«La venida de Jesús al mundo determina una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación», señaló el Papa explicando el Papa antes del Ángelus del 4º domingo de Cuaresma.
El juicio es siempre la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, el mal siempre se esconde, se cubre. Quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede por menos que hacer buenas obras. La luz nos lleva a hacer buenas obras», indicó Francisco.
«No olvidéis que Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón. Basta con pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida», señaló Su Santidad.
Tras el Ángelus, Francisco mencionó el aniversario del inicio de la guerra de Siria, del que se cumplen diez años. «Renuevo mi más encarecido llamamiento a las partes en conflicto para que den muestras de buena voluntad, a fin de que se abra un rayo de esperanza para la población extenuada», dijo el Papa.
El Papa recordó también el inicio del año dedicado a la familia: «El próximo viernes 19 de marzo, solemnidad de San José, se abre el Año de la Familia Amoris Laetitia: un año especial para crecer en el amor familiar. Invito a un renovado y creativo impulso pastoral para poner a la familia en el centro de la atención de la Iglesia y de la sociedad».
Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Este cuarto domingo de Cuaresma la liturgia eucarística comienza con esta invitación: «Alégrate, Jerusalén…». (cf. Is 66,10). ¿Cuál es el motivo de esta alegría? En plena Cuaresma, ¿cuál es el motivo de esta alegría? Nos lo dice el evangelio de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Este mensaje gozoso es el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios llega a la cumbre en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora. Nos ha entregado a su Hijo, a nosotros, a todos nosotros.
Es lo que se desprende del diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo, una parte del cual está descrita en la misma página evangélica (cf. Jn 3,14-21). Nicodemo, como todo miembro del pueblo de Israel, esperaba al Mesías, y lo identificaba con un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose bajo tres aspectos: el del Hijo del hombre exaltado en la cruz; el del Hijo de Dios enviado al mundo para la salvación; y el de la luz que distingue a los que siguen la verdad de los que siguen la mentira. Veamos estos tres aspectos: Hijo del hombre, Hijo de Dios y luz.
Jesús se presenta en primer lugar como el Hijo del Hombre (vv. 14-15). El texto alude al relato de la serpiente de bronce (cf. Nm 21,4-9), que, por voluntad de Dios, fue levantada por Moisés en el desierto cuando el pueblo fue atacado por serpientes venenosas; el que había sido mordido y miraba la serpiente de bronce se curaba. Del mismo modo, Jesús fue levantado en la cruz y los que creen en Él son curados del pecado y viven.
El segundo aspecto es el del Hijo de Dios (vv. 16-18). Dios Padre ama a los hombres hasta el punto de “dar” a su Hijo: lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. La finalidad del don de Dios es la vida eterna de los hombres: en efecto, Dios envía a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo se salve por medio de Jesús. La misión de Jesús es misión de salvación, de salvación para todos.
El tercer nombre que Jesús se atribuye es “luz” (vv. 19-21). El Evangelio dice: «Vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz» (v. 19). La venida de Jesús al mundo determina una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es siempre la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, el mal siempre se esconde, se cubre. Quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede por menos que hacer buenas obras. La luz nos lleva a hacer buenas obras. Es lo que estamos llamados a hacer con mayor empeño durante la Cuaresma: acoger la luz en nuestra conciencia, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad. No olvidéis que Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón. Basta con pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida.
Que María Santísima nos ayude a no tener miedo de dejarnos “poner en crisis” por Jesús. Es una crisis saludable, para nuestra curación; para que nuestra alegría sea plena.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas
Hace diez años comenzaba el sangriento conflicto de Siria, que ha provocado una de las mayores catástrofes humanitarias de nuestro tiempo: un número indeterminado de muertos y heridos, millones de refugiados, miles de desaparecidos, destrucción, violencia de todo tipo y un inmenso sufrimiento para toda la población, especialmente la más vulnerable, como niños, mujeres y ancianos. Renuevo mi más encarecido llamamiento a las partes en conflicto para que den muestras de buena voluntad, a fin de que se abra un rayo de esperanza para la población extenuada. Espero igualmente un compromiso decidido y renovado, constructivo y solidario, por parte de la comunidad internacional, para que, depuestas las armas, se pueda restablecer el tejido social y comenzar la reconstrucción y la recuperación económica. Pidamos todos al Señor para que no se olvide tanto sufrimiento en la amada y atormentada Siria y para que nuestra solidaridad reavive la esperanza. Recemos juntos por la amada y atormentada Siria. Ave María…
El próximo viernes 19 de marzo, solemnidad de San José, se abre el Año de la Familia Amoris Laetitia: un año especial para crecer en el amor familiar. Invito a un renovado y creativo impulso pastoral para poner a la familia en el centro de la atención de la Iglesia y de la sociedad. Rezo para que cada familia sienta en su propia casa la presencia viva de la Sagrada Familia de Nazaret, que llene nuestras pequeñas comunidades domésticas de amor sincero y generoso, fuente de alegría incluso en las pruebas y dificultades.
Saludo a los chicos y chicas del equipo Basket-for-All, acompañados por sus familias y sus entrenadores, presentes hoy en la Plaza. ¡Muy buenos! Seguid así.
Os saludo cordialmente a todos, queridos fieles de Roma y queridos peregrinos. Y, en particular, saludo a los numerosos filipinos que celebran el 500º aniversario de la evangelización de Filipinas. Felicidades. ¡Y adelante con la alegría del Evangelio!
Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.
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Nadie cree tu teatrillo. No lo quieras tener todo.
Muy claro el papa ,expresa claramente los mecanismos de la salvación y la condenación.¡se equivocó en algo?Si no fuera así,hay que felicitarlo por tan claros conceptos,o ¡¿sólo estamos para lanzar excrementos?
La mayoría de los lectores si. Solo están para hechar mierda y mal interpretar al pa pa
Mercedes y Miguel por favor, si este hombre fuera, de verdad, lo que aparenta ser, pero que a la luz de los hechos no es, hablaría puntualmente de vida sacramental, empezando por la reconciliación. Más parece que hablara para las iglesias evangélicas. Yo no me confieso con un hombre, yo me confieso con Dios, dicen ellos.
Medice, cura te ipsum…
Francisco ha dicho respecto a Dios: «Basta con pedir perdón y Él perdona», pero dicho así se presta a confusión, pues muchos piensan erróneamente que basta pedir perdón a Dios directamente, cuando en realidad es necesario el sacramento de la penitencia. Francisco debería ser más preciso en sus intervenciones.
Más bien Bergoglio. Dejemosle así, porque de lo otro nada. Nunca será más preciso en cuanto a las verdades del 3v4ng31i0. La lógica del mismo es que al final todos se salvan. Nada que hacer. Este no ES.
Rami,el papa siempre da ejemplo de confesarse con un sacerdote,jamás directamente con Dios,lo justo es lo justo,el papa hace mucho «lío» pero en esto estuvo muy claro,nobleza obliga.
Belzunegui,para que el papa esté en pecado,tiene que tener conciencia de tenerlo,tal vez crea que está salvando a la Iglesia con sus aportes.Rezá por él y si tenés oportunidad,hacele correcciones fraternas.