Osoro: que se respete la dignidad de cada vida humana «en todo su sagrado e ininterrumpible ciclo vital»

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El arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, presidió el pasado domingo, 15 de noviembre, en la capilla del Colegio Mayor San Pablo CEU, la Eucaristía previa a la clausura del XXII Congreso Católicos y Vida Pública, que se retransmitió por La 2 de TVE. Junto a él concelebraron, entre otros, el vicenconsiliario nacional de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), Jesús Robledo, y el capellán del colegio mayor, Andrés Ramos.

Coincidiendo con la celebración de la IV Jornada Mundial de los Pobres, que el cardenal Osoro quiso recordar al comienzo de su homilía, aseguró que «vivimos un cambio de época» agudizado por la «pandemia que asola la humanidad», un momento también de «incertidumbres», y en este contexto la presencia de los católicos en la vida pública es «fundamental», recoge la archidiócesis. «Que haya hombres y mujeres profundamente enraizados en la experiencia de Cristo, insuflados por el Espíritu Santo, capaces de vivir con intensidad la fe, la esperanza y la caridad, es un tesoro para la Iglesia». Y si además «logramos ser uno para que el mundo crea», será «un milagro impresionante y una aportación fundamental a la vida pública».

El purpurado agradeció a los presentes que muestren al mundo que lo «imposible es posible, que la fe no es una adormidera sino un continuo estímulo para encontrarnos con el que piensa diferente, y esa diferencia no se convierte en un muro que me aleja del otro, sino en un estímulo para cuestionar mi propia percepción de la verdad».

El arzobispo de Madrid indicó que una de las grandes tareas que hay por delante en la actualidad es qué peso se le otorga a la dignidad de toda vida humana «en todo su sagrado e ininterrumpible ciclo vital». En segundo término, qué lugar ocupa en la vida pública y en las políticas económicas «la suerte de los excluidos, esos que el Papa Francisco llama «no ciudadanos», «ciudadanos a medias» o, en términos más realistas, «sobrantes urbanos»». Y en tercer lugar, qué prioridad tiene la urgencia de evitar desigualdades con «políticas de protección a las familias vulnerables, asegurando trabajo decente a todas las persona»» y procurando la efectividad de los «derechos económicos sociales y culturales que han costado sangre, sudor y lágrimas a muchas generaciones».

El cardenal Osoro recordó que la antropología cristiana apuesta por una «ética amiga de la persona, compasiva, integradora, hospitalaria, inclusiva, principialista y al mismo tiempo amable y dispuesta a dialogar con todos». Así es, explicó refiriéndose a la parábola de los talentos que se había proclamado, «como queremos leer esta página del Evangelio: sí, tenemos que vivir fructificando». El talento es «el tesoro inmenso que hemos recibido de Dios». La parábola de los talentos «nos invita a tomar conciencia de la grandeza de la llamada a la vida» y de la responsabilidad que en ella tiene cada uno, en este caso en la vida pública.

En este sentido, alertó contra del miedo, el que hizo al tercer siervo enterrar su talento. El miedo es «el peor enemigo de nuestra vida», «es la perdición, queridos hermanos», que «frena», «nos bloquea» y «nos impide vivir nuestros dones». Y animó a los presentes a preguntarse si tenían miedo «a ser testigos valientes del Evangelio» en medio de este mundo, con los talentos que Dios ha dado a cada uno.

«Jesús se implicó en la vida», expuso, y animó a no vivir en la indiferencia, a seguir la invitación de Cristo de «ponernos en medio del mundo» para que, con los talentos, «ayudemos a que sea más humano, más justo y se viva más el amor de Dios que nos tiene a todos nosotros».

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Comentarios
1 comentarios en “Osoro: que se respete la dignidad de cada vida humana «en todo su sagrado e ininterrumpible ciclo vital»
  1. Muy bien, eminencia. U una vez condenado el aborto por enésima vez en medios que leemos cuatro gatos ¿qué piensa usted hacer? Porque colegios hay, universidades hay, centros culturales hay, cursos prematrimoniales y catequesis también hay y poca formación se da en ellos al respecto. Es más, garantizo que de numerosos colegios concertados salen legión de jóvenes de izquierdas, abortistas y anticatólicos. ¿Y qué me dice de esas magníficas fachadas de catedrales visitadas anualmente por millones de personas y sin una mala pancarta con una imagen de un niño abortado que dialogue con el visitante y le «interpele» (cansina palabra clerical) preguntándoles ¿yo me merecía esto?
    Venga eminencia, venga. A los hechos.

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