¿Modernismo en la Iglesia?

| No hace falta ser doctor en Teología para percatarse de los cambios que algunos sectores de la Iglesia trataron de introducir durante el siglo XX, especialmente a partir del Concilio Vaticano II. Las premisas que configuraron la modernidad ―todas ellas profundamente anticristanas― fueron, en un principio, rechazadas con ímpetu por los papas y hay numerosas encíclicas que así lo atestiguan. No obstante, durante la primera mitad del siglo pasado, algunas de ellas comenzaron a ser adoptadas con entusiasmo en aras de modernizar la Iglesia. Así, hubo ciertos sectores que procuraron concebir la Iglesia como una institución que había de estar adaptada a su tiempo, en plena consonancia con él y sus delirios, en lugar de como un faro que irradia luz a un mundo sumido en el error. La herejía modernista busca reinterpretar la historia bíblica, así como la filosofía católica, la teología y la liturgia, a través del moderno prisma de la ciencia racional y la filosofía posilustrada. En un comienzo esto podría sonar admirable. Uno podría preguntarse: “¿No debería aculturarse la fe católica al mundo moderno para hacer que la fe sea más atractiva? ¿Acaso no citaba Pablo a filósofos no católicos? ¿No empleó Agustín el platonismo? ¿No se reconcilió Tomás de Aquino con Aristóteles? ¿Por qué no reconciliar a Kant, Hegel, o incluso a Nietzsche, con el catolicismo?”. Los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y los escolásticos “saquearon a los egipcios” y emplearon a menudo los escritos, pensamientos y analogías de los paganos que les precedieron. El modernismo, sin embargo, se originó tras el rechazo a la tradición intelectual católica. Sócrates vivió antes de Cristo. Su sistema filosófico no estaba contra el cristianismo per se. Era precristiano. Lo mismo sucede con los platónicos, los aristotélicos y la mayoría de los pensadores estoicos. Pero la filosofía de Kant o Hegel es decididamente poscristiana y busca reemplazar la fe católica con algo nuevo y mejor. Por consiguiente, el modernismo intenta hacer lo imposible: reinterpretar el catolicismo con un sistema moderno que rechace el cristianismo. Esas filosofías poscristianas ―y otras tantas― son la alternativa moderna a la cosmovisión católica del mundo que había predominado en Occidente durante toda la Edad media. Las religiones, y especialmente el cristianismo, no se limitan a la asunción de un credo particular. Más bien, la asunción de un credo implica la adopción de una cosmovisión, de unas convicciones acerca de Dios, el hombre y el mundo, que son las tres ideas cardinales de la filosofía. Así, y al contrario de lo que suele pensarse hoy, el ser del católico, además de implicar una fe concreta, requiere de esos postulados derivados de la asunción de esa fe. Rechazarlos o imponer otros ―es lo que hace el modernismo― es rechazar también la fe.

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Las características del modernismo, según Pío X, son tres. La primera característica es el análisis crítico y racional para “desmitologizar” la Sagrada Escritura. Para los modernistas, la Biblia es una importante colección de leyendas redactadas por gente poderosa para transmitir un mensaje. Se pone en duda la existencia de Noé, Abraham, Moisés y David. Incluso los cuatro evangelios son cuestionados por sus relatos de milagros. Siguiendo el presunto naturalismo de la masonería, el modernismo rechaza cualquier cosa que sea ciertamente sobrenatural. Por ejemplo, cuando Nuestro Señor Jesucristo multiplicó los panes y los peces, realmente se trataría del “milagro de compartir”. No sucedió nada sobrenatural que incrementase la cantidad de comida disponible. La expulsión de los demonios que realiza Cristo, según explican los modernistas, es una historia simbólica sobre la aportación de la paz psicológica a las personas atribuladas. Jesús caminando sobre las aguas no es más que una manera literaria de representarle sobreponiéndose a los problemas del mundo. Cuando Cristo dice a sus apóstoles “este es mi cuerpo”, les está pidiendo que le recuerden. El pan no se convierte en nada sobrenatural. Todo tiene una explicación natural. La segunda característica del modernismo es el secularismo y la fraternidad universal. Santo Tomás de Aquino enseñó, acertadamente, que la gracia sana y eleva la naturaleza. El orden de la realidad es que lo sobrenatural reina sobre lo natural. Con la negación modernista de lo sobrenatural, lo secular y lo político se convierten en prioridad. Los conceptos de bienaventuranza y salvación son reinterpretados como metas seculares o políticas. Esto reduce al clero a activistas políticos y degrada al papa a ser un mero coach inspirador para las naciones seculares. Es tal la separación entre la Iglesia y el Estado que la Iglesia ya no tiene relevancia en la esfera pública. La religión es privada. El tercer plano del modernismo es el rechazo de lo que los católicos conocen como bien (moral), verdad (doctrina) y belleza (estética). El ceñido sistema de pecado original, pecado venial, pecado mortal, ser perdonado y sanado por la redención en Cristo es abandonado. Se promueve la moral relativista. Los modernistas proclaman que la doctrina debe ser siempre “pastoral”, no “verdadera”. Y las artes, las estatuas, la arquitectura y la música de la Iglesia católica son abandonadas en favor de lo vulgar, lo moderno y lo útil.

