En una entrevista concedida a un diario serbio, Politika, el Santo Padre dijo que quienes protestan contra el confinamiento y las restricciones impuestas con el pretexto de la pandemia son egoístas que solo piensan en sí mismos.
Su Santidad separa el trigo y la cizaña en las actitudes con respecto a las medidas adoptadas por los gobiernos contra la pandemia de coronavirus “Por una parte, tenemos auténticos ‘héroes urbanos’ armados de solidaridad y un compromiso callado, concreto y cotidiano, los que aceptan su responsabilidad hacia su prójimo y buscan soluciones concretas para que nadie quede atrás”, dice Francisco. Es decir, el trigo.
“Por otra parte, tenemos un aumento en el número de quienes se han beneficiado de la desdicha de algún otro, o quienes solo han pensado en ellos mismos, protestando o quejándose sobre ciertas medidas restrictivas, incapaces de aceptar que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades y recursos para encarar la pandemia”. La cizaña.
La opción de que exista gente que proteste contra las restricciones por el daño que haga a terceros, que juzgue que son erróneas y perjudiciales para el bien común, no entra dentro de este sencillo esquema de Francisco.
Las consecuencias del confinamiento y otras medidas restrictivas en España han sido devastadoras, con un empobrecimiento general nunca visto en décadas, y una concentración de poder igualmente pavorosa en manos del gobierno, sin contar, naturalmente, con un número de muertos y hospitalizados que supera por millón de habitantes a los de países que, como Suecia, no han impuesto apenas restricciones.
La condena del egoísmo y el ensalzamiento de la solidaridad es obvia y laudable en un jerarca católico. Lo desconcertante es que parezca atribuirse a los gobiernos seculares una rectitud de intención, un altruismo y una infalibilidad que la historia y el sentido común parecen rechazar.
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Sobre este tema sí que sería procedente que dijera: «¿Quién soy yo para juzgar?». Juzga y opina de todo, menos de lo que debe (lo que atañe a Dios)
Hagan lío!!!!!
Una vez más, Francisco se extralimita, yendo más allá de las funciones que son propias de un pontífice . A él no le corresponde hacer comentarios sobre estos asuntos sobre los que cada cual puede opinar lo que quiera.
Yo mismo estoy en contra de la forma como se están haciendo los confinamientos en España y en muchos otros países, y estoy en contra de la obligación general de usar mascarilla.
Condena las protestas contra el confinamiento y al mismo tiempo fomenta la inmigración en Europa, la apertura de fronteras a los ilegales, y su espléndida acogida, con el subsiguiente efecto llamada. Condena las protestas contra las restricciones y al mismo tiempo quiere que no haya restricciones a la inmigración ilegal y tráfico de seres humanos. Es la misma contradicción. Eso sí, los muros del Vaticano bien cerrados.
Y hacer tests rápidos, no molestos y baratos , como el de la saliva.