Francisco, a las clarisas de L’Aquila: «Aquella noche lo perdisteis todo, menos a Dios y la fraternidad»

Vatican News
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El Papa Francisco ha tenido un encuentro con la comunidad de monjas clarisas del monasterio de Santa Clara de Paganica, en L’Aquila. Hace 12 años, el 6 de abril de 2009, tuvo lugar un terremoto en la región en el que resultó derruido el convento de la citada comunidad, muriendo bajo los escombros la abadesa.

«Aquella noche lo perdisteis todo, menos a Dios y la fraternidad. A partir de estos dos puntos firmes volvisteis a empezar con valentía», dijo el Pontífice en su discurso de hoy a las religiosas, recordando la tragedia.

«Al principio os instalasteis en una estructura provisional y, diez años después del terremoto, regresasteis al monasterio, reconstruido y restaurado. Ahora vuestra comunidad es floreciente, formada por doce monjas, todas jóvenes», señaló.

«Este es el mensaje que habéis dado a la gente: frente a la tragedia es necesario volver a empezar desde Dios y desde la solidaridad fraterna», les dijo Francisco antes de darles las gracias por ello.

Les ofrecemos las palabras del Papa a la comunidad de Clarisas, publicada en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridas hermanas:

Me complace daros la bienvenida y saludo de todo corazón a todas y a cada una de vosotras Os agradezco el apoyo que me dais con vuestras oraciones, y en particular el regalo del cirio pascual que habéis decorado para la capilla de la Casa Santa Marta. A través de este símbolo de Cristo, luz del mundo, estáis presentes espiritualmente en las celebraciones que se realizan en esa capilla.

Vuestra comunidad de Paganica, una localidad de L’Aquila, vivió la tragedia del terremoto de 2009, durante la cual vuestro monasterio quedó destruido, la abadesa Madre Gemma Antonucci murió bajo los escombros y otras hermanas resultaron heridas. Sin embargo, Dios os hizo salir fortalecidas de ese drama y, como el grano de trigo que debe morir para dar fruto, así fue también para vuestra comunidad monástica. Habéis experimentado un gran dolor, pero también el cuidado amoroso del Padre celestial y la solidaridad de tantas personas.

Aquella noche lo perdisteis todo, menos a Dios y la fraternidad. A partir de estos dos puntos firmes volvisteis a empezar con valentía. Al principio os instalasteis en una estructura provisional y, diez años después del terremoto, regresasteis al monasterio, reconstruido y restaurado. Ahora vuestra comunidad es floreciente, formada por doce monjas, todas jóvenes. Este es el mensaje que habéis dado a la gente: frente a la tragedia es necesario volver a empezar desde Dios y desde la solidaridad fraterna. Muchas gracias por esto.

Queridas hermanas, no os canséis de ser una presencia orante y consoladora para apoyar a la población, muy probada por la terrible experiencia y todavía necesitada de consuelo y ánimo. Que el ejemplo de la beata Antonia os ayude a ser siempre mujeres pobres y alegres por amor a Cristo pobre. Fieles al carisma recibido de santa Clara y san Francisco, responded con generosidad al deseo que Dios ha puesto en vuestros corazones, viviendo vuestra vida de mujeres consagradas en total adhesión al Evangelio.

Os doy las gracias por esta visita. Invoco sobre vuestro camino la luz y la fuerza del Espíritu Santo y os acompaño con la bendición apostólica que os imparto de corazón. Y, por favor, seguid rezando por mí y por toda la Iglesia. Gracias.

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