Omella insta a los fieles a someterse a los caprichos del Poder sobre la celebración de la Navidad

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¿Reuniones de 6 personas? ¿De 10?”, se pregunta desde su cuenta en Twitter el cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española. Y se responde: “¡Lo que sea mejor! Esta Navidad no podremos estar «físicamente» con toda nuestra familia. Pero sí estaremos juntos en espíritu y con el Espíritu. Respetando lo que las autoridades sanitarias nos indiquen. Para que el año que viene no falte nadie”.

A lo largo de veinte siglos de historia, la Iglesia ha articulado una minuciosa doctrina sobre la relación de los fieles con el poder secular, lo que no ha sido óbice para que el Pueblo de Dios haya tenido incesantes choques y tiranteces con el César. El principio básico es que los católicos deben obedecer a las autoridades legítimamente constituidas en todo lo que no contradiga la ley de Dios.

Pero la consolidación en Occidente de los modernos regímenes democráticos de libertades complican considerablemente este sencillo esquema, al introducir la legitimidad de la oposición y la protesta. Oponerse al gobierno y protestar contra sus medidas no son fenómenos que la democracia meramente tolere, sino que están insertos en el propio funcionamiento del sistema, son parte de él.

La Conferencia Episcopal lo sabe bien, y sabe que no está haciendo nada heroico o excepcional cuando reivindica derechos para sí o se opone a leyes que juzga inicuas. Es algo que hacen también a diario, o deberían, partidos de la oposición o medios de comunicación.

Por eso resulta tan desconcertante la sumisión y la fe casi sobrenatural que han desplegado las autoridades católicas, en nuestro país como en tantos otros, ante el vaivén de normas caprichosas, cambiantes y liberticidas de este y otros gobiernos relativas a la pandemia, como si las hubiera traído Moisés al bajar del Monte Sinaí, especialmente las que han individualizado las prácticas religiosas para aplicarles un régimen más severo que a otras instituciones.

Los pastores han acogido sin apenas un murmullo de protesta, incluso en algunos casos con entusiasmo y extremando su rigor más allá de lo exigido, las prohibiciones ocasionales de culto público y administración de sacramentos y, luego, la limitación extrema del mismo.

Porque tenemos que respetar lo que las autoridades sanitarios nos indiquen, como advierte Omella. ¿Son infalibles estas autoridades? ¿De dónde viene esta fe ciega en unas presuntas autoridades que han demostrado fehacientemente en estos meses no saber a qué carta quedarse? ¿Tenemos los cristianos que ser tan ingenuos como para imaginar que esas ‘autoridades sanitarias’, de algún modo exentas del Pecado Original y de naturaleza prácticamente angélica, son independientes del poder político y del económico, que todas sus medidas se basan en ciencia comprobable e indudable y no en motivaciones ulteriores? ¿Por qué?

Sería legítimo que la jerarquía católica recelase públicamente, aunque estuviese sola en el intento; que plantease reservas, que cuestionase medidas que discriminan especialmente contra la Santa Misa y los Sacramentos, eje de la práctica cristiana, que denunciase la arbitrariedad de la imposición, aunque nadie más lo hiciera.

Pero lo paradójico es que no estaría sola en absoluto. Lo evidente es que la protesta se extiende y, en democracia, es perfectamente legítima. Las dos preguntas retóricas con que el cardenal abre su comentario en la red social son una prueba evidente de esa arbitrariedad que nada tiene que ver con ciencia alguna. Sánchez decretó originalmente un máximo de seis personas, alegando que el número no era caprichoso, sino veredicto inapelable de esa misteriosa ‘Ciencia’. Pero casi inmediatamente, al ver que sus socios catalanes decretaban desde la Generalitat un máximo de diez personas para celebrar las fiestas, cambió a la decena. Y, suponemos, seguía siendo La Ciencia.

No negaré que esa fe ciega que muestran nuestros pastores hacia las invisibles “autoridades sanitarias” me parece conmovedora, como la de los pastorcillos en la primera Navidad. Pero preferiríamos que se centrase en los misterios católicos, tan descuidados en las prédicas de nuestros pastores.

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Comentarios
21 comentarios en “Omella insta a los fieles a someterse a los caprichos del Poder sobre la celebración de la Navidad
  1. No lo puede decir mejor, Carlos Esteban. Parece que me lee la mente («todo gran poeta nos plagia»). Dentro del inmenso DOLOR y desconcierto que produce esta situación («esa fe casi sobrenatural de los obispos en ‘las medidas del Gobierno'»…), mi único consuelo es que alguien más lo vea

  2. Yo no digo que el Gobierno tenga razón, porque sus decisiones me parecen un tanto arbitrarias. Pero debemos ser prudentes, que por un año que no nos reunamos con nuestras familias no pasa nada. La Navidad se lleva en el corazón, no en la juerga.

  3. Y aún con esas medidas, me gustaría equivocarme, es muy probable que los primeros meses del año tengamos una tercera ola, tan mortal como la de noviembre; mientras tanto los chinos, que en los primeros meses se sometieron a unas estrictas medidas preventivas, hace tiempo que se han librado de la pandemia y llevan una vida normal, aunque el gobierno haya aprovechado para aumentar la represión religiosa y los abusos contra los cristianos. En occidente, sin embargo, son muchos los que aprovechan la libertad para convertirla en libertinaje, y así nos va; aparte de que algunos gobiernos también hayan aprovechado para discriminar a los cristianos, algo a lo que hay mucha afición en el mundo en general.

