Francisco: «Cuando la Iglesia no sale se pone enferma»

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«La Iglesia debe ser como Dios: siempre en salida; y cuando la Iglesia no sale, se pone enferma de tantos males que tenemos en la Iglesia», dijo el Papa Francisco el domingo antes del rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano.

«¿Por qué estas enfermedades en la Iglesia? Porque no sale. Es cierto que cuando uno sale existe el peligro de que tenga un accidente. Pero es mejor una Iglesia accidentada por salir, por anunciar el Evangelio, que una Iglesia enferma por estar encerrada. Dios sale siempre, porque es Padre, porque ama. La Iglesia debe hacer lo mismo: siempre en salida», aseguró el Pontífice.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy (cfr. Mt 20,1-16) narra la parábola de los trabajadores llamados a jornal por el dueño de una viña. A través de esta historia, Jesús nos muestra el sorprendente modo de actuar de Dios, representado en dos actitudes del dueño: la llamada y la recompensa.

En primer lugar, la llamada. El dueño de la viña sale en cinco ocasiones a la plaza y llama a trabajar para él: a las seis, a las nueve, a las doce, a las tres y a las cinco de la tarde. Es conmovedora la imagen de este dueño que sale varias veces a la plaza a buscar trabajadores para su viña. Ese dueño representa a Dios, que llama a todos y llama siempre, a cualquier hora. Dios actúa así también hoy: nos sigue llamando a cada uno, a cualquier hora, para invitarnos a trabajar en su Reino. Este es el estilo de Dios, que hemos de aceptar e imitar. Él no está encerrado en su mundo, sino que “sale”: Dios siempre está en salida, buscándonos; no está encerrado. Dios sale, sale continuamente a la búsqueda de las personas, porque quiere que nadie quede excluido de su plan de amor.

También nuestras comunidades están llamadas a salir de los varios tipos de “fronteras”, que pueden existir, para ofrecer a todos la palabra de salvación que Jesús vino a traer. Se trata de abrirse a horizontes de vida que ofrezcan esperanza a cuantos viven en las periferias existenciales y aún no han experimentado, o han perdido, la fuerza y la luz del encuentro con Cristo. La Iglesia debe ser como Dios: siempre en salida; y cuando la Iglesia no sale, se pone enferma de tantos males que tenemos en la Iglesia. ¿Por qué estas enfermedades en la Iglesia? Porque no sale. Es cierto que cuando uno sale existe el peligro de que tenga un accidente. Pero es mejor una Iglesia accidentada por salir, por anunciar el Evangelio, que una Iglesia enferma por estar encerrada. Dios sale siempre, porque es Padre, porque ama. La Iglesia debe hacer lo mismo: siempre en salida.

La segunda actitud del dueño, que representa la de Dios, es su modo de recompensar a los trabajadores: ¿cómo paga Dios? El dueño se pone de acuerdo con los primeros obreros, contratados por la mañana, para pagarles «un denario» (v. 2). En cambio, a los que llegan a continuación les dice: «Os daré lo que sea justo» (v. 4). Al final de la jornada, el dueño de la viña ordena que a todos les sea dada la misma paga, es decir, un denario. Quienes han trabajado desde la mañana temprano se indignan y se quejan del dueño, pero él insiste: quiere dar el máximo de la recompensa a todos, incluso a quienes llegaron los últimos (vv. 8-15). Dios siempre paga el máximo. No se queda a mitad del pago. Paga todo.Y aquí se comprende que Jesús no está hablando del trabajo y del salario justo, que es otro problema, sino del Reino de Dios y de la bondad del Padre celestial que sale continuamente a invitar y paga el máximo salario a todos.

