| 28 abril, 2020
«¿Nos damos cuenta que si Jesús está presente en la eucaristía no podemos ir a ella de cualquier manera?». Santiago Martín ha lanzado una serie de preguntas durante la homilía de la misa celebrada esta mañana, cuestionando cómo será nuestra relación con la misa en cuanto puedan volver a celbrarse.
Les ofrecemos la homilía, del martes de la III semana de Pascua, 28 de abril, de Santiago Martín, fundador de los Franciscanos de María.
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San Pablo VI en Misterium Fidei, sobre las misas que se celebran sin pueblo, como ahora por necesidad en la pandemia:
«Pues cada misa que se celebra se ofrece no sólo por la salvación de algunos, sino también por la salvación de todo el mundo.
De donde se sigue que, si bien a la celebración de la misa conviene en gran manera, por su misma naturaleza, que un gran número de fieles tome parte activa en ella, no hay que desaprobar, sino antes bien aprobar, la misa celebrada privadamente, según las prescripciones y tradiciones de la Iglesia, por un sacerdote con sólo el ministro que le ayuda y le responde; porque de esta misa se deriva gran abundancia de gracias especiales para provecho ya del mismo sacerdote, ya del pueblo fiel y de otra la Iglesia, y aun de todo el mundo: gracias que no se obtienen en igual abundancia con la sola comunión.»
Bien sabemos todos que son distintas las maneras de estar presente Cristo en su Iglesia. Resulta útil recordar algo más por extenso esta bellísima verdad que la Constitución De sacra liturgia expuso brevemente [30]. Presente está Cristo en su Iglesia que ora, porque es él quien ora por nosotros, ora en nosotros y a El oramos: ora por nosotros como Sacerdote nuestro; ora en nosotros como Cabeza nuestra y a El oramos como a Dios nuestro [31]. Y El mismo prometió: «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» [32].
Presente está El en su Iglesia que ejerce las obras de misericordia, no sólo porque cuando hacemos algún bien a uno de sus hermanos pequeños se lo hacemos al mismo Cristo [33], sino también porque es Cristo mismo quien realiza estas obras por medio de su Iglesia, socorriendo así continuamente a los hombres con su divina caridad.
Presente está en su Iglesia que peregrina y anhela llegar al puerto de la vida eterna, porque El habita en nuestros corazones por la fe [34] y en ellos difunde la caridad por obra del Espíritu Santo que El nos ha dado [35].
De otra forma, muy verdadera, sin embargo, está también presente en su Iglesia que predica, puesto que el Evangelio que ella anuncia es la Palabra de Dios, y solamente en el nombre, con la autoridad y con la asistencia de Cristo, Verbo de Dios encarnado, se anuncia, a fin de que haya una sola grey gobernada por un solo pastor [36].
Magistral. Para enmarcar, mejor, para meditar
Presente está en su Iglesia que rige y gobierna al pueblo de Dios, puesto que la sagrada potestad se deriva de Cristo, y Cristo, Pastor de los pastores [37], asiste a los pastores que la ejercen, según la promesa hecha a los Apóstoles. Además, de modo aún más sublime, está presente Cristo en su Iglesia que en su nombre ofrece el sacrificio de la misa y administra los sacramentos. A propósito de la presencia de Cristo en el ofrecimiento del sacrificio de la misa, nos place recordar lo que san Juan Crisóstomo, lleno de admiración, dijo con verdad y elocuencia: «Quiero añadir una cosa verdaderamente maravillosa, pero no os extrañéis ni turbéis. ¿Qué es? La oblación es la misma, cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es la misma que Cristo confió a sus discípulos, y que ahora realizan los sacerdotes; esta no es, en realidad, menor que aquélla, porque no son los hombres quienes la hacen santa, sino aquel que la santificó. Porque así como las palabras que Dios pronunció son las
mismas que el sacerdote dice ahora, así la oblación es la misma» [38].
Nadie ignora, en efecto, que los sacramentos son acciones de Cristo, que los administra por medio de los hombres. Y así los sacramentos son santos por sí mismos y por la virtud de Cristo: al tocar los cuerpos, infunden gracia en la almas.
Estas varias maneras de presencia llenan el espíritu de estupor y dan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muy distinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía, que por ello es, entre los demás sacramentos, el más dulce por la devoción, el más bello por la inteligencia, el más santo por el contenido [39]; ya que contiene al mismo Cristo y es como la perfección de la vida espiritual y el fin de todos los sacramentos [40].
MISTERIRUM FIDEI San Pablo VI
Muy Conveniente leer MISTERIUM FIDEI!!
Gracias Joaquin
Cuando no se puede recibir sacramental mente al Señor debemos tenerle presen te en las otras formas en las que se nos hace presente y ocasion para encontrarnos con El.
Muchas gracias Joaquín,por sus comentarios a cerca de la Eucaristía,la presencia real de Cristo,resultan altamente,edificantes,para poder ser conscientes de lo que ahora muchas veces privados de este verdadero alimento,deseamos con más intensidad,recibir Sacramentalmente,y si no es posible,Espiritualmente,con verdadera fe,en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Me pregunto algo de lo que creo que se habla poco:
¿Se puede participar de la Eucaristía sin compartir tu vida , tus bienes y tu tiempo con los demás? (no solo limosnas)
(Que conste que yo no lo hago, aunque me confieso una vez al mes); porque esa es una dimensión fundamental del hecho eucarístico que no se si tenemos un poco olvidado. De la misma forma que Cristo se parte y reparte por nosotros; nosotros tambien por los demás (de otra forma, claro).
Parece que preocupa más si comulgamos de pie o de rodillas, en la mano o en la boca, o en sutilezas litúrgicas.
Esto me da mucho que pensar, y quizá por ello comulgo poco. Es un tema muy serio y no se puede comulgar de cualquier manera.
No se puede. Pero comulgando con las debidas condiciones y de forma frecuente, es más fácil darse.