La conversión ecológica y el sexo de los ángeles

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“¿Cómo es el compromiso con el medio ambiente?”. Así comienza el artículo que la Conferencia Episcopal Española ha publicado en su página web, cuyo autor es un jesuita profesor en la Universidad Pontificia de Comillas, Jaime Tatay.

“En las últimas décadas la Iglesia católica ha tomado conciencia de la necesidad urgente de cuidar la Creación, nuestra «casa común», como le gusta decir al papa Francisco”, empieza el artículo. Esa nueva “conciencia” se está concretando “poco a poco” en diversas propuestas. El profesor de Comillas pone el ejemplo de Cáritas con la “moda re-“, un tratamiento de la ropa usada.

“Un número creciente de colegios y universidades católicas están también introduciendo en sus programas y en el propio funcionamiento de las instituciones docentes los grandes retos planteados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas”, señala Tatay en el artículo publicado por el órgano de los obispos españoles

El jesuita asegura que en el ámbito parroquial “cada vez hay un mayor interés por introducir prácticas de gestión ambiental”. Con este fin se ha elaborado una Guía para “la conversión ecológica de las parroquias católicas”. El manual, explica el religioso, “revisa posibles medidas en la gestión del agua, de los consumibles, los materiales de construcción, los jardines o el tratamiento de los residuos. Asimismo, se anima a las comunidades cristianas a proponerse metas concretas que ayuden al ahorro energético, al mayor uso de las energías renovables o de productos con certificación ecológica”.

También explica como en varias diócesis se han creado Comisiones de Ecología Integral “que tratan de sensibilizar y formar a toda la comunidad cristiana en esta cuestión”. “Evidentemente queda mucho por hacer”, termina el jesuita, “por eso la implicación de todos es fundamental para cuidar nuestra casa común, el gran regalo de la Creación”.

Se cuenta que cuando los turcos estaban a punto de conquistar Constantinopla, de la que nos estamos acordando mucho estos días, los sabios y teólogos de Bizancio, en lugar de preocuparse de defenderse de los invasores musulmanes, perdían el tiempo discutiendo acerca del sexo de los ángeles.

El evangelio de hoy viene como anillo al dedo: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria».

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