El cardenal Raymond Leo Burke ha publicado un escrito con motivo de la celebración del Domingo de Ramos en el que exhorta a los fieles a no ceder «ante la mentira de Satanás, quien os tratará de convencer de que, este año, no hay nada que celebrar durante la Semana Santa».
En el documento, Burke confiesa que, siendo obispo en EEUU, cuando se acercaban las fiestas de Navidad y de Semana Santa, siempre sucedía algo «desde un punto de vista humano» que enturbiaba las celebraciones. Un colega obispo le dijo que eso era Satanás tratando de robar la alegría.
Satanás quiere «distraernos de los ritos litúrgicos», quiere «convencernos de que las pérdidas y la muerte, con la tristeza y el miedo que naturalmente las acompañan, muestran que Cristo es falso». «Pero Satanás es el falso. El es el mentiroso», dice Burke. «Quizás Satanás nunca haya tenido un medio mejor que el coronavirus para robar nuestro gozo de celebrar los días más santos del año», sostiene el cardenal americano, «¡Cómo