El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha declarado nulas las medidas anunciadas por el gobernador Newsome de California que prohíben la asistencia al culto público como parte del draconiano paquete de supuesta lucha contra la pandemia.
Lo que hace tener jueces adecuados en el lugar oportuno. Primero fue el estado de Nueva York y ahora le toca a California. El Tribunal Supremo americano ha declarado que las medidas que pretextan la necesidad de frenar la expansión de contagios de SARS-2 para prohibir las misas públicas son discriminatorias con respecto a otros establecimientos -arbitrariamente calificados de “esenciales”- y, por tanto, son nulas de derecho.
La sentencia en cuestión responde a la decisión de un tribunal inferior que obligaba a las iglesias cristianas de California a cumplir la orden del gobernador del estado, Gavin Newsom, de cerrar los templos al culto público, eliminando sus consecuencias legales. En otras palabras, impidiendo que las iglesias que desafían el mandato inicuo sean cerradas por la fuerza.
No deja de resultar curioso que los gobernadores que más ferozmente han discriminado contra las iglesias, el neoyorquino Andrew Cuomo y Gavin Newsom, sean ambos nominalmente ‘católicos’, como el ultraabortista Joe Biden o su aliada la presidente de la Cámara, Nancy Pelosi.
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Por fin el Supremo actúa con justicia.
El legado de Trump, sea que prosperen sus denuncias de fraude (y siga como presidente), sea que se las rechacen (y quede como presidente ilegítimo el Nicolás Maduro de EEUU).