Cardenal Osoro: «Necesitamos una ley de educación que sea fruto del consenso»

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El cardenal Carlos Osoro ha escrito su carta semanal sobre la ley de educación que se encuentra en trámite.

En España, dice el arzobispo de Madrid, en este tiempo “de grandes cambios y grandes retos”, se está tramitando una nueva ley de educación. “A mi modo de ver, una ley educativa es la manifestación de lo que deseamos para el futuro de un pueblo. La educación es clave para el presente y el futuro de una nación”, asegura.

“Una ley educativa expresa cómo se desea configurar un nuevo modo de entender a la persona y sus relaciones, cómo se quiere construir la convivencia, la escala de valores que deseamos que la sustente y que nunca es aséptica, pero que debe respetar lo que es constitutivo del ser personal y de su historia colectiva. ¿Qué hacer en estas circunstancias que vivimos para humanizar la educación, es decir, para construir un sistema educativo que fragüe la cultura del encuentro, del diálogo, de la esperanza, de la inclusión, de la cooperación?”, manifiesta el cardenal Osoro.

“¡Qué bueno es mirar a la Iglesia entrando en todas las culturas y viendo que no rechaza nada que sea verdadero y santo!”, exclama en el escrito. Ella debe anunciar a Cristo “como signo de amor universal y fuente de toda gracia”. “Y así se establece en todas las partes de la tierra, llevando una manera de entender la vida y de ver al prójimo, que en algunos momentos se rechaza, pero al final se llega a la conclusión de que el proyecto de persona que ofrece es un bien para la sociedad”, advierte el purpurado.

“En épocas nuevas, la Iglesia siempre ha tenido el atrevimiento y la osadía que le da Jesucristo para presentarse en medio del mundo diciendo a los hombres: os ofrezco un nombre nuevo, hijos y hermanos”, dice el prelado.

“Es importante mostrar itinerarios formativos que den salidas a los desafíos actuales. Una nueva ley educativa debe dar salidas a estos desafíos”, señala Osoro, que opina que ese desafío hoy “es la cuestión antropológica, el ser humano como tal”. De ahí la importancia de los sistemas educativos y “todos los planes de educación”.

“La cuestión educativa es de capital importancia para entrar en esta nueva época, debe servir a la persona y no servirse de la persona. Los objetivos más altos de la humanidad se alcanzan dando todas las posibilidades al ser humano para que descubra él por sí mismo quién es”, escribe el arzobispo de Madrid.

“Son necesarios sistemas educativos abiertos y no cerrados”, dice, sistemas “que sitúen a la persona humana en un lugar central, en diálogo y encuentro, buscando siempre el bien común y no cerrando ninguna de las dimensiones esenciales que tiene. Tenemos que dar alma a este mundo”, continúa el purpurado.

“Rechazamos visiones del hombre trasnochadas y basadas en el materialismo, el idealismo, el individualismo y colectivismo”, señala. Son visiones “en decadencia”, que “entienden la educación como un proceso por el que adiestramos a la persona para la vida pública, donde corrientes diversas compiten para ver cómo lo hacen mejor”. Esto, explica, “lleva a construir sistemas educativos cerrados, en los que predomina quien tiene más fuerza” y los resultados son “evidentes”, apareciendo “la cultura del consumo, la ideología del conflicto, el pensamiento relativista…”, añade.

Según Osoro, un sistema educativo debe poner a la persona “en un lugar central y respetar a la familia”, primera sociedad natural, y situarse a su lado “desde una concepción correcta de la subsidiariedad”. “No pueden predominar otros intereses”, escribe.

“Hemos de impulsar a vivir, a estudiar y a actuar en razón del humanismo solidario; ofreciendo lugares de encuentro, de confrontación, y creando proyectos educativos válidos que abracen todas las dimensiones de la persona. Necesitamos una ley educativa que piense en las personas, que sea fruto del consenso y que tenga horizontes de futuro”, concluye el arzobispo.