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Comentarios
27 comentarios en “¿Modernismo en la Iglesia?
  1. ¿ No empleó Agustín el platonismo? ¿No se reconcilió Tomás de Aquino con Aristóteles? ¿Por qué no reconciliar a Kant, Hegel, o incluso a Nietzsche, con el catolicismo?”. Los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y los escolásticos “saquearon a los egipcios” y emplearon a menudo los escritos, pensamientos y analogías de los paganos que les precedieron.
    El modernismo, sin embargo, se originó tras el rechazo a la tradición intelectual católica. Sócrates vivió antes de Cristo. Su sistema filosófico no estaba contra el cristianismo per se. Era precristiano. Lo mismo sucede con los platónicos, los aristotélicos y la mayoría de los pensadores estoicos.

    1. Pero la filosofía de Kant o Hegel es decididamente poscristiana y busca reemplazar la fe católica con algo nuevo y mejor. Por consiguiente, el modernismo intenta hacer lo imposible: reinterpretar el catolicismo con un sistema moderno que rechaza el cristianismo.

      1. ¿Reinterpretar el catolicismo con un sistema moderno que rechaza el cristianismo? Esa fue precisamente la finalidad del concilio Vaticano II, no definir verdades ni condenar errores, lo cual se consideró innecesario, sino explicar la doctrina católica, pretendidamente sin alterarla, pero “poniéndola en conformidad con los métodos de la investigación y con la expresión literaria que exigen los métodos actuales” (Gaudet Mater Ecclesia, discurso pronunciado por Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 en la inauguración del Concilio). Es evidente que esa “puesta en conformidad” con la modernidad, ese “anti-syllabus” en la pluma de Ratzinger, ha sido para la Iglesia una completa catástrofe ¡pastoral!

        1. Claro no podemos comparar que habría pasado si la iglesia no hubieran hecho ningún cambio, tu teoría es que estaría mucho mejor, el sentido común dice que estaría
          mucho peor incluso posiblemente ya no existiría, pero nunca podremos saberlo

          1. Justo eso es lo que no es posible: que la Iglesia deje de existir. Es de fe que la Iglesia es indefectible. Ahora, si Ud. no tiene la fe católica, su comentario en este tema sobra.

  2. Pío X hizo frente al modernismo con fortaleza y sabiduría. Se sumergió entonces, no desapareció. En Francia fue favorecido, de hecho, por la condena de la Acción Francesa, aunque ello estuviera muy lejos de las intenciones de Pío XI. Volvió a asomar la cabeza con la “nouvelle théologie” bajo Pío XII, quien la condenó en la encíclica Humani generis (1950), sin nombrarla, y sancionó a teólogos como Congar y Teilhard de Chardin.

  3. ero los mismos teólogos condenados por Pío XII se convirtieron, por decisión de Juan XXIII y consentimiento de Pablo VI, en peritos muy influyentes del concilio Vaticano II: los franceses Congar, Chenu y de Lubac, pero también Rahner y compañía. Desde entonces la Iglesia sufre una segunda crisis modernista, mucho más virulenta y destructora que la primera: la hecatombe posconciliar.

    1. Y el cardenal Ratzinger, muy modernista él, escribe en su libro «teoría de los principios teológicos» del cual nunca se ha retractado, la siguiente declaración de intenciones que lo delata : «El Vaticano II ha sido nuestro Anti Syllabus, (…) pues los principios de la Revolución Francesa tenían que ser asumidos por la Iglesia». Todo el mundo sabe que los principios de la revolución francesa son los principios iluministas masónicos anticatolicos impregnados en toda la filosofía moderna. La propia Hermeneutica de la Continuidad es la aplicación de la filosofía de Hegel y Darwing, por la cual la doctrina va evolucionando a su contrario con el que se completa, de manera que al Syllabus le sucede el Anti Syllabus. El syllabus es definitivo y Benedicto simplemente miente.

