El arzobispo de Boston, el cardenal O’Malley, ha explicado que es comprensible que las declaraciones del Santo Padre sobre las uniones civiles entre homosexuales hayan captado la atención de la prensa mundial, «porque muchas personas están ansiosas por que la Iglesia cambie su posición sobre el matrimonio y la familia».
«El Papa Francisco enseña fuerte y consistentemente que el matrimonio es entre un hombre y una mujer para toda la vida y que este es el plan de Dios para tener y criar hijos», escribió el purpurado franciscano en su blog el pasado 23 de octubre.
O’Malley, estrecho colaborador del Papa Francisco, siendo uno de los siete cardenales que le ayudan en el gobierno de la Iglesia universal, ha explicado que «el respaldo del Papa a las uniones civiles no es un respaldo a la actividad homosexual». Así como la Iglesia «no hace campaña» contra las leyes que permiten las parejas de hecho o los segundos matrimonios civiles, «aunque tales arreglos pueden violar las leyes de la Iglesia», Francisco «reconoce que en la sociedad civil puede haber razones convincentes para promulgar leyes que prevean uniones civiles que no son lo mismo que la institución del matrimonio», ha señalado el prelado de 76 años.
El Papa ha visto las uniones civiles «como una forma para que los gobiernos brinden protección y atención médica a las parejas en relaciones comprometidas a largo plazo, ya sean hermanos, amigos o parejas. Tales arreglos no siempre son de naturaleza sexual», ha asegurado el también presidente de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores.
«El Santo Padre es muy consciente del sufrimiento y la alienación de las personas homosexuales, los gays, que son rechazados por la familia y la sociedad», ha escrito el cardenal de Boston, añadiendo que también es consciente de que hay padres y seres queridos «que también sufren porque un miembro de su familia es intimidado o marginado por ser diferente».
«Las demandas de la moralidad sexual son un gran desafío para cualquiera que busque llevar una vida de fiel discipulado», ha señalado el arzobispo americano. El cardenal ha manifestado que no servimos bien a la gente «al afirmar falsamente que podemos cambiar el Decálogo». «Nuestra tarea es mostrar a las personas que las amamos y nos preocupamos por ellas y que juntos podemos luchar por ser mejores personas, más generosas, más valientes y más fieles a lo que Dios nos llama a hacer», ha concluido.
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Pues se podrá decir más alto pero no más claro, como se suele decir. Mejor defendiesen a otras víctimas de todo tipo de abusos, que las hay a montones, incluso víctimas de los que defienden con tanto ardor, hasta convertirse en cómplices de sus fechorías. Jesús, como dicen estos malandrines, no dudaba en condenar el pecado para salvar las almas, estos parece hijos de Satanás con tanta «misericordia» meliflua y que no es tal, si no complicidad del pecado.
Lamentablemente ha metido la pata.
Bueno …No la ha metido…porque es algo que parece siempre ha pensado. Es cierto que a nivel de calle yo digo que solo el matrimonio es para la pareja hombre/mujer… pero lo que ha hecho traerá cola, puesto que a nivel interno hay muchos que opinan que él ha iniciado un camino. El que venga o los que vengan después tendrán en frente a los medios y la prensa internacional… dudará está presión décadas.
A nivel exterior lo mismo. Tendremos más presión los que decimos que eso está mal…a nivel de familia, trabajo.
Buen intento, pero como que no lo acabo de ver muy claro. Vamos, que sigo más confuso ahora que antes.
Sin acritud, el respaldo del cardenal es jesuítico—
Es alucinante el malabarismo en el lenguaje para justificar lo que evidentemente es erroneo.
La jerarquia en la inmensa mayoria por omision o hechos han perdido la ruta.
Congregación para la Doctrina de la Fe “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” del año 2003:
“Es falso el argumento según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesaria para evitar que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos. En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco.”
No se puede promover un mal menor que a la vez justifica un mal mayor; al menos dentro de la Iglesia no debería suceder. Tergiversar el lenguaje y la forma no tiene nada de moral ni edifica.
La condición es no pecar más. Todo lo demás son mentiras.
Lo peor es el daño tan tremendo que se está causando a aquellas personas católicas que sintiéndose atraídos por el mismo sexo, viven en castidad. Solo el amor de Dios correspondido y su generosa gracia les pueden mantener íntegros en el arduo peregrinaje por los caminos de un mundo enfermo. Porque es verdaderamente triste, que en vez de alentar a la castidad y fomentar el equilibrio emocional y afectivo, inciten al pecado. No tiene perdón de Dios.