La agenda oculta del cardenal Omella

Por Diego Lanzas
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Cuentan que cuando el obispo Juan José Omella llegó a Barcelona, en las visitas pastorales a los curas les decía: “No me regaléis libros, regaladme botellas de vino”. Que nadie piense que el cardenal arzobispo de Barcelona tiene problemas con el alcohol. Ni mucho menos. Estaba pensaba en La Rioja, aquel destino dorado que hizo que en la audiencia de la primera visita ad limina en la que se saludó al Papa Francisco se presentara como “el obispo del vino”.

No es fácil saber cómo es el Presidente de la Conferencia Episcopal más allá de sus declaraciones, que no son precisamente las de un teólogo salmantino. Su carácter extrovertido se ha construido de lemas. El primero de ellos es que repite que lo que él ha querido ser siempre es “cura de pueblo”. Si aprendió a serlo en los primeros años, y si luego tuvo inclinaciones misioneras, ahora probablemente está en un cursillo acelerado de “maquiavelismo”.

En esa faceta de eclesiástico político, de nadar y gardar la ropa, tuvo un maestro eximio, monseñor Elías Yanes, un obispo que hasta los últimos momentos de su vida estaba empeñado en cruzadas contra el fundamentalismo, el conservadurismo y todos los istmos que parecían por el Ebro. Elías Yanes, al que le encantaba la política, que se moría de gusto por dialogar con los socialistas y hacerles ver que él sabía de los obreros más que ellos, ha dejado una marcada huella en Omella. Claro que don Elías, como le llamaban los suyos, era un hombre leído que le encantaba estar a la última de las novedades editoriales. Cuando era presidente de la Conferencia Episcopal, y venía a Madrid, siempre se volvía con una maleta cargada de libros.

Ahora don Juan José, como le llaman los que le rodean, ya no tiene quien le sople al oído. O sí. Desde que fuera coadjutor y párroco de pueblo se cruzó en su vida un jesuita que está marcando los pasos de su presidencia en la Conferencia Episcopal, el P. Germán Arana. Desde que los jesuitas eran confesores de los reyes de España no tenía la Compañía un miembro con tanta pasión por el poder. En ocasiones deja muy atrás a los clásicos Padres Guillermo Daubenton, Pedro Robinet o Gabriel Bermúdez. En este caso susurrador  de oídos de cardenales no de reyes.

Al cardenal Omella le encanta el diálogo, la sinodalidad, pero para salirse con la suya. Y lo suele hacer sin dejar rastro. Cuando era consiliario de Manos Unidas se produjo una de las mayores crisis internas de esa institución (1999-2015). Por el camino se quedaron no pocas de las presidentas regionales.  El entonces monseñor Omella salió indemne. Ejecutó sin rechistar las órdenes del todopoderoso Rouco. Tan amigos.

Luego esta el tema de Zaragoza y la renuncia de monseñor Ureña. Todo le mundo habla de las conexiones de los denunciantes de Ureña con el difunto Elías Yanes y con sus largas manos Omella y Arana. Por ahí circulan libros que hablan de esto, y de otros muchos affaire. Un caso no aclarado y sobre el que pesan más sospechas que certidumbres. A no ser que el arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, hable algún día y explique lo que se encontró en los cajones de su arzobispado. ¿Fue ese el motivo de su alejamiento de Omella?

Ahora monseñor Juan José Omella es Presidente de la Conferencia Episcopal. Un presidente al que le gusta dialogar con la izquierda y hace todo lo posible para que se le vea tomando café con el exministro Salvador Illa. Está consiguiendo enterrar con dignidad a la generación de curas nacionalistas catalanes.

Sobre todo es la larga mano del papa Francisco en España. No le importa acumular cargos en la Iglesia porque el discurso que vende es el de una Sinodalidad que sirve para todo. Lo que le importa es seguir manejando los hilos sin que se note mucho. No sabemos si lo está consiguiendo. Y alo veremos. Amigo de sus amigos, y como buen maño, enemigo de sus enemigos, el cardenal Omella también trabaja para los suyos. Pero, ¿quiénes son los suyos?

Diego Lanzas

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Comentarios
12 comentarios en “La agenda oculta del cardenal Omella
  1. Hay una frase de este artículo que resume muy bien a monseñor Omella: «La larga mano del Papa Francisco en España.» Son tal para cual.

  2. Los errores gramaticales le quitan credibilidad a cualquier articulista. Ruego revisen sus artículos antes de publicarlos porque este es de premio. Don Diego, tengo un par de hijas de catorce y quince años que redactan mejor que usted. Espero que borren este comentario después de haber reparado el artículo y no antes.

    1. Yo pensaba que era un extranjero (a pesar del nombre), escribiendo en nuestra lengua con los comprensibles errores. O una traducción algo defectuosa del italiano, quizás.
      … o un malvado corrector automático.

  3. «…el cardenal Omella también trabaja para los suyos. Pero, ¿quiénes son los suyos?». Dado el planteamiento, la respuesta es evidente: los mismos que tenía el isleño, Mons Elías Yanes. ¿O no?

  4. Me encanta estas teorías de agendas secretas que no serán tan secretas cuando os ponéis hablar de ello y al leer descubres que no dice nada ni aporta nada solo meras divagaciones

  5. A este Obispo como se entiende con Francisco, pues hay que darle caña pase lo que pase.

    Este tipo de artículos son patéticos y no aportan nada: solo división.

    Muy poco nivel.

  6. Parece que han soltados los peones de la Iglesia misericordiante a comentar.
    A mi me parece que el articulo describe muy bien al tipo de personajes que se han adueñado de la Iglesia de Cristo. Ahora mismo en el Régimen de Bergoglio, si no eres de los suyos No se puede hablar claro. Claro, que para enterarse, hay que ser buen entendedor.

  7. Que te burles de que se predique y fomente la misericordia demuestra el integrismo del tipo de personajes que sólo se dedican a criticar al Papa, a los Obispos y al Magisterio.

    Y encima con victimismos.

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