. Carlos Daniel,

        personalmente tanta crítica al cuerpo de Cristo no me parece cristiana así que yo me limito a comentar honestamente lo que pienso, venga de donde venga.

        En cuanto al devenir de la Iglesia ,tampoco siento la necesidad de batallar dialécticamente y caer en la crítica constante ya que suelo mirar las cosas desde el presente de Dios, en el que ya «todo está cumplido». Es providencia divina, la cruz de Cristo, su pasión y desde su pasión todo se entiende y se acepta pq Jesús así lo hizo. Bebió la 4º copa de la Pascua judía sin sacar la espada y entiendo que en su debido momento también tendremos que beberla, como Iglesia.

        Creo más en el silencio y la oración.

        Hacía días que no le veía por aquí. Sus comentarios, así como los de Egge y un Joaquin que solía comentar aquí, siempre me resultan enriquecedores.

        Gracias

    2. ACS, pasa como con las menciones al fariseismo, que hay quien las emplea como ariete en vez de como lo que realmente es: meditar sobre el fariseo que cada uno pueda tener en si mismo, no juzgar a otros.

    3. ACS , el silencio adquiere carácter sacro en dos terrenos: la oración y la liturgia. De ahi que, en esos espacios , el silencio te acerca a Dios, y el estruendo, los gritos, los bailes, hagan el efecto contrario.

      El silencio en cambio no procede cuando se anuncia el Evangelio. Ahí recomendar silencio no es cosa de Dios sino del demonio.

  3. Bonita catequesis sobre la oración; destaca el combate que hemos de librar contra nuestras propias sombras para permitir que entre la luz.

    Buscar el silencio luchando contra las trampas de nuestra mente acelerada por el activismo y así poder vaciarnos para que entre el ES.

    ACS, muy edificante tu intervención. Deberías escribir sobre espiritualidad porque tienes un don.

    1. Egge,

      gracias.

      La verdad es que tengo esa inquietud, la de escribir, porque necesito expresar lo que llevo dentro, lo que Dios ha escrito en mi corazón, sin embargo, no sé transmitir ni siquiera escribir y no me siento capaz. Cuando intento plasmarlo en palabras se desvirtua. Y pienso que tal vez sólo pueda transmitirlo amando. No sé…confío en que si es voluntad de Dios el Esp.Santo me iluminará en su momento.

  4. Discurso pueril y engañabobos muestra de una indigencia intelectual marcada en el pontifice, no podemos pedirle peras al olmo.
    Un pontificado calamitoso y enceguecido, los secuaces de siempre aplauden…

    1. y sus corderos, diría yo…

      pero si no se es secuaz del Papa, a quien Jesús le dió el poder de guiar a sus ovejas, ¿de quien se es secuaz? …

      aunque haya cosas que no nos gustan de su pontificado, fué voluntad de Cristo que hubiera un Papa guiando a su Iglesia. Para mí es suficiente.

      Cristo ha exigido a todos los santos obediencia a sus superiores, aunque estos estuvieran equivocados.

    2. Tradicionalistas cizañeadores con cara avinagrada: se os ve el plumero a la legua.

      Lo vuestro es criticar por criticar. Sin argumentos, sin sentido, sin respeto. Simplemente intentar derivar al Papa para poner a algún exaltado de los vuestros en su lugar.

      Esa batalla la tenéis perdida, porque el ES puede con vosotros a pesar de vuestras tretas farisaicas.

  5. Si no le gusta el diablo, ¿cómo es que está a partir un piñón con la masonería internacional, que como bien se sabe, al menos en su cúpula son adotadores de Satanás? ¿Se cree que los católicos sufrimos algún tipo de deficiencia mnetal para tragar tales despropósitos?

    1. Algunos lamentablemente si sufren deficiencia mental y se lanzan a los brazos de los fundamentalistas. Son seducidos para criticar sin piedad e inventar teorías conspirativas donde el Papa, según sus mentes intoxicadas, se asocia con los masones. Típico discurso lefebvriano.

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