Hoy es el Día Mundial contra la Trata, y Radio Vaticana-Vatican News ha organizado una programación especial en la que ha intervenido el cardenal subsecretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, Michael Czerny, quien ha advertido que esta plaga se ha agravado durante el confinamiento… sin mencionar en ningún momento las redes mafiosas que organizan el horrible periplo por el que los migrantes subsaharianos llegan a las costas europeas.
«La trata de personas sigue siendo una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea”, ha dicho el Papa hoy a través de su cuenta en la red social Twitter. “Agradezco de corazón a todos los que actúan a favor de las víctimas inocentes de esta mercantilización de la persona humana. ¡Queda tanto por hacer!”.
La trata de personas sigue siendo una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea. Doy gracias de corazón a todos los que trabajan a favor de las víctimas inocentes de esta mercantilización de la persona humana. ¡Aún queda mucho por hacer! #EndHumanTrafficking
— Papa Francisco (@Pontifex_es) July 30, 2020
Verdaderamente queda mucho. Entre otras cosas, entender la mecánica de los incentivos y la ley de la oferta y la demanda, por la que si unos países acogen siempre en sus sociedades a quienes entran ilegalmente y les ofrecen unos servicios sociales que les permiten vivir a costa del erario público, necesariamente se fomentará este tráfico, que explotarán en buena lógica redes mafiosas dedicadas, precisamente, a la trata de personas.
“El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos”, leemos en Vatican News. “Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de delincuentes que mercantilizan las vidas humanas, en sus propios países y en el extranjero. Esta dramática situación, que afecta a millones de personas en el mundo, se ha agravado aún más por la emergencia sanitaria causada por el Covid 19, transformada en un resquicio por donde entra la creatividad delictiva”.
El cardenal Michael Czerny, subsecretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, entrevistado por la radio oficial del Vaticano, ha incidido en que el confinamiento debido a la pandemia de coronavirus ha agravado este fenómeno. “La gran tristeza es que estos meses de pandemia hemos asistido a un terrible aumento de la trata y esto debe escandalizarnos”, asegura. “Mientras todos nosotros, los “buenos”, estamos encerrados en casa, ¿cómo es posible que aumente la demanda y no se reduzca? Esto indica que las raíces del problema se encuentra en las casas, en el corazón de las personas, de los ciudadanos, de los hermanos y hermanas que nos rodean. Esta conexión entre la trata y la vida aparentemente normal es un gran escándalo que debe hacernos reflexionar, pedir perdón a Dios, para buscar la necesaria conversión que reduzca y elimine la demanda que es el motor de la trata”.
De acuerdo, Eminencia, reflexionemos. ¿No hay un nexo más evidente y directo de la trata que no implica a las “personas normales”, que si han estado encerrados en sus casas no ha sido exactamente por voluntad propia?
Nunca se ha visto en toda la historia que se genere un incentivo, se conozca, y no surja inmediatamente quien trate de sacarle un beneficio económico. Si la política oficial del Vaticano, de la Iglesia, como expresó recientemente en referencia a España el subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Fabio Baggio en el VI Foro de Migraciones y Movilidad Humana, es animar a los estados a que abran de par en par sus fronteras a quienes quieran atravesarlas y luego ‘regularizar’ a todos los que hayan entrado -es decir, ofrecerles los pertinentes servicios sociales-, ¿qué cree Czerny que va a pasar? La gigantesca demanda que eso genera, ¿cómo va a cubrirse, sino enriqueciendo a unas redes mafiosas que cobran lo que para los inmigrantes constituyen fortunas, para llevarles en un viaje arriesgado que puede acabar en el fondo del mar o en un mercado de esclavos de Libia?
Czerny puede flagelarnos cuanto desee a las ‘personas normales’, que nada va a cambiar porque las mafias no suelen escuchar la voz del alto clero ni van a experimentar la ‘necesaria conversión’ que nos pide. Y en cuanto a esa demanda que, en sus propias palabras, es el ‘motor de la trata’, la fomentan esas políticas prelapsarias de papeles para todos que defiende el Vaticano. Y quizá sea por eso que entre las formas de trata que se condenan en el programa se esquiva cuidadosamente la de los traficantes de seres humanos en la inmigración ilegal.
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Cuando los Mercedarios,compraban esclavos,o se intercambiaron por ellos,nadie pensó en que beneficiaban a los traficantes de esclavos,solo se pensaba en liberar al mayor número de personas,que sufrían a manos de otros sin escrúpulos,que no reconocían en ellos a sus semejantes,tratándolos peor que a los animales.Los Mercedarios lo tuvieron claro,liberar al que sufre esclavitud.
Es un mandato bíblico acoger a forasteros y mostrarles hospitalidad:
«Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;» Mateo 25:34-35
«No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles.» Hebreos 13:2
El mandato bíblico hace referencia a la caridad, que como virtud teologal es voluntaria. La caridad no se practica con cargo al presupuesto de otros, ni en la casa de otros.
Si la caridad/amor, es algo voluntario. ¿Qué significa el evangelio para usted?
Lo que para todo católico. La caridad, como la propia fe, es individual y libre, no colectivizada e impuesta.
