Se abre la causa de beatificación del sacerdote filipino asesinado por los islamistas en 2000

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(CNA/Hannah Brockhaus) Se acaba de abrir la causa de beatificación del P. Rhoel Gallardo, que murió el 3 de mayo de 2000, tras ser retenido durante 43 días por islamistas.

El P. Gallardo,  misionero claretiano, fue asesinado a los 34 años, apenas seis años después de su ordenación sacerdotal y 11 años después de hacer su primera profesión como religioso.

El 20 de marzo de 2000, el P. Gallardo fue secuestrado junto con un administrativo, cinco profesores y 22 alumnos del Colegio Claret de Tumahubong, un pueblo situado en la provincia insular de Basilan, en Filipinas.

La mayoría de la población de Basilan es musulmana; seguidos en número por los católicos. El P. Gallardo, que era el director de la escuela, y los profesores y alumnos, fueron secuestrados por el grupo separatista islámico Abu Sayyaf, la rama del Estado Islámico en Asia Oriental.

El P. Gallardo murió al recibir un disparo a bocajarro en la cabeza, el hombro y la espalda, tras negarse repetidamente a renunciar a su fe católica. Tres profesores y cinco niños también murieron al quedar atrapados en un tiroteo entre los terroristas y militares.

Cuando se recuperó el cuerpo del P. Gallardo se descubrió que le habían arrancado las uñas de los dedos índice y del pie antes de dispararle. También había otros signos de tortura.

La Prelatura Territorial de Isabela, encabezada por el obispo Leo Dalmao, abrió oficialmente la causa de beatificación del P. Gallardo el 3 de mayo de 2021, en el 21º aniversario de su muerte.

La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de San Vicente Ferrer en Tumahubong, el pueblo donde el P. Gallardo se había ofrecido para servir el año anterior a su asesinato.

Según el claretiano P. Ángel Calvo, en declaraciones a Asia News, «el P. Gallardo ha sido el primer sacerdote secuestrado en Basilan asesinado. Otros sacerdotes y monjas habían sido secuestrados, incluso golpeados, pero al final todos fueron liberados».

CBCP News, la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal de Filipinas, citó al P. Elias Ayubon, superior provincial de los Misioneros Claretianos en Filipinas, quien dijo que el P. Gallardo «dio la cara por Dios que le fue fiel hasta la última gota de su sangre».

El martirio «podría habrle ocurrido a cualquiera de los que entonces éramos los jóvenes misioneros, pero se le concedió al P. Rhoel porque, en retrospectiva, era el más preparado para recibir esta corona», dijo Ayubon.

«Nos unimos en ferviente oración para que nuestro hermano y amigo el Siervo de Dios P. Rhoel Gallardo se cuente un día entre los mártires y los santos de nuestra Madre Iglesia».

«La gente ya lo considera un mártir, un héroe. Los otros rehenes dijeron que no quería entregar la cruz y el rosario, como querían los islamistas. Por eso lo torturaron arrancándole las uñas», ha explicado el P. Calvo.

«Sufrió mucho; sin embargo, como director de escuela, incluso en el cautiverio, se preocupó en primer lugar por los profesores y los niños que le fueron confiados. Ofreció su vida por la gente que le rodeaba… El testimonio del P. Gallardo sigue siendo un ejemplo que nadie ha olvidado», ha declarado el P. Calvo.

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