La Conferencia Episcopal Italiana ha lanzado un nuevo itinerario de peregrinación, el ‘Camino Laudato Sì’, con una fórmula que se diferencia en esto de los tradicionales trayectos católicos de peregrinación: no lleva a ninguna parte, a ningún santuario especial, a ningún lugar de particular devoción.
Lo cuenta Vatican News: los obispos italianos proponen un recorrido de 150 kilómetros que parte de Castelluccio Inferiore, dentro del Parque Nacional del Pollino, en la provincia de Potenza, y llega a Policoro, en la zona de Matera, en la playa Jónica. ¿Por qué hasta allí? ¿Por qué desde allí?
Porque es el Camino Laudato Sì, donde lo importante no es llegar, sino caminar. Contemplando, claro. A través de pequeñas ciudades, pueblos antiguos y paisajes incontaminados, entre arte, cultura y tradiciones, el Camino quiere promover una reflexión sobre la Encíclica Laudato si’ de una manera no abstracta, sino por inmersión, combinando conocimiento, contemplación, encuentro, espiritualidad y cuidado de la Creación.
La idea nació con motivo del 25 aniversario del Proyecto Policoro, querido por los obispos para enseñar a los jóvenes a evangelizar el trabajo y crear empresas. Se está preparando un subsidio para la oración y la meditación, que la Oficina de Pastoral Social y Trabajo del CEI publicará en su página web, para aquellos que deseen ponerse en camino. El próximo verano está prevista una primera peregrinación para los jóvenes del Proyecto Policoro y para los seminaristas italianos.
Aunque la idea de peregrinación religiosa no nació con la Iglesia Católica, sí podemos afirmar que esta ha hecho un extenso y fructífero empleo de esta forma de piedad que consiste en dirigirse, preferiblemente a pie, a algún lugar relevante para la fe.
Hay y ha habido incontables lugares objeto de peregrinación, pero tres han destacado sobre todos los demás, engendrando incluso palabras exclusivas para quienes realizaban el viaje por motivos religiosos. Así, se llamaba ‘peregrinos’ preferentemente a quienes iban a la tumba del Apóstol Santiago en Galicia, un camino que, como efecto secundario, contribuyó enormemente a crear una conciencia europea y que sigue siendo enormemente popular.
Luego están los que peregrinaban al centro de la cristiandad católica, y eran denominados ‘romeros’ por su destino, aunque hoy la palabra ‘romería’, identificada con la Virgen, se utilice para cualquier caminata orante a un santuario mariano. Y, por último entre los tres grandes, estaba el gran viaje a los Santos Lugares, a cuyos peregrinos se les llamaba ‘palmeros’. Curiosamente, fue la protección de los palmeros, masacrados en grandes números por los turcos que se habían hecho con la tierra, lo que motivó las polémicas Cruzadas. Pocos saben que la palabra ‘cruzada’ no data de aquella época, y que en los documentos de entonces eran consignadas como ‘peregrinationes’.
En los tiempos en que la fe cristiana era la cosmovisión compartida por todas las sociedades de Europa, peregrinar era un fenómeno enormemente popular, incluso una penitencia no insólita impuesta en confesión, entre otras cosas porque remedaba la propia vida del hombre, Homo Viator, sobre la tierra, cuando se concebía nuestra estadía en este mundo como un peregrinar hacia el otro, verdadero fin del cristiano.
Todo este pasado, esta naturaleza histórica de la peregrinación, en la que el camino no es más importante que la meta, lo que hace desconcertante el itinerario que proponen los obispos italianos y que ofrece, a su pesar, una ominosa alegoría sobre el mensaje de los pastores en nuestro tiempo.
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Es la mentalidad de quienes llevan décadas intentando inculcar que el genuino e interior Camino de Santiago debe culminar en el cabo de Finisterre hasta encontrarse a uno mismo frente al mar (ni que decir tiene que estos gnósticos paganizantes siempre dicen Fisterra, porque en su ADN va también inscrito el separatismo anti-español). Todo para desvirtuar el protagonismo de un molesto Apóstol de Jesucristo. Pero, claro, estos gurús del Laudato son obispos…
Podrían montar una agencia de viajes. Pero para eso no vale la pena ordenarse obispo
No, pero ayuda!
Si Jesús hubiera predicado el Evangelio de este día hubiera dicho algo así:
“¡Ay de ustedes, hipócritas, porque se esmeran por plantar un nuevo árbol, buscar dueños a los cachorros de una perra y protestar por la contaminación de los ríos pero dejan matar a los niños indefensos abortándolos, comen y ríen y aprueban al adúltero, concubino y homosexual. Uno de los católicos allí presente, de un alto puesto de la ONU se quejó al Señor diciendo: ¡Maestro, al hablar así, nos ofendes también a nosotros! Y Jesús le respondió: ¡Ay de ustedes que oprimen a las naciones condicionando la ayuda para sus males si no aprueban la ley del aborto y de la eutanasia y no enseñan en las escuelas la ideología de género que niega que mi Padre haya hecho solo hombres y mujeres sino todas las depravaciones nacidas de los vicios de los hombres! Así ustedes son peores de aquellos que les mandan a hacer estas cosas”
Muy bien dicho, hermana.
Edificante. Gracias
Amen!
Cuando estudiaba teología, eran muchos los sacerdotes que hacían la siguiente reflexión: “si Jesús volviera a nacer, lo volverían a matar, los mismos que lo hicieron entonces, los creyentes de toda la vida”.
Siempre he odiado eso de «el camino es más importante que la meta», y sus variantes, como «se disfruta más con los preparativos que con el viaje (o con la fiesta o celebración)» o «viajar con ilusión es mejor que llegar».. Ya te están diciendo entonces que todo es un timo, y que toda esperanza es ilusoria. Cuando camino o preparo algo es porque CREO en ello. Gracias, Carlos Esteban
Amalia: En el caso del Cristianismo, además, éste es un Valle de Lágrimas, como decimos en la Salve, y por eso añadimos «ea, pues, Señora, Abogada Nuestra, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre» y, ¿cómo nos va a mostrar a Jesús si después del camino no importa lo que haya?