Fue en una misa; sí, en la homilía. El sacerdote, a raíz de las lecturas dominicales, realizó una exposición de las verdades más básicas del catolicismo. Esta vida es muy corta; la otra es eterna y no merece la pena desechar la segunda por la primera. El principal mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas; quitando a Dios, lo demás es secundario. Si hay cosas que nos apartan de Dios alejémoslas de nuestras vidas. Nuestro destino es el cielo; evitar el infierno ―sí, sugirió como una posibilidad acabar en el infierno ¡En una misa católica! También predicó acerca de la importancia de la confesión para borrar nuestros pecados y recuperar la gracia.
Lo que es sorprendente es, precisamente, que sorprenda. No recordaba la última vez que un sacerdote ―seguro que la hubo―había dedicado su homilía a recordar a los fieles estas verdades eternas. Y es que, siendo justamente los asuntos más importantes de la vida de un hombre, paradójicamente, se dejan en el último cajón del armario y tan sólo se sacan de pasada, si eso, en algún funeral.
Hablar de estas cosas en la Iglesia se ha convertido en algo políticamente incorrecto. Aunque en los libros y catecismos no se haya cambiado doctrina alguna al respecto y la muerte, el juicio, el cielo y el infierno nos estén ahí esperando a cada uno de nosotros, no se habla prácticamente nada de ello. Da la sensación de que no existen en nuestra religión, más allá de alguna vaga referencia y de honrosas excepciones, que siempre las hay. Da la sensación de que es incómodo hablar sobre los novísimos; es como si no nos lo creyéramos del todo.
El coronavirus fue una ocasión propicia para volver a recordar estas cosas; la muerte estaba a la orden del día. El miedo a la enfermedad podía hacer a la gente plantearse el sentido de esta vida, hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, creo que esto no fue así y me da la sensación de que se ha perdido la oportunidad de volver a hablar al mundo y a los fieles del futuro ineludible que nos espera.
Pero como he dicho antes, hay excepciones. Ayer me hablaron de la eternidad.
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Afortunada soy también yo, puesto que donde acudo a misa dominical se nos habla prácticamente siempre sobre estas cosas: confesión, comunión dignamente recibida, vida eterna, cielo, infi erno y hasta purga torio.
Es muy de agradecer y curioso que sea algo que se vea tan pocas veces.
Por cierto, Infovaticana
Curioso y más que curioso que en los comentarios no se pueda poner sino infi-er-no o pur-ga-torio o inventarse vete a saber qué, porque si se pone como en castellano se debe, no publicáis el comentario.
Ojalá se corrija y podamos escribir normal
Por lo que dices NO resides en Salamanca.
Tienes suerte de oír homilías en las que hablan de las verdades eternas
Humildemente, claro.
Si no ponga «invierno» en su lugar.
Seguramente vais a ir todos al invierno.
Lo soñó usted.
Ah yo pensaba que el infierno había sido abolido, a pesar de que Jesucristo lo nombra varias veces. Enhorabuena!, porque le predican a Ud como Dios manda.
En líneas generales…tenientes generales y capitanes generales, la Iglesia está perdiendo la costumbre de hablar a sus fieles de los Novísimos. Una pena.
Muy «zorro» el tal «Fox»