El cardenal Wyszynski será beatificado el 12 de septiembre

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(Aciprensa/InfoVaticana)- “Expreso mi gratitud al Santo Padre Francisco por fijar la fecha de su beatificación. Pido a todos los fieles que recen por los frutos benditos de la beatificación de los Siervos de Dios, Cardenal Stefan Wyszyński y Sor Róża Maria Czacka”, añadió el arzobispo de Varsovia en su comunicado.

La beatificación del cardenal Wyszyński estaba originalmente programada para el 7 de junio de 2020 en la plaza Piłsudski de Varsovia, pero se pospuso indefinidamente debido a la pandemia.

Wyszynski es conocido por haber ayudado a preservar y fortalecer el cristianismo en Polonia durante la persecución del régimen comunista entre 1945 y 1989.

En 1953, Wyszynski fue puesto bajo arresto domiciliario por tres años por las autoridades comunistas por negarse a castigar a los sacerdotes activos en la resistencia polaca contra el régimen.

Ayudó a asegurar la aprobación de Karol Wojtyla como arzobispo de Cracovia en 1964, lo que finalmente condujo a la elección de Wojtyla como Papa Juan Pablo II en 1978. Wyszynski murió el 28 de mayo de 1981, 15 días después de que el Papa Juan Pablo II sufriera un intento de homicidio en 1981. Incapaz de asistir al funeral del cardenal, san Juan Pablo II escribió una carta al pueblo de Polonia.

Les ofrecemos la carta del Papa Juan Pablo II, publicada por el Vaticano:

Queridos hermanos y hermanas:

A toda la Iglesia tan querida para mí que está en tierra polaca; a sus Pastores y a sus fieles; a todos aquellos a quienes la muerte del primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszynski, arzobispo metropolitano de Gniezno y Varsovia, ha llenado de dolor y tristeza; a vosotros que en este momento, a la hora de su funeral en la «Ciudad indómita», rodeáis de amor y oración ese féretro; a vosotros que os habéis reunido para entregar al Padre celestial su espíritu inflexible, fuerte en el Señor, y depositar su martirizado cuerpo en la tierra polaca, en la tierra de Varsovia impregnada de sangre, para que a la hora de la venida de Cristo se revista de incorruptibilidad e inmortalidad (cf. 1 Cor 15, 23-53); a todos vosotros quiero dirigir esto mensaje si bien sea breve. Lo escribo por necesidad honda del corazón y de la fe. No puedo rendir este testimonio como quisiera. Confío en que Dios me devolverá las fuerzas y me ofrecerá ocasión apta para hacerlo del modo que quiero.

Deseo sepáis que, en esta hora de luto, en la hora de la pena y el dolor, hora también de esperanza más grande y de mayor fe, hubiera deseado hallarme entre vosotros y rendir en persona el homenaje último al primado. Dios lo ha dispuesto de otro modo. Sea bendito su Santo Nombre. Me uno a vosotros en el dolor y en la oración, en la aceptación de la voluntad de Dios y en la esperanza.

En mi nombre está entre vosotros la Delegación de la Santa Sede presidida por el Secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli.

Dejadme que me limite a recordar en este momento las palabras que pronuncié en la catedral de Varsovia durante mi peregrinación a Polonia. «El cardenal primado ha llegado a ser… la piedra clave. Piedra clave es la que sostiene el. arco, la que refleja la fuerza de los fundamentos del edificio. El cardenal primado manifiesta la fuerza del fundamento de la Iglesia que es Jesucristo. En esto consiste su fuerza. Desde hace más de treinta años el cardenal primado enseña que esta fuerza la debe a María, Madre de Cristo. Todos sabemos bien que gracias a María se puede hacer resplandecer la fuerza de aquel fundamento que es Cristo y que puede convertirse eficazmente en piedra clave de la Iglesia.

Esto es lo que enseña la vida y el ministerio del primado de Polonia.

Es él la piedra clave de la Iglesia de Varsovia y de toda la Iglesia de Polonia. En esto consiste la misión providencial que él desarrolla desde hace más de treinta años. Quiero decir esto al comienzo de mi peregrinación aquí en la capital de Polonia, y deseo una vez más dar gracias por ello con toda la Iglesia y la nación, a la Santísima Trinidad» (L’Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 10 de junio de 1979, pág. 2).

Es un dolor —todos lo perciben— que haya llegado el momento de conjugar unas palabras en pasado. Más aún, por haberlo llamado Dios a Sí en un momento en que para el juicio de los humanos, era tan necesario a la patria y a la nación.

La Iglesia que está en Polonia y yo con ella, acepta los designios inescrutables de la Providencia con la fe que hace brotar la paz, toda clase de paz, la seguridad y la serenidad de espíritu. Unamos nuestro dolor al sacrificio de Cristo para completar «lo que falta a las tribulaciones «de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24), y con El lo ofrecemos en el Espíritu Santo al Padre eterno. La Madre de Cristo cuyo corazón fue traspasado por la espada del dolor, la Señora de Czestochowa del rostro vulnerado, no nos abandonará.

Queridos hermanos y hermanas:

Uniéndome a la venerable tradición litúrgica de la Iglesia que de cierta manera prolonga el funeral católico y lo extiende a treinta días, os pido que el luto por la muerte del querido primado del milenio, dure el mismo tiempo en la Iglesia polaca. Que estos treinta días sean en Polonia tiempo de oración especial, de paz, recogimiento y reflexión. Pidamos, pidamos unos por otros. Encomendad a Dios el alma del cardenal Stefan, primado de Polonia, de venerada memoria. Orad por la patria, por su Iglesia, por toda la Iglesia, por el mundo. Orad por mí, indigno Siervo de Cristo y su Vicario visible. Y de los temas de vuestra oración, haced temas de reflexión, de profunda meditación nacional. Haced objeto particular de esta meditación, la figura del inolvidable primado, el cardenal Stefan Wyszynski de venerada memoria, su persona, sus enseñanzas, su papel en un período tan difícil de nuestra historia. Todo ello hacedlo objeto de meditación y continuad la obra grande y difícil, patrimonio de una historia más que milenaria, en la que él, el cardenal Stefan, primado de Polonia, Pastor bueno, ha dejado una huella imperecedera e imborrable. Prosigan esta obra con grandísimo sentido de responsabilidad los Pastores de la Iglesia, el clero, los sacerdotes, las familias religiosas, los fíeles de toda edad y de todo tipo de ocupación. La continúen los jóvenes. La tome en las manos la Iglesia entera y toda la nación. Cada uno a su modo, como se lo indiquen Dios y su conciencia. Asumidla y conducidla hacia el futuro. Que vuestro dolor se transforme en esperanza.

Buen Jesús Señor nuestro, dale el reposo eterno. Salve, Reina de Polonia, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; te invocamos, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Muéstrale a él, que confió en Ti infinitamente, a tu siervo impar, al difunto primado de Polonia, y muéstranos a nosotros a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Roma, Santa Sede, 28 de mayo de 1981, festividad de la Ascensión del Señor.

JUAN PABLO PP. II

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