La Oficina de Prensa de la Santa Sede informaba esta mañana que el Papa Francisco había aceptado la renuncia de un obispo italiano, Giovanni D’Ercole, obispo de la diócesis de Ascoli, cerca de la costa adriática.
¿Qué hace inusual esta renuncia? Primero, está a dos años de tener que presentar la renuncia, ya que el pasado abril cumplió 73. Segundo, la noticia la ha dado el mismo -antes que el propio Vaticano- con un vídeo de menos de dos minutos en el que anunciaba su dimisión, que él definía como un «acto de fe».
«Esta renuncia es una elección difícil, dolorosa pero profundamente libre, inspirada en el servicio de la Iglesia y no por intereses personales», son sus primeras palabras, según recoge Il Resto del Carlino.
“En un momento difícil como este, en el que reina la confusión, hay mucho miedo en la sociedad y siento profundamente la necesidad de dedicarme a la oración”, señala. “Entro en un monasterio donde podré acompañar el camino de la Iglesia de una manera más intensa en meditación, contemplación y silencio. Cuando haya completado este período en el monasterio, me abriré a todas las perspectivas. Siento que Dios me llama a dar un paso para poder prestar servicio de esta manera”, explica D’Ercole.
«Gracias a quienes me amaron. Renuevo mi estima y mi cariño y, sobre todo, tened la seguridad de que no abandono a nadie, pero estaré aún más cerca de la diócesis, de cada uno de ustedes con mis oraciones. Siento que solo Dios puede ser la esperanza confiable sobre la que descansar cada paso que demos hacia un futuro que parece incierto, pero que estará marcado por la luz de Dios ”. D’Ercole deja la diócesis de Ascoli tras seis años al frente.
A este prelado le conocerán porque fue noticia en estas páginas allá por los últimos días de abril, cuando protestó contra los límites al culto establecidos por el coronavirus.
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Si es un llamado a la vida de oración y contemplativa, como más sublime que la vida activa (Marta, Marta, tú te afanas por muchas cosas…) , bien está; pero si es una especie de fuga mundi por lo que está viendo en la Iglesia (a día de hoy la iglesia y el mundo son uno), mejor quedarse a cuidar a sus ovejas y no ser perro mudo.
Dios sabrá.
Mal vamos, cuando las ovejas tenemos que defendernos del lobo y del pastor. (Ezequiel 34).