      1. El problema sigue siendo que los católicos liberales neocon y neo ortodoxos se creen que ellos no son modernistas, ellos son la ortodoxia y la interpretación correcta del vaticano II que se opone a la interpretacion erronea. La interpretación correcta y la erronea del vaticano II, las dos son interpretaciones modernistas, pues no es posible la interpretación católica. La interpretación católica consiste en aplicar el Syllabus, es decir, la condena de la libertad religiosa de la Dignitatis Humanae, la condena de la colegialidad, la condena del ecumenismo de Asis que aparece en la Mortalium Animos y que tanto le gustaba a Juan Pablo y la condena de la misa luterana de Pablo VI, misa condenada en Trento, Auctorem Fidei y Quo Primum Tempore. No les da la gana de verlo porque aplican la teoria de Darwin, y la doctrina evoluciona con la autoridad que Dios no les ha dado. Ellos son los rebeldes a la doctrina tradicional.

        1. Son tan papólatras que no solo creen que el pa pa es el dulce Cristo en la tierra, sino que creen que la doctrina consiste en todo lo que dice el Pa pa, se corresponda o no se corresponda con la doctrina Tradicional que puso Cristo, por lo cual el católico sólo tiene que creer en los dogmas de fe (que Cristo no puso) y en la doctrina que al pa pa de turno se vaya sacando de la manga. Por lo tanto los católicos con el pa pa san Pio X creian que la libertad religiosa era el derecho a ser católico, y con Juan Pablo es un derecho de la dignidad humana a elegir la religion de su conciencia. Esto se llama pan y circo.

  4. El modernismo, en el fondo, parte de una visión mundana, humana, del cristianismo, que no sería un acercamiento de Dios al hombre, sino un acercamiento del hombre Jesucristo a Dios, que habría que actualizar conforme a los nuevos cánones vigentes en cada tiempo, en cada modernidad, supeditando el catolicismo a la modernidad, cuando es la modernidad la que tiene que adaptarse a ese acercamiento de Dios al hombre. Bergoglio es claramente modernista y no católico. No cree en la divinidad de Jesucristo. Su obsesión es modernizar la Iglesia Católica conforme a unos cánones que han conducido a la humanidad a lo que ahora mismo estamos padeciendo: aborto a discreción, homomonio, padres sin hijos, hijos sin padres, migracionismo salvaje, globalismo, ambientalismo panteísta anti natalidad, eutanasias varias, embriones sobrantes, sexo despersonalizado, fluido, el yo para mí, conmigo, sin tí, a través de tí y sin el otro.

    1. No creer en la divinidad de Jesús no es algo «modernista». Es una creencia que tiene 2.000 años y estuvo presente en muy tempranas comunidades cristianas. De ahí concilios como el de Nicea, en 325.

  5. Gracias Sr. Administrador por poner este esclarecedor artículo, que debería estar en el frontispicio del blog, a ver si así algunos conspicuos anticatólicos, que tanto pululan por aquí repartiendo cizaña, se enteran de una vez por todas.

    Cualquier persona sensata, con dos dedos de inteligencia mínima, la justa para el día a día, cuando no se encuentra a gusto en casa ajena se va.

    Nuevamente gracias.

  6. Algunos jovenes llegan al seminario con un alma muy blanca,, con un corazón lleno del amor a Dios. Y es ahí precisamente, donde está la mata de los modernistas, en los «maestros» mundanos que se les ocurre poner a los superiores del Convento. Les tuercen sus creencias, les inquietan el espíritu, los hacen escépticos, les trastocan su visión y terminan siendo unos burlescos de todo lo sagrado,, y hacen una buena «carrera» escalando posiciones hasta llegar a ser….TEÓLOGOS,,, 😳,,
    Ya con su toga de teólocos,,, dicen que como no había grabadoras,,, 🤷🏻‍♀️,, no hay forma de probar nada, y punto.! Ah!,, y requisito indispensable,, tener la buena sombra de un gran árbol.