Carta completa

En este tiempo de COVID-19 han pasado muchas cosas que nos han afectado profundamente. Y hoy el mundo atraviesa varias crisis de naturaleza muy diversa. Por la situación previa a la pandemia, por la propia pandemia y por lo que esta ha provocado se acumulan problemas sanitarios, demográficos, económicos, financieros, laborales, políticos, ambientales, migratorios, educativos… que afectan de forma especial a los más vulnerables.

En este contexto, los cristianos apelamos al bien común, un camino en el que cada uno ponemos lo mejor de nosotros mismos, en el que las tareas y las responsabilidades se dividen y comparten. Tenemos la certeza de que Cristo redimió al ser humano y quiere recomponer en cada uno de nosotros su misma capacidad de relación con los otros. Nos regala esa caridad que brota de su Corazón y que siempre genera una búsqueda de justicia, que es un canto de fraternidad y de solidaridad y un estímulo permanente para construir la cultura del encuentro. En todas las partes de la tierra hay muestras de cómo los cristianos aportan ese amor del Señor que fragua las relaciones e intensifica la creatividad.

En España, en este tiempo de grandes cambios y grandes retos, se está tramitando también una nueva ley de educación. A mi modo de ver, una ley educativa es la manifestación de lo que deseamos para el futuro de un pueblo. La educación es clave para el presente y el futuro de una nación. Una ley educativa expresa cómo se desea configurar un nuevo modo de entender a la persona y sus relaciones, cómo se quiere construir la convivencia, la escala de valores que deseamos que la sustente y que nunca es aséptica, pero que debe respetar lo que es constitutivo del ser personal y de su historia colectiva. ¿Qué hacer en estas circunstancias que vivimos para humanizar la educación, es decir, para construir un sistema educativo que fragüe la cultura del encuentro, del diálogo, de la esperanza, de la inclusión, de la cooperación?

Desde el punto de vista de un cristiano, hemos de caer en la cuenta de que el ser humano tiene momentos diversos en su vida y en su historia colectiva. Hay momentos oscuros en los que puede encerrarse en sí mismo y perder la perspectiva. Hay otros momentos de muerte, por decirlo de una manera clara, en los que se intenta anular al otro porque piensa diferente, porque sus proyectos son distintos y el mío deseo que sea el que triunfe… Anular en educación es no reconocer las dimensiones que el ser humano tiene, que a algunos les hacen situarse en la vida como creyentes, y coartar los deseos de humanizarse y de humanizar. Nadie puede hoy poner en duda que la fe cristiana humaniza. Otros momentos son de luz. Hay claridad, hondura y perspectivas; miramos al otro en lo que es; nos abrimos a todo y a todos, no hay miedo ni prejuicios a nada.

En este sentido, ¡qué bueno es mirar a la Iglesia entrando en todas las culturas y viendo que no rechaza nada que sea verdadero y santo! Ella debe anunciar a Cristo como signo de amor universal y fuente de toda gracia. Y así se establece en todas las partes de la tierra, llevando una manera de entender la vida y de ver al prójimo, que en algunos momentos se rechaza, pero al final se llega a la conclusión de que el proyecto de persona que ofrece es un bien para la sociedad. En épocas nuevas, la Iglesia siempre ha tenido el atrevimiento y la osadía que le da Jesucristo para presentarse en medio del mundo diciendo a los hombres: os ofrezco un nombre nuevo, hijos y hermanos. Da sentido a nuestras vidas para ser y hacer, nos cambia el corazón y, donde antes entraban unos pocos, ahora entran todos.

