George Weigel en ‘El próximo Papa’ plantea el desafío de una Iglesia centrada en Cristo para el tercer milenio.
(José Francisco Serrano/Religión Confidencial)- Se equivocan quienes piensen que este libro, subtitulado “El ministerio de Pedro y una Iglesia en misión”, del que fuera biógrafo de Juan Pablo II, George Weigel, está escrito con acritud, como crítica por sistema, o reacción, al papa Francisco o hacia este pontificado. Ni mucho menos.
A la hora de analizar críticamente su propuesta, me hice la siguiente pregunta: ¿Serviría este libro lo mismo para el papa siguiente a Francisco que para el siguiente del siguiente? ¿Incluso hubiera servido para el siguiente de Benedicto? La respuesta es sí.
Cambio de época
Porque la perspectiva más interesante, con una adecuada teología de fondo, es la histórica. Como dice el papa Francisco, estamos en un cambio de época, por lo tanto, estamos inmersos en una de las grandes transiciones epocales a las que la Iglesia debe dar respuesta y que incide también en los cambios en la Iglesia. ¿Cuál es el punto crítico de esta transición epocal? ¿Qué debe hacer y decir la Iglesia?
El punto central al que hay que remitirse es el Concilio Vaticano II. Y no debemos olvidar que, si ya el papa Francisco no estuvo en el Vaticano II, el siguiente papa, con toda probabilidad, tampoco. Arrancando desde León XIII hasta el actual pontífice, lo que plantea Weigel es la necesidad de una nueva era de Cristocentrismo.
Iglesia centrada en Cristo
Es decir, un Papa en la Galilea de Mateo 28. “La clave, dice el autor, del siglo XXI y del tercer milenio será una Iglesia centrada en Cristo, nacida del Evangelio en su totalidad. (…) Los líderes de la Iglesia no deben asustarse por el hecho de que los nuestros no sean tiempos de cristiandad y sí tiempos apostólicos”.
La perspectiva de la teología de la historia, y de la teología de la Iglesia, que propone este libro es la de que la historia de la salvación no corre paralela a la historia del mundo. La historia de la salvación “es” la historia del mundo leída en su profundidad. La Iglesia no está fuera de la historia, sino dentro de ella, no es solo historia, pero no es sin historia.
A partir de ahí, reflexiona sobre Lumen Gentium y Dei Verbum para aclarar que es necesario huir de los reduccionismos sobre la naturaleza de la Iglesia, espejo y reflejo de los reduccionismos sobre lo que es ser cristiano.
Nos coloca de frente a la realidad y la fuerza vinculantes de la revelación, criterio que debe regir la actuación, no sometida a la cultura del momento sino purificadora de esa cultura en sus más variadas expresiones. De ahí que nos topemos con la contraposición entre lo que llama la Iglesia católica de la Nueva Evangelización, o de la misión, y la Iglesia católica del acomodamiento cultural.
Quizá sea esta parte la más destacada del libro en la media en que se introduce en lo que supone la dinámica de un catolicismo light hacia un catolicismo Zero.
Reforma de la curia
A partir de ese momento delinea el perfil, en algunas cuestiones concretas, sobre el papado del futuro. Por ejemplo, su relación con los obispos, la cuestión de la sinodalidad, la relación con los sacerdotes y los laicos, el ecumenismo, los grandes problemas internacionales o el espinoso tema de la reforma de la curia. Una reforma que no se puede hacer sin tener clara la forma originaria.
El último capítulo, “centrados en Cristo y el Evangelio” es una buena síntesis final, que se puede resumir desde aquel texto de Gregorio de Nisa: “Pues, así como es imposible que el que está en la luz vea tinieblas, así también lo es que el que tiene los ojos puestos en Cristo los fije en cualquier cosa vana. Por tanto, el que tiene los ojos puestos en la cabeza, y por cabeza entendemos aquí al que es principio de todo, los tiene puestos en toda virtud (ya que Cristo es la virtud perfecta y totalmente absoluta), en la verdad, en la justicia, en la incorruptibilidad, en todo bien”.
Publicado por José Francisco Serrano Oceja en Religión Confidencial.
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El único sentido de la Iglesia, es y debe ser Cristo. Es por eso que todas las estructuras y ministerios que la constituyen, solo pueden y podrán tener sentido en ÉL. Y claro que habrá un nuevo papá, pero en este momento ya hay uno digiendo la Barca, que pese a la infinidad de tormentas, continúa su curso por las aguas de la historia de la Salvación.
Interesante libro, con buenas aportaciones que despiertan el interés por su lectura.
Aunque yo matizaría eso de que «el punto central al que hay que remitirse es el Concilio Vaticano II», pues tal pretensión la considero un reduccionismo. A lo que hay que remitirse es a las Sagradas Escrituras, los padres de la Iglesia, todos los concilios, el magisterio pontificio bimilenaro…en definitiva, a la doctrina verdadera.
La Iglesia será mariana o no será.
La Iglesia ha de ser trinitaria. Ha de adorar, alabar, agradecer, glorificar y pedir a la Santísima Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Por mediación de Cristo.
A veces llama la atención que algunos pastores parece- no lo afirmo como cierto- que se olvidan del Padre y del Espíritu Santo
Con todo respeto Javier la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, cuya cabeza es Cristo y el cuerpo los bautizados.
Veamos las relaciones que menciona Javier en la Carta Encíclica MYSTICI CORPORIS CHRISTI de S.S. Pio XII, por favor.
Javier es muy interesante lo que dices, ahora como sabes, Cristo y el Hijo son la misma persona.
Debemos adorar a las Tres Personas Divinas. A cada persona y a la vez a los Tres.
El Apocalipsis y el Credo de Nicea lo aclaran muy bien.
«Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay , oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.». Apoc.
El Cordero es Jesucristo, y el que esta sentado en el Trono es el Padre.
Y el Credo dice sobre el Espíritu Santo «…que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria».
Pero según mi punto de vista en el dialogo inter-religioso al que no mencionan en su justa grandeza es a Jesucristo, el Hijo del Padre. Me parece que hacen una mezcolanza de oraciones y religiones y no veo que se mencione como debe ser su Santo Nombre.
Insustanciales son la mayor parte de tus comentarios, que no son sino una pléyade de insultos contra todo el mundo. Eso sí que es falta de argumentos.
Un saludo,
Carlos Daniel por que dice » insultos contra todo el mundo»?
A mi no me ha insultado.
Claudio,acertadísimo en su comentario,lleno de Caridad,me adhiero totalmente a el,y al tono con que lo dice.