La Caridad, no es ni individual ni libre. Forma parte del principal mandamiento de Jesús y de la esencia de la vida cristiana y eclesial. Le sugiero que lea algo que forma parte de la esencia de la fe de la Iglesia: El libro de los hecho de los apóstoles (2, 42_47) y también (4, 32-37).
La caridad, forma parte de la esencia de la fe. También le aconsejo la primera carta de Juan (4, 20-21). Que viene a decir que el que dice que ama a Dios y no ama a su hermano, es un mentiroso. Si no hay amor y caridad con los hermanos, hay algo que tengo claro: no hay fe cristiana.
Es un mandato bíblico acoger forasteros y mostrarles hospitalidad:
«Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;» Mateo 25:34-35
«No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles.» Hebreos 13:2
Czerny, personaje enigmático.
De ascenso meteórico.
Y proveniente, intacto, sin rasguños, sin lides notorias contra el poder laicista, fresco y lo más campante desde Canadá, que es el caldero «modelo» de avanzada, de todas las políticas anticristianas, antivida y de reingeniería social que se puedan imaginar.
Se condena la trata de personas pero se pide maximizar los beneficios de esa industria indigna mediante el efecto llamada y la regularización masiva de todos los ilegales. ¡Qué falta de coherencia!
La caridad debe de ser individual y voluntaria, y que le duela a uno su bolsillo Si se ataca al bolsillo del otro para recoger fondos con destino a la caridad, usted se pone unas medallas que no le corresponden. Yo no sé, si ese tipo de caridad es justo o si deben o no estar la derecha o la izquierda del Padre. En principio es una forma de apropiarse uno los méritos que se han ganado con el robo o coacción hecha a otras personas. Vamos que es aquello de desnudar a un santo para vestir a otro.
Los refugiados de verdad son el 10% de quienes afirman serlo y solicitan asilo; el 90% restante son ilegales. Los Estados también tienen derecho a regular la inmigración y penalizar a quienes se saltan las normas, sean quienes sean. La mejor ayuda que podemos prestar es que todos los que vienen a través de las mafias vuelvan a sus países de origen y colaboren en su construcción. Aceptarlos es fortalecer las mafias.
Uno, ¿en serie me quiere decir que la caridad se impone y se colectiviza? Menos bromas, por favor.
Amar a Dios, siempre. Y por medio de Él, amar al hermano, siempre.
Pero resulta que Cristo no se refería a disponer del dinero público sino del esfuerzo, la voluntad y el pecunio propio. He ahí la caridad material cristiana. Lo otro es algo bien diferente de la caridad cristiana, y por ello, de la fe cristiana.
«Uno, ¿en serie me quiere decir que la caridad se impone y se colectiviza?»
No, es algo mucho más fácil: si no muestras caridad con el prójimo, no eres cristiano, sino un mentiroso como bien recoge la 1 Carta de Juan.
Y con el forastero lo mismo, hay que acogerlos y mostrarles hospitalidad, como enseña la Biblia (Mateo 25:34-35; Hebreos 13:2).
Obvio, sin caridad no eres cristiano. Pero eso no responde a mi pregunta. ¿Es voluntaria o impuesta?. ¿Es individual o colectivizada?.
Así que repito lo dicho: la caridad cristiana es libre e individual, se hace a cargo de uno mismo, no con cargo al esfuerzo o recursos de otros. Y nunca violentando a la legítima autoridad civil. Eso ya no es caridad.
«Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios.» I Pedro 2:16
Para saber más sobre la libertad cristiana le recomiendo la encíclica Libertas Praestantissimum, sobre todo en la parte sobre la libertad natural y la libertad moral. La libertad verdadera está solo en Cristo, y a imagen de la Virgen María somos liberados proclamándonos siervos del Señor.
Uno, conviene que sea más templado en sus afirmaciones.
Catecismo de la Iglesia, numeral 166: La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
Con respecto a la caridad como virtud teologal, es por definición una obra voluntaria. La caridad, cuando se impone, pasa a ser otra cosa, muy diferente. Por ejemplo, lo de «justicia social», ajeno por completo a la caridad cristiana.
La justicia social, como pone en su nombre, deriva de la virtud cardinal de la Justicia. Y la Justicia a su vez alcanza su plenitud al dejarse inspirar por la virtud teologal de la Caridad. En ese sentido se puede decir que la justicia social no es ajena a la caridad cristiana, sino todo lo contrario, es un elemento muy importante en la Doctrina Social de la Iglesia.
La justicia social no tiene NADA que ver con la caridad cristiana. Usted quiere mundanizar nuestra fe, privarla de su fondo espiritual.
«No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Usted no busca a la Iglesia, busca un Ministerio gubernamental.
No hay justicia alguna en el hecho de poner en peligro a la seguridad de todos. Es injusto en esencia.
La Justicia que busca el cristiano es la del Reino de los Cielos, no la de un político que busca la dependencia de sus conciudadanos del subsidio gubernamental.
Quién ayuda al prójimo, lo hace con su bolsillo, no con el de otro por coacción.
Un cristiano es caritativo cuando dispone de sus bienes en favor del prójimo de forma directa, voluntaria y como camino de perfección espiritual, no en un proceso de coacción desde un organismo político dirigido por un Estado que se arroga una utopía redistribucionista