De hecho, Dios se comporta así: no mira el tiempo y los resultados, sino la disponibilidad, mira la generosidad con la que nos ponemos a su servicio. Su actuar es más que justo, en el sentido de que va más allá de la justicia y se manifiesta en la Gracia. Todo es Gracia. Nuestra salvación es Gracia. Nuestra santidad es Gracia. Donándonos la Gracia, Él nos da más de lo que merecemos. Y entonces, quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. “Pero yo he trabajado mucho, he hecho mucho en la Iglesia, he ayudado tanto, ¿y me pagan lo mismo que a este que ha llegado el último?”. Recordemos quién fue el primer santo canonizado en la Iglesia: el Buen Ladrón. “Robó” el Cielo en el último momento de su vida. Esto es Gracia, así es Dios, también con todos nosotros. El que piensa en sus propios méritos, fracasa; quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último —como el Buen Ladrón— a primero (cfr. v. 16).

Que María Santísima nos ayude a sentir todos los días la alegría y el estupor de ser llamados por Dios a trabajar para Él en su campo, que es el mundo, en su viña, que es la Iglesia. Y de tener como única recompensa su amor, la amistad de Jesús.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Según los programas hechos antes de la pandemia, en los días pasados tendría que haberse celebrado el Congreso Eucarístico Internacional en Budapest. Por ello, deseo dirigir mi saludo a los Pastores y a los fieles de Hungría, y a todos los que esperaban con fe y alegría este evento eclesial. El Congreso ha sido aplazado hasta el año que viene, del 5 al 12 de septiembre, siempre en Budapest. Continuemos, unidos espiritualmente, el camino de preparación, encontrando en la Eucaristía la fuente de la vida y de la misión de la Iglesia.

Hoy se celebra en Italia el Día por la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Invito a sostener esta importante institución cultural, llamada a dar nuevo vigor a un proyecto que ha sabido abrir la puerta del futuro a muchas generaciones de jóvenes. Es muy importante que las nuevas generaciones se formen en el cuidado de la dignidad humana y de la casa común.

Saludo a los romanos y a los peregrinos de varios países: familias, grupos parroquiales, asociaciones y demás fieles.

Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

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Comentarios
13 comentarios en “Francisco: «Cuando la Iglesia no sale se pone enferma»
  1. Salir sin saber a dónde se quiere llegar no es de recibo. Tampoco resulta muy adecuado lo de «salida» en medio de una pandemia en que la misma Iglesia nos dice que nos retiremos a los cuarteles de invierno. El que trabaja en casa no sale.

  2. Pues con Francisco la Iglesia ha estado más cerrada que nunca. Y amordazada como nunca.
    Han cerrado los templos, han cerrado seminarios y congregaciones, han puesto la mordaza a todo el mundo y se han arrodillado ante el Nuevo Orden Mundial.

  3. Entonces.. con ir a misa los domingos y fiestas de guardar ya he cumplido. Que más da que mi vida. Y mis actos sean una expresión del Amor de Dios.
    Cada día entiendo mejor tú odio a lo que se sale de tu pensamiento único y faltó de amor hacia los que más lo necesitan.

  4. Belzunegui,observo que tienes una visión muy naturalista sobre el Papa y la Iglesia,que te impide ver cuál es la situación escatológica en la que vivimos.Hay que sobrenatural izarlo todo incluso al Romano Pontífice.

  5. Con todo respeto la parábola refiere al Reino del Cielo y a la llamada de Dios a los hombres cuya recompensa a los que respondan será la misma medida de la salvación para cada uno los que lleguen primero igual para los que lleguen último, pero deben responder no saliendo de la Iglesia sino entrando en la misma.
    No hay que salir de Dios, eso se hizo en el pecado original y fue una salida mortal.
    Salir por salir es como no haber salido, un círculo viciado.
    Ir por el mundo enseñando el Evangelio y bautizando a todos los que adhieran es la misión, como lo es custodiar las Verdades de Fe de las que la Iglesia no es dueña sino custodia.
    Que algunas personas en la institución estén encerradas es una elección moral de las mismas pero no compromete ni representa a la Iglesia que tiene muchísimos pastores de a pie que cumplen su trabajo evangelizador y proporcionan los sacramentos a los creyentes.
    Pidamos al Señor la conversión de todos y que nadie estorbe.

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