El cisma nuestro de cada día

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Del cisma que amaga llevamos hablando desde hace ya algún tiempo, y la palabra impresiona hasta tal punto que impone el titular, como en el caso de la reciente entrevista al cardenal Brandmüller. Pero hay otro cisma más permanente, oculto y generalizado que también menciona el cardenal alemán y que lleva tiempo entre nosotros.

La noticia, en realidad, es que se hace expreso; que un grupo cada vez más nutrido de prelados (en Alemania especialmente, pero no solo) monta ‘caminos sinodales’ o hace declaraciones públicas o toma decisiones haciendo la guerra por su cuenta y salga el sol por Antequera.

Pero esa es la proverbial distancia entre lo real y lo oficial. Oficialmente, se han multiplicado los obispos que de un modo u otro, por ejemplo, han disentido del “no” de la Congregación para la Doctrina de la Fe, refrendado por el Papa, a la bendición eclesiástica de uniones homosexuales.

No se discute, por ahora, el fondo; nadie afirma expresamente que lo que la Iglesia ha considerado siempre un grave pecado haya dejado de serlo, no con esas palabras, al menos. Se objeta la ‘oportunidad’, el ‘lenguaje’, que puede herir los sentimientos de los homosexuales, o incluso la idea de que bendiciendo a las parejas -en cuya relación puede discernirse elementos positivos, según el propio ‘responsum’- se esté bendiciendo el pecado.

Pero comparen ahora todo eso, todo lo perfilado en los documentos en discusión en el sínodo permanente de Alemania, con lo que piensa una mayoría de occidentales que se dicen católicos. Está siete pueblos más allá. Lo dice el propio Brandmüller: “Puedo decir con certeza que la mayoría de los católicos alemanes son indiferentes a todo esto. Tenemos una sociedad muy secularizada, la participación en la misa dominical preocupa como máximo al 10 por ciento. Los que se adhieren a las tesis progresistas son personas vinculadas al Comité Central católico, pero la mayoría de los fieles son indiferentes, créanme. El laicismo galopa rápido y la distancia de los fieles de la Iglesia se ha incrementado”.

Los estudios de actitudes y creencias que anualmente publican las grandes demoscópicas en Estados Unidos, por ejemplo, hablan de un fiel que de forma mayoritaria no cree en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. No sé en qué sentido uno sigue siendo católico si descree de algo tan central para nuestra fe. De cuestiones morales, ni hablamos.

Pero la vida (eclesial) sigue igual, por así decir: los obispos siguen contando con los fieles que aparecen en las estadísticas (y marcan ‘religiosamente’ la X) y no parecen innecesariamente urgidos a aclararles este o cualquier otro punto de doctrina que ignoren o rechacen. Ellos están más a hablar (literalmente) de pájaros y flores (conversión ecológica).

Hoy, para poner un ejemplo que hará comprensible el panorama, el nacimiento del luteranismo sería imposible, sin más. Oh, naturalmente, podría surgir un teólogo y monje agustino alemán hablando de la fe sin obras como único camino de salvación, pero lo publicaría en una revista teológica y sus colegas estarían de acuerdo o disentirían con mayor o menor erudición y nadie se daría cuenta. Lo predicaría en Misa, y su obispo no le diría, probablemente, nada. Misericordia ante todo.

El Pueblo de Dios, por su parte, lo ignoraría. Unos elegirían su parroquia, otros huirían de ella, y allí acabaría todo. ¿Qué importa? Todos conocemos sacerdotes que disienten en el púlpito de la doctrina. Pero la subconsciente mentalidad consumista, presente en el católico como en cualquier otro ciudadano de Occidente, lo consideraría una cuestión de oferta y demanda: ese producto no me interesa, no lo ‘compro’. No hay más. El pobre Martín Lutero del siglo XXI se quedaría sin su Dieta de Worms y sin sus guerras de religión, ignorado por el común, solo en su gabinete, dirigiéndose a un grupito de ‘especialistas’.

Solo hay un rasgo del Lutero histórico que me hace dudar de esta tesis: sus insultos contra el Papado. Porque si algo se entiende hoy en día, por analogía con las empresas en las que trabajamos y las autoridades políticas que nos gobiernan, es que cualquier cosa puede consentirse menos ir pública y directamente contra el jefe.

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Comentarios
8 comentarios en “El cisma nuestro de cada día
  1. No hay que olvidar un detalle. Que la protesta de Lutero creció exponencialmente por el apoyo de los príncipes alemanes. Y hoy ocurre algo parecido en el hecho de que el estilo de cambios que fomenta el Papa Francisco está alentado por el NOM (ONU, Unión Europea, prensa, etc.)

    1. Y así como a Lutero le hizo frente el ínclito Emperador Carlos I de España, en cambio los errores del Santo Padre tienen poca oposición entre los poderosos.

    2. Exactamente ya Biden es admirador de Francisco y los jesuitas americanos reciben cuantiosas donaciones del NOM,. También Biden acude a una iglesia regentada por jesuitas. El cambio en la iglesia va sobre ruedas engrasadas

  2. Perdón por el cinismo, pero lo veo clarísimo: El plan es dejar que los abusos se hagan normales. Luego se hace un documento con una nota al pie diciendo que el abuso se debe consientirse en las diocesis donde se practica porque está arraigado. Al cabo de otro tiempo, se pone como una opción normal y corriente. Y quizá después de una falsa pandemia de enfermedades vençereas achacadas a heterosexuales (la tele hace milagros). Se pone el matrimonio homosexual como el recomendado.

    No se en que caso he visto ya eso.

  3. SI SOY YO. TENES RAZON. SE APLICA EN LA IGLESIA LA VENTANA DE OVERTON
    .LO PROHIBIDO, LUEGO DE VARIOS PASOS PASA A SER RECOMENDADO U OBLIGATORIO.ES EL LIMITE DE LA MISERICORDIA

  4. Artículo para tranquilizar a sacerdotes y obispos necios. No, el progresismo católico no es una religión e Iglesia nueva y no basta con sumarse a Ella. La Iglesia no va a poder mantener su unidad si se hace progresista. La Iglesia alemana busca excusas para separarse de Roma su objetivo no está en la sexualidad que es una excusa sino en una Iglesia democrática rica para los ricos separada de Roma y lo mismo harán las conferencias episcopales de otros países. Dejan hacer la guerra a Alemania y una vez que la gane otros irán por sus Iglesias nacionales separadas. El NOM tiene su propia religión universal que es masónica y cabalista y no le interesa una Iglesia y religión que en su unidad pueda oponerse al NOM ni como socia pero sí Iglesias nacionales separadas y como los progresistas son legión de religiones e Iglesias seguirán la senda del protestantismo 30.000 iglesias y religiones separadas. No engañen el problema es otro.

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