    1. No es suficiente el silencio ante el plan de exterminio en marcha, sino que encima … colaboración. Increíble y esto no es nada para lo que viene.

      1. Me resisto a creer las «cifras» oficiales. Dudo mucho quevel virus chino se esté cobrando las víctimas que dicen, sobre todo tras las primeras autopsias. Ya han descubierto en muchos países que aplicando antiinflamatorios gran parte de los síntomas se reducen, y el riesgo de muerte prácticamente desaparece, al menos en personas sanas

  4. Lo que voy a decir no va a ser comprendido pero voy a decirlo: seguramente la mayoría de ustedes tienen familias cristianas practicantes y celebran la Navidad cristianamente todos unidos.Pero hay otra clase de familias, las de los conversos.Nosotros vivimos con familias ateas y su oposición hostil hacia nuestra fe cristiana.Nos reunimos, como siempre, para celebrar estas fiestas pero aquí no se reza, no hay pesebre, no se menciona a Dios.Nada.Es triste para nosotros no tener casi tiempo para la oración, involucrarnos en conversaciones q nada tienen q ver con Dios y siempre hay alguien q saca el tema para poder machacarte, gritarte, agobiarte con acusaciones todos a la vez.

    Este año ustedes rezarán lo mismo, aunque separados, pero nosotros, tal vez, podamos vivir nuestras primeras Navidades cristianemente.Dios saca cosas buenas de lo malo.Este año tal vez sea : más oración.

    1. Pq siendo pocos, tal vez tendremos más tiempo, más soledad y más silencio para recogernos y orar a Dios recibir y acoger a la Vírgen, St.José y , sobre todo, al niño que llega a nuestro corazón.Yo lo espero con alegría.

    1. Díganos, pues, quienes son los asesores científicos del gobierno, que titulos y estudios tienen y qué han publicado (aún esto no me fío, conozco bastante bien la sentina, cloaca y vertedero que ocultan las universidades y los laboratorios que si se supiera…). O tenemos que creer que la Ciencia se la ha aparecido a sus Oraculos Sanchez, don Simon e Illa par salvación del pueblo. Estamos en un época esceptica y suspersticiosa, que no cree en Dios pero si en cualquier chorrada dicha por las batas que sería digna de risa si no hubiesen causado muertes. ¿Dónde están los obispos, los médico y las universidades católicas que no denuncian la muerte de miles de ancianos al darles morfina, un depresor del sistema respiratorio, a sabiendas en una enfermedad de tipo pulmonar’?

  5. ACS tiene mucha razón. El paganismo imperante odia una Navidad cristiana eso es innegable. Lo que añoran es el consumismo, las calles llenas, el bureo, las cenas y comidas de empresa y queda cada vez menos la reunión familiar para Nochebuena y Navidad.
    Hay que celebrar la Navidad pero siendo conscientes de que hay que procurar ser prudentes. Y cierto que se ha demostrado estar en manos de gestores muy inútiles y de los que como poco dudamos de la eficacia de sus normativas y todavía más de su moralidad para evitar la pandemia.

  6. Este virus es muy peculiar, no contagia a las minorías, sólo a la masa. Sólo contagia en reuniones de más de seis personas, y mucho más si son de diez o más. Pero respeta las reuniones que se hacen por un hombre famoso, como Maradona, a cuyo funeral asistió cerca de un millón de personas y no pasó nada. También respeta la acumulacion de gente en el metro y autobuses en horas punta, lo cual es de agradecer. Debe ser un virus del N.O.M. (Nuevo Orden Masónico).

  7. Belzunegui,rezar se puede rezar,en cualquier lugar,incluso recluido en tu habitación,hacer la novena de la Inmaculada,el Santo Rosario,o lo que quieras,son las aglomeraciones públicas lo que comporta riesgo para la salud,y en ese sentido,es lógico que se trate de evitar,lo más posible,cuando todo pase,podremos volver a realizar públicamente,las devociones a la Virgen,San José,y Jesucristo.

    1. Si claro las aglomeraciones, si hasta en Europa han habido marchas blm. Si son esas ahí no se trasmite, pero ir a Misa, uff, el virus chino pulula, sobre todo en los bancos de los templos católicos. Para ser libres nos liberó Cristo.

  8. La «democracia» introduce la legitimidad de la oposición y la protesta hasta cierto punto. Si leemos El Contrato Social de JJ Rousseau Libro II Cap. III, párrafo tercero «Sobre si la voluntad general puede errar» caracteriza la voluntad general como un todo indestructible contra el cual es imposible oponerse. Condena las asociaciones particulares (los partidos o clubs) al margen de la voluntad general y ésta definición es la que usarán los jacobinos para implantar el Terror porque en esta definición la voluntad general y la mayoría es lo mismo y no ha lugar para la objeción de conciencia. En esto se basaron las condenas pontificias contra el liberalismo en que construían un absoluto la «voluntad general» que podía ir incluso contra los 10 mandamientos. Desde la perspectiva histórica la izquierda y el liberalismo no piensan de modo distinto. La diferencia entre jacobinismo y liberalismo no es de fondo si no de grado.

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