  7. Al contrario de la filosofía antigua y medieval. la filosofía moderna es inmanentista, es decir, parte de la base de que no se puede conocer nada que sea independiente de la subjetividad humana. «Un más allá del pensamiento es impensable», dice su axioma fundamental. Con esa base, la afirmación de Dios es imposible. Todo queda en puras representaciones nuestras. El realismo filosófico (lo que conocemos no depende de nuestro conocimiento, conocemos las cosas mismas, tal como son en sí mismas, si bien obviamente que en forma limitada porque somos creaturas) es uno de esos postulados fundamentales exigidos por fe cristiana misma. Tiene toda la razón el articulista: la fe cristiana implica una determinada filosofía, ante todo, realista, no inmanentista. Por eso el modernismo es católicamente irrecuperable.

  8. En efecto, no podemos saberlo con seguridad. Por la fe sabemos que no habría desaparecido, como nunca desaparecerá hasta el final de los tiempos, pero Jesucristo no le ha prometido ni prosperidad ni multitudes. Pero basta la experiencia de todas las confesiones protestantes adaptadas al mundo, y sin embargo decadentes y camino de la extinción, para presumir que el aggiornamemto produce siempre los mismos efectos devastadores. Pero, de nuevo, tiene usted razón, es una mera presunción lógica, no una certeza.

      1. Por la fe sabemos que no desaparecerá, pero no que la Iglesia no pueda verse reducida a la insignificancia a ojos de los hombres. «Cuando vuelva ¿encontrará Cristo fe sobre la tierra?»

  9. La recta filosofía de un cristiano que quiera ser hijo fiel De la Iglesia, precisa, ineludiblemente, un profundo conocimiento de las distintas teorías filosóficas, a fin de poder discernir lo compatible e incompatible con sus creencias. Una enraizada vida de oración. Y fundamentalmente humildad para rendir el propio juicio si incurre en el error, buscar en su estudio el antídoto constante de la filosofía segura, y la humildad para rectificar. Y lo que no es menos, estar acompañado por personas con la misma preparación, actitud e ideales que le acompañen en su actividad científica.

  10. El mayor riego de la filosofía equivocada es subapariencia corrección. La explicación bien fundada en aspecto correctamente observados pero incorrectamente explicados. La filosofía se fundamenta en la admiración de lo percibido, la curiosidad por hacerlo inteligible y por formar un corpus coherente. El mayor peligro de una mala doctrina es el propio y entusiastico convencimiento del filósofo, mucho más formado que el lector o lego en la materia, y que lo puede seducir intelectualmente. Toda teoría tiene una base de verdad y eso es lo que la hace más peligrosa. Es fundamental la formación continua, De Fuentes seguras, y reiteró, la máxima humildad intelectual.

  11. Leer de corrido todos los comentarios y no envenenarse, no tiene precio. Agradezco a Infovaticana esta nota tan esclarecedora y a los comentaristas por la exposición de sus comentarios con altura, fundamento y dedicación.
    Es enervante, la mayoría de las veces, soportar comentarios heréticos de personas necias incapaces de querer interpretar los fundamentos de nuestra Fe.

  12. Chi ha letto il Terzo Segreto ha detto chiaramente che il suo contenuto riguarda l’apostasia della Chiesa, iniziata proprio all’inizio degli anni Sessanta ed oggi giunta ad una fase talmente evidente, da esser riconosciuta addirittura da osservatori laici. Questa insistenza quasi ossessiva su temi che la Chiesa ha sempre condannato, quali il relativismo e l’indifferentismo religioso, un falso ecumenismo, l’ecologismo malthusiano, l’omoeresia e l’immigrazionismo, ha trovato nella Dichiarazione di Abu Dhabi il compimento di un piano concepito dalle sette segrete da più̀ di due secoli.

    Arzobispo Carlo María Viganó

    Lo recoge Marco Tosatti en el blog Stilum Curiae

  13. Resulta sencillo desenmascarar la ideología modernista en la Iglesia..

    La ideología modernista eclesial basa su plan de acción es dos vías, la primera de ellas la desacralización de la Eucaristía, lo consideran un mera fiesta donde se recuerda que un »hombre» dio su vida por nosostros, defienden que realmente no hay una presencia real de Cristo en la Eucaristía es todo un conglomerado de metáforas, lo importante es que esa celebración te »toque» el corazón dicen. En base a esto al ser un mero evento festivo pues se le da importancia a la música vulgar, palmas y guitarras por qué no? e incluso celebraciones eucaristico-ecumenicas.. total?
    La otra vía es en este espíritu de la relatividad modernista-eclesial se averigua por el empeño en reducir la figura del Vicario de Cristo, como un mero Obispo, lo de la sucesión petrina dicen que son cuentos, »infiabilidad? bah»

    y sobre estas dos vías.. pretenden destruir la Santa Iglesia Católica.

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