Hace ya ocho años, los inasequibles al desaliento echaban las campanas al vuelo y pronosticaban un ‘efecto Francisco’, un renacer de la fe, las conversiones y vocaciones como consecuencia de este Papa que elegía el nombre del más popular de los santos y sustituía el saludo ritual desde la ‘loggia’ por un sencillo “Buenas tardes”; una ‘versión 2.0” de aquella “primavera de la Iglesia” que debió ser el Concilio Vaticano II. Y, como en aquella ocasión, al cabo los números no apuntan precisamente a un reverdecer católico.
Elija usted mismo un criterio medible, el que le dé la gana, y casi con total seguridad estamos peor que hace ocho años, desde proporción de católicos a práctica religiosa, pasando por frecuencia de los sacramentos, conocimiento de la fe o vocaciones.
Hay un argumento en contra, que sería el siguiente: sí, la Iglesia católica se reduce y la práctica cae y menos jóvenes entran en los seminarios; pero eso no es de hoy, ni siquiera del inmediato postconcilio: se trata de un efecto de muchas causas, como la creciente prosperidad en Occidente, el triunfo de las ideas seculares, el espejismo de que los avances de la Ciencia hacen a Dios “innecesario” y muchas otras de ese estilo. Si en los años de Francisco han crecido los males es sencillamente porque ese mismo proceso general se está acelerando.
Y, sí, algo hay de eso. Pero no es toda la historia. Según cuenta el diario italiano Libero Quotidiano, Francis Meier, de la Universidad de Notre Dame, ha realizado un interesante estudio sobre las vocaciones sacerdotales en Estados Unidos y llegado a un insólito resultado: preguntados por los motivos para entrar en el sacerdocio, ni uno solo de los seminaristas consultados citó al Papa Francisco, su ejemplo, su impulso, su mensaje. Nada, ni uno.
Puede parecer una anécdota, quizá lo sea. No tenemos el estudio delante y, al fin, estudios hay de todos los gustos. Solo que los indicios están por todas partes, y aunque las cifras tengan muchas explicaciones, no dan, desde luego, para hablar de ‘primaveras’ sino para plantearse muy en serio la rápida desaparición del catolicismo en Occidente. En Italia, donde se publican estos datos, la proporción de quienes practican la religión católica se ha desplomado un 10% en un año, desde que empezara la pandemia, y 6.000 sacerdotes en el mundo, entre 2014 y 2018, han abandonado el sacerdocio, el 81% en América y Europa.
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Precisamente Francisco está contribuyendo a la caída de la fe y de la moral.
Los sistemáticos errores doctrinales (como el de ayer negando que la Virgen sea corredentora), sus diatribas contra la predicación de la verdad (con su lema de no hacer proselitismo),
sus ideas políticas izquierdistas, sus silencios ante temas como el aborto (hoy es el día pro vida y no creo que haga ni diga nada significativo), su construcción de la fraternidad universal al margen de Cristo, su fomento de la invasión musulmana, su apoyo a la ideología de género, su acoso a los cristianos de recta doctrina, y otros dislates, están contribuyendo al deterioro de la práctica religiosa.
Todos sabemos que con Francisco se ha desatado al galope la Iglesia en estampida, pero hay que estar ciego para no ver que la salida masiva empezó nada más acabar el Concilio. Fue una sangría inmediata y brutal. Hasta los que éramos pequeños en los setenta recordamos noticias en la prensa local del tenor: «Sólo un sacerdote se ordena este año». Y me refiero a una ciudad importante.
Además, la Iglesia no sólo está vacía desde entonces: ahora, claro, está vieja. Cuanto más conciliar, progresista y primaveral, más y más vieja. Su espejo en Internet, que es «Religión Digital», antes era un asilo y ahora es un tanatorio.
Para que no le ocurra lo del retrato de Dorian Gray, sigamos a Juan el Bautista y arrepintámonos . Jesús volverá.
Y los religiosos y sacerdotes files somos perseguidos o por lo menos arrinconados. Muchas veces pienso que lo mejor es irse con la FSSPX. Estoy es ya irrespirable e inaguantable. ¿Qué vamos a enseñar y a predicar? Esto es insostenible.
Trabajamos para Cristo, lo demás no importa, debe ser dentro de la Iglesia, si hay que aguantar un tipo de martirio, el que sea, es su voluntad, El lo vivió primero, y no abandonará a los que creen en El.
El evagenlio es la Palabra de Dios.
Confiemos siempre en Cristo, es nuestra fuerza, nuestra vida.
Estoy de acuerdo
La HSSPX está dentro de la Iglesia.
ARGIA, totalmente de acuerdo, pero no olvidemos lo que San José María Escrivá nos decía:
Pídale yo a Dios que me conceda esto. Ya se lo he pedido, ahora solo falta que yo me empeñe en conseguirlo.
En «castizo»: A Dios rezando y con el mazo dando.
Dios ama a sus fieles
Debemos ser valientes y estar más unidos a Jesús que nunca.
Bien mirado, somos unos privilegiados!!
Viva Cristo Rey !!
…y los católicoschinos? y la pachamama? y no existe un Dios católico? y por las venas de Jesús corre sangre pagana? Y tantas cosas más. Que prueba todo ello?
Que este no llegó ( se coló) para construir, sino para destruir.
Francisco, con todo lo que él es y significa, no puede atraer ni una sola vocaciôn al sacerdocio!!! Ni una! Ese catolicismo tan «light» que él representa (por no decir en muchas cosas «anticatolicismo») no atrae ni seduce a nadie… Aaí está la Compañía de Jesús, así estará pronto toda la Iglesia… No tengo la menor duda…
Ya es porque Dios nos asiste, y Él prometió que el maligno no derrotará a la Iglesia. Por eso estamos tranquilos de que a pesar de los graves fallos del actual pontificado, la Iglesia permanecerá incólume.
Amén!!!
Sacerdote Mariano, te digo lo mismo que a Argia.. totalmente de acuerdo, pero no olvidemos lo que San José María Escrivá nos decía:
Pídale yo a Dios que me conceda esto. Ya se lo he pedido, ahora solo falta que yo me empeñe en conseguirlo.
En «castizo»: A Dios rezando y con el mazo dando.
Vaciar de contenido la Buena Nueva de Cristo para contentar a los poderes políticos nunca ha funcionado. El corazón mismo de la criatura se entristece con ello, porque intuye que lo que se le dice es mundano, humano, perecedero, y no le colma de la sed de trascendentalidad que tiene, algo inserto en el corazón humano, por más que algunos paganos del postmodernismo lo quieran negar. Es como aguar el vino, le quita lo que de pureza y esencia tiene, lo convierte en algo soso.
Sólo el Señor da el alimento verdadero y completo, el resto son burdos remedos, destinados a perecer, aunque por desgracia, arrastrarán a muchas almas a la confusión mientras sigan en activo.
A los Argentinos que vimos el libro escrito La Iglesia Traicionada, en el año 2011, sabíamos que era una ilusión lo de primavera. Amén.
Me permito el atrevimiento de sugerir otro argumento mas: si primero dicen que va a ser la primavera de la Iglesia, después los mismos no pueden decir que no es primavera sino decadencia de larga data. Tendría que ser asi:»una vez más nos equivocamos. Con el Modernismo y el progresismo nunca tuvimos primaveras, sino crueles e ininterrumpidos inviernos.
Gracias Belzunegui por la interesante información.