Como nos recordaba el Papa Benedicto XVI, en esta nueva época la cuestión social es una cuestión antropológica (cfr. Benedicto XVI, Caritas in veritate, 75). Es importante mostrar itinerarios formativos que den salidas a los desafíos actuales. Una nueva ley educativa debe dar salidas a estos desafíos. Y este desafío hoy es la cuestión antropológica, el ser humano como tal. De ahí la importancia de los sistemas educativos y todos los planes de educación. La  cuestión educativa es de capital importancia para entrar en esta nueva época, debe servir a la persona y no servirse de la persona. Los objetivos más altos de la humanidad se alcanzan dando todas las posibilidades al ser humano para que descubra él por sí mismo quién es. Son necesarios sistemas educativos abiertos y no cerrados. Sistemas que sitúen a la persona humana en un lugar central, en diálogo y encuentro, buscando siempre el bien común y no cerrando ninguna de las dimensiones esenciales que tiene. Tenemos que dar alma a este mundo.

Rechazamos visiones del hombre trasnochadas y basadas en el materialismo, el idealismo, el individualismo y colectivismo. Son visiones en decadencia, que intentan ejercer aún una influencia y que entienden la educación como un proceso por el que adiestramos a la persona para la vida pública, donde corrientes diversas compiten para ver cómo lo hacen mejor. Esto lleva a construir sistemas educativos cerrados, en los que predomina quien tiene más fuerza. Los resultados son evidentes: aparece la cultura del consumo, la ideología del conflicto, el pensamiento relativista…

Un sistema educativo debe poner a la persona en un lugar central y respetar a la familia, entendiendo que es la primera sociedad natural y poniéndose a su lado desde una concepción correcta de la subsidiariedad. No pueden predominar otros intereses, ni económicos, ni políticos, ni ideológicos… Hemos de situar a la persona en el marco de relaciones que en todo ser humano existen. No hagamos solamente servicios formativos. Hemos de impulsar a vivir, a estudiar y a actuar en razón del humanismo solidario; ofreciendo lugares de encuentro, de confrontación, y creando proyectos educativos válidos que abracen todas las dimensiones de la persona. Necesitamos una ley educativa que piense en las personas, que sea fruto del consenso y que tenga horizontes de futuro.

Con gran afecto, os bendice,

+Carlos, Cardenal Osoro
Arzobispo de Madrid

 

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Comentarios
20 comentarios en “Cardenal Osoro: «Necesitamos una ley de educación que sea fruto del consenso»
  1. Les encanta este vocablo, consenso, que, traducido al lenguaje eclesial, recibe el nombre de sinodalidad, debidamente manipulada para que salga lo que se quiere que salga por la tiranía imperante. Jesucristo no vino a anunciar el consenso ni la sinodalidad, sino la Verdad. Una Iglesia que no cree en la Verdad, que es jesucristo, no es la Iglesia de Jesucristo.

    1. Por cierto, Osoro, tu consenso y sinodalidad está vaciando el seminario de Madrid. Tan sólo entran 6 nuevos seminaristas, que se marcharán al poco tiempo, al padecer en sus carnes de qué van los consensos y sinodalidades manipulados.

  2. Podra alguien esclarecer para mi, por favor, que sera ese sistema educativo tan maravilloso nacido del consenso de todos? Ni individualismo, ni colectivismo, ni capitalismo ni comunismo. Ni materialismo ni idealismo. Ni dogmatismo ni relativismo. Familia, pero que clase de familia? Familia del estado?, pero que clase de familia? la familia de la LGBTQ? La familia de la ONU? Creo que ese sistema educativo habra que irlo a buscar a Saturno. En realidad el unico sistema educativo verdaderamente de acuerdo con la naturaleza humana redimida es la de Jesucristo y su Iglesia, sistema ya especificado en los evangelios. Pero para desgracia nuestra no lo apreciamos suficientemente mientras lo andamos buscando en la ONU ya que ahora se nos manda a obedecer a esta organizacion tan descalificada para educar a la humanidad.

  3. Palabras, palabras, palabras…para no decir absolutamente nada. Nada que tenga que ver con el Evangelio. Si analizamos lo que dice, entonces es peor. Se necesita una dosis muy, pero que muy grande de ingenuidad para pensar que se puede consensuar nada de provecho con los partidos de izquierda en España. Más que ingenuidad, sería adecuada otra palabra más fuerte.
    Y todo, por querer nadar y guardar la ropa. Como diría el Richelieu-Mota, “Toooooooooooonto, más que toooooooonto…..”

  4. Un «consenso» vergonzante en el cual la muy noble y necesaria asignatura de Religión Católica tendrá cada vez más un lugar marginal y casi insignificante. La Religión Católica, la única verdadera, es el mayor bien que puede tener un Estado, pues sin ella la sociedad se convierte, como estamos viendo, en la nausea bunda po cilga de Sa tanás en la que campan a sus anchas los más nefandos pecados como si fuesen honestos derechos y libertades civiles.

  5. Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos. Ahora se entiende la libertad como la i misión en la conciencia de los hijos de los demás. Se propicia una educación no basada en el esfuerzo y los valores que se quieren yransmitir son una muestra del vacío de los valores sociales. Y lo peor que no se le ve solución.

  6. O´Soros, tranquilo. que todo llegará
    El virus chino impidió que Francisco firmara el 14 de mayo la agenda de la educación, pero como está empeñado, lo firmará de una manera u otra. Y tendremos, por si ahora no fuera así, un sistema educativo centrado en la persona, con escala de valores mundanos.
    ¿Para qué centrarlo en Dios y len las virtudes, para qué? Eso son cosas de carcas.

  7. No enseñarán, adoctrinarán lanzando a los niños a la oscuridad de un laberinto de errores, de engaños, en el que podrían perderse entre sus trampas. Porque les ocultarán el camino recto en el que la Luz guiaría sus pasos y los haría crecer en la Verdad.
    Esto es la mayor injusticia que se puede cometer, aunque en realidad hace mucho tiempo está teniendo lugar entre nosotros . Pero es cierto que últimamente ha mostrado con mayor claridad sus objetivos alejar de la Verdad, de Dios, y, no ya no dejar que los niños se acerquen a Jesús, si no impedirlo. .o Pero los caminos de Dios son inescrutables y no los abandonará por medio de sus Angeles Custodios que con el Arcángel San Miguel les dirán ¿Quien como Dios?. No olvidemos a estos seres celestes que la Divina Providencia destinó para nuestra proteccioón. Pidámosles que nos ayuden a todos nosotros.

  8. En resumen: las ovejas han de dar de buen grado una de sus extremidades porque los lobos también han de comer, pobrecitos, a la pata coja también se puede vivir. Alegrémonos que no nos devoren enteros porque lo digo yo, que soy vuestro pastor.

  9. En la teoría del consenso con los modernistas lleva la Iglesia metida unos sesenta años. Es como mezclar agua limpia y agua sucia en el mismo recipiente y pretender que el agua sigue limpia porque sólo la mitad es sucia. Qué pesados estos liberales y sus principios erroneos. ¿Y no se le ha ocurrido a vuestra merced dedicarse a la salvación de las almas en vez de hablar de política educativa? Si es que algunos monseñores están en otra cosa.

  10. Creo que cuando se refiere al consenso en este caso es porque la ministra Celaa, ha aprovechado la pandemia para sacar una ley infumable, ella solita, sin pedir opinión a los diferentes grupos representantes de los padres, o de la oposición, que suelen intervenir en la promulgación de las leyes de educación.

    1. Desgraciadamente, la Celaá tiene el apoyo de la mayoría de idiotas femilistos y femilistas. Esa ley entra dentro de una agenda onuística que hay que aprobar. Le ha tocado a la Celaá, pero le podía haber tocado al PP y lo hubiera hecho con el mismo o menor consenso. Los españoles hemos perdido toda soberanía sobre España.
      ¿Qué nos queda?
      Incumplir las agendas de la ONU es un lujo que sólo se permiten los valientes del Visegrado, porque todavía tienen pundonor.
      Pero si hasta Francisco iba a dar el «si quiero» a la agenda de la educación el 14 de mayo!!!!Esto es de traca y pandereta, desde luego.

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