“Servidor de todos. Una conversación” es un libro en el que el periodista José Francisco Serrano Oceja conversa con el hoy preconizado arzobispo de Burgos, monseñor Mario Iceta. Editado por palabra, hablan sobre todo lo divino y lo humano. Es el primero de una serie de libros con los que se pretende dar a conocer a los obispos españoles más jóvenes. Entrevistamos a Serrano Oceja, profesor de la Universidad CEU San Pablo y periodista reconocido en el mundo eclesial.
¿Por qué Mario Iceta es el primero de este grupo de obispos?
Pues esto tendría que preguntárselo a la editorial, que es la que me hizo la propuesta. Pero tiene su lógica. El perfil de don Mario es singular. Representa a una generación nueva, con ya cierta experiencia en el ejercicio del ministerio, que antes se dedicó a la medicina, con una formación singular, y con no poca proyección debido a los temas que ha abordado como es la pastoral de la familia o la vida.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de monseñor Iceta?
Pues que todo en este obispo es natural, no hay nada en él de artificial ni artificioso. Es, permíteme la expresión, todo como muy normal, como si fuera el párroco que uno quiere tener, o el director espiritual que uno quiere tener, o el cura amigo de la familia que siempre está ahí, con el que puedes contar para los momentos de alegrías y los de tristezas. Me llamó la atención, por ejemplo, lo que le costó dar el paso y aceptar la vocación sacerdotal, quizá buscaba una señal del cielo, o ese estilo laical que no ha perdido con el paso del tiempo. Por cierto, que un obispo nada clerical, y eso se nota a la legua.
¿Cómo es su vida espiritual?
Pues una vida muy volcada en lo esencial, diría, si me permites utilizar un palabro, Cristocéntrica. Habla mucho de su oración, la larga oración de la primera hora de la mañana, de sus lecturas espirituales, de su devoción a la Virgen María, por cierto, que es muy rociero. Y de su espíritu de servicio, que también es una manifestación de una vida espiritual profunda en la que no hace las cosas pensando en sí mismo, en caer bien, en que le acepten y no le rechacen, sino en los otros. Tiene una gran capacidad para ponerse en el lugar del otro.
Don Mario es un vasco reciclado en Andalucía. Una mezcla explosiva.
Pues sí. Pero te diré que es muy vasco, y no solo por los apellidos. Es decir, es una persona fiel a sus raíces, muy fiel a sus amigos, una virtud muy de esa tierra. Y después tiene una fina ironía, que no esconde en ocasiones, algo que seguro aprendió entre capotes.
¿Pero es tan singular y diferente don Mario en el conjunto del episcopado español?
Pues no lo sé, porque no conozco a fondo a todos los obispos. Por otra parte, te diré que cada vez me interesan menos los conceptos genéricos, los universales que diría un clásico, los obispos, y más algunos obispos concretos que creo que representan una nueva generación que está llegando y que va a dar mucho juego, también informativo.
Y ahora el Papa le ha nombrado arzobispo de Burgos, ¿es una patada hacia arriba?
De patada, nada. No olvidemos que Burgos es la sede metropolitana de Bilbao, que es sufragánea. Sinceramente creo que había cumplido una etapa en Bilbao, que inició el cardenal Ricardo Blázquez. Burgos es una perita en dulce, gracias también al magnífico trabajo de don Fidel. Es cierto que se habló que podía ir a otros sitios, a otra archidiócesis. Si alguien ha pensado que el criterio de ese nombramiento es el político, pues igual se equivoca. Lo único que sé es que don Mario va a dar mucho juego, allí donde esté.
Por cierto que dices en el libro que don Mario es un obispo plenamente identificado con el papa Francisco.
Es que no puede ni debe ser de otra forma. Pero te diré una cosa. Don Mario Iceta es un obispo de la hermenéutica de la continuidad, que diría Benedicto XVI. Y eso se nota en el libro. Este es un tema que me ha hecho pensar. No sé si llegará un día en que nos encontremos en España con obispos que actúen a impulsos de la hermenéutica de la ruptura, ruptura con el pasado inmediato, ruptura con los criterios de recepción del Concilio que sentaron los papas posteriores al Concilio. Pero bueno, este es otro tema que ahora no toca.
Vaya despedida que ha tenido, por cierto, don Mario de Bilbao con el caso del cura de Lemona.
Pues sí. En este sentido recomendaría las páginas que en libro se dedican al tema de ETA, de las víctimas, del clero de Bilbao. Lo que no se puede negar es que ha gestionado esa crisis de forma ejemplar. Veremos a ver cómo discurren ahora las cosas por Bilbao.
¿Vas a seguir escribiendo más libros sobre obispos?
De momento, estoy trabajando, poco a poco, con un proyecto de más largo alcance. Permíteme que no diga nada, por eso de no levantar la liebre. Lo que me gustaría es, por una parte, ayudar a que la sociedad entienda mejor a los obispos, su función, para que se entienda mejor a la Iglesia, y por otra que se vaya reduciendo cierta semilla de desafección a los obispos que palpo en algunos sectores de católicos en algunas diócesis.
Les ofrecemos la presentación del libro “Servidor de todos. Una conversación”, que contó con la participación de Mario Iceta.
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Serrano Oceja asume una afirmación que no se aguanta teológicamente. Decir que la identificación plena con Francisco «no puede ni debe ser de otra forma» es algo infundado y absurdo. Según eso, Burke, Müller, Schneider, y muchos otros, lo estarían haciendo mal. Una cosa es mantener la comunión con el Papa, y otra muy distinta tenerse que identificar con su línea ideológica.
Me gustaría saber si Paco Serrano sigue pensando, como dijo en una comida que ofreció como decano en 2014, que don Carlos Osoro es «el párroco que todos quisiéramos tener». Yo lo presencié. No me lo contaron.