Küng, el extraño nexo entre Benedicto y Francisco

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La insólita y aún inexplicada renuncia de Benedicto XVI y la polémica audacia del pontífice reinante, Francisco, animaron a la Santa Sede a acentuar de todas las maneras posibles la continuidad entre uno y otro pontificado. No es tarea fácil. Aunque es relativamente común que a un Papa con cierto carácter y énfasis eclesial le siga otro de naturaleza opuesta, no se había dado el caso de que el segundo tuviera que convivir con el primero, ambos en Roma, con idéntico tratamiento y símbolos externos, aumentando el contraste a ojos de los fieles y del mundo entero.

Y si hay un personaje que, al mismo tiempo, vincule a los dos y subraye sus diferencias es, precisamente, el teólogo suizo cuya muerte acaba de ser anunciada, Hans Küng.

Porque Küng no solo fue durante décadas el santón viviente de la disidencia católica mejor articulada, sino, muy especialmente, mantuvo un duro enfrentamiento con el Papa Ratzinger, del que había sido amigo y que acabaría, en 2005, reconciliándose al menos en lo humano.

Ambos empezaron desde posiciones eclesiales y teológicas prácticamente idénticas, en el sentido de necesidad de apertura al mundo que sería el eje del Concilio Vaticano II que los dos, profesores de la Universidad de Tubinga, vivieron desde dentro.

Y fue el Concilio o, mejor, sus consecuencias prácticas, inmediatas y tangibles -el ‘espíritu del Concilio- lo que habría de iniciar el distanciamiento, que desembocó en visiones prácticamente antitéticas. Ratzinger, ante los excesos postconciliares, vino a moderar su entusiasmo hasta llegar a posturas que el estamento teológico del tiempo consideraba “retrógradas”, cuando mereció del comentariado católico el sobrenombre de Panzer Kardinal cuando San Juan Pablo II le nombró guardián de la ortodoxia, es decir, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Küng, por el contrario, se sintió estimulado por la creciente ‘creatividad’ eclesial del posconcilio para radicalizarse en el mismo sentido que el tiempo, pero con mayor carisma y peso, convirtiéndose pronto en la referencia del catolicismo disidente por la izquierda (si me permiten la abusiva analogía política) del momento.

El encontronazo definitivo, por así decir, llegó cuando, ante el enésimo desafío doctrinal del suizo y en su calidad de prefecto, Juan Pablo II ordenó en 1979 retirar a Küng la facultad de enseñar teología, declarando que, en adelante, no podría ser considerado como teólogo católico.

A la llegada de su antiguo compañero al pontificado, Küng, que ya había negado la infalibilidad papal, recibió con alarma la noticia de su ascenso al pontificado y arreció sus críticas, que no se detuvieron siquiera tras la renuncia de su antiguo amigo. «Ratzinger será un Papa en la sombra que quizá pueda inmiscuirse de forma peligrosa», declaró en el momento de conocerse la noticia. Muchos dirán que sus palabras resultaron proféticas.

¿Y qué une al difunto Küng con el actual Papa? Sorprendentemente, mucho. Porque algunos de los temas que más había desarrollado el teólogo alemán coinciden con las más recientes obsesiones de Francisco. Como el ecumenismo y el acercamiento (“fraternidad”) de la Iglesia hacia otras religiones.

De hecho, Küng fue el primero teólogo de prestigio en abordar, en 1964, el tema de la teología de las religiones en una comunicación presentada en un congreso sobre la “Revelación cristiana y las religiones no cristianas” celebrado en Bombay, inaugurando la llamada teología del pluralismo religioso. Küng postula, para empezar, que las otras tradiciones religiosas proclaman de algún modo la verdad de Dios; y sus seguidores no deben renunciar, al convertirse al evangelio, a todo lo que hay en ellas de bueno y procedente de Dios.

En oposición al camino extraordinario de salvación que es la Iglesia, las religiones del mundo pueden ser llamadas – si se entiende en el sentido correcto – los caminos ordinarios de la salvación para la humanidad no cristiana”, llega afirmar.

Para Küng, ninguna religión puede reivindicar el monopolio de la verdad, ni de la ética, ni de la liberación. A su vez, toda religión tiene una verdad originaria que, además de verdad teórica y recto conocimiento, se hace verdad en el obrar rectamente. Y este es para el suizo el sentido de la necesidad del diálogo interreligioso.

En todo este desarrollo, el lector puede sentir un eco retrospectivo de Fratelli Tutti o del Pacto de Abu Dabi, de esa “fraternidad de las religiones” en las que insiste Francisco, del que podría considerarse de algún modo precursor.

En su muerte no he podido dejar de recordar que la escatología, el estudio de las realidades últimas, fue siempre un tema deliberadamente descuidado en su discurrir teológico. “El cielo se lo dejamos a los ángeles y a los gorriones”. Es harto probable que en este momento haya ganado un interés mucho más cercano y ferviente.

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Comentarios
12 comentarios en “Küng, el extraño nexo entre Benedicto y Francisco
  1. Hans Kung fue sacerdote católico hasta el día de su muerte.
    Jamás fue expulsado de la Iglesia por her ético.
    Ni Juan Pablo II (que bendijo y casi canoniza al pe do filo Marcial Maciel) fue capaz de declararlo he reje.
    Descanse en Paz.

    1. Bastante miserable el pretender que Juan Pablo, que gastó su vida por la evangelización, haya sido un protector consciente de lobos disfrazados.

      1. ¿Evangelizacion? Gracias a jpii estuve mucho tiempo pensando que todas las religiones llevaban a Dios y daba igual la religión. Luego me enteré de cual era la doctrina católica. Gracias, San Pio X.

    2. Cómo lo iba a declarar h3r3j3 si comparten los mismos errores teologicos de fondo de la Nueva Teología: que la antigua alianza nunca ha sido revocada y que Cristo por su encarnación se ha unido a todo hombre para siempre, ergo la Iglesia católica no sirve para nada puesto que más o menos la iglesia ya es la humanidad.

      1. Díselo a las 60.000 iglesias no católicas, perdón 60.200, perdón 60.225, perdón 60332, perdón 60421… sois tantas las iglesias que a lo mejor tenéis razón que me quedo con la de Pedro, la Virgen María y la Eucaristía.

  2. Bien lo habeis dicho: Ratzinger simplemente se oponía a los «excesos» postconciliares de kung y otros, a los errores conciliares ya no. Tanto los amantes de los excesos como los amantes de lo erroneo atenuado sin excesos abrazan la «Nueva Teología» que Pio XII condenó. Los excesos sobre un error no son el problema sino que el problema es el error sobre el que se acentúan los excesos. El error atenuado sin excesos, no es la doctrina de la Iglesia. Mira que es facil, pues no lo captan. Modernistas un poquito nada más, sin excesos, que entonces se nota.

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