Si el mundo os odia

El Año Laudato Sì, las excelentes relaciones, casi romance, con las Naciones Unidas, la fuga masiva de católicos alemanes y el deseo de buena parte del resto de que su episcopado rompa con Roma: noticias todas que parecen subrayar la extraordinaria actualidad -¿hay algo más actual que lo imperecedero?- del Evangelio; no en general, sino específicamente las lecturas de hoy mismo y de estos días.

“Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”, oímos decir a Jesús en el Evangelio de hoy, como parte de lo que la Iglesia llama el Discurso Sacerdotal.

Y Sus palabras resuenan sobre los temas de hoy, sobre la crisis de Su Iglesia. Porque ese estar en el mundo sin ser del mundo ha sido siempre un difícil equilibrio que los cristianos no siempre hemos llevado bien.

¿Qué tiene de especial Laudato Sì? ¿Es realmente un hallazgo doctrinal tan maravilloso, que nos acerque tanto a nuestro destino eterno y a Cristo como para merecer ser celebrada durante todo un año, a solo cinco años de su promulgación, por mandato de su propio autor? No, no nos parece. Si eliminamos las partes poéticas, que no se prestan demasiado bien a la definición precisa, viene a recoger una ideología de moda en el Mundo, e incluso una hipótesis científica que se está tratando de imponer a todo el mundo con métodos muy poco científicos.

La custodia de la Creación material es un deber, aunque su aplicación práctica es de difícil concreción a menudo. Pero no puede decirse que esa preocupación mediambiental ocupe mucho espacio -o alguno en absoluto- en el Evangelio de Cristo. Por otra parte, las referencias continuas a “lo Creado” como sinónimo de Naturaleza (entendida al modo ecologista) parece obviar que Dios creó no solo la materia, sino las almas y los seres angélicos que, se me ocurre, no tienen menos importancia que el oso panda.

Es cualquier cosa menos oposición al Mundo: es una verdadera alianza. Como es una alianza, esta absolutamente abierta y alborozada, la que une al Vaticano con las Naciones Unidas, una organización internacional no representativa que defiende una agenda transparentemente anticristiana, como supieron ver los Papas inmediatamente anteriores, y a la que Francisco nos pide que obedezcamos. Lean hoy a Antonio Guterres, su secretario general, en estas mismas páginas o en el diario oficial online del Vaticano, Vatican News.

El caso alemán es tres cuartos de lo mismo, de esa conversión al Mundo y sus efímeras modas. Los alemanes dejan la Iglesia en bandadas, en números apocalípticos, pero los que quedan lo hacen en buena parte, como revelan las encuestas, para traer a la Iglesia sacerdotisas y curas casados. Es decir, para cumplir en ellas las mismas obsesiones ideológicas del Mundo.

E igual que empecé con las palabras que dice Jesús en el Evangelio de hoy, permítanme acabar con unas del Evangelio de ayer: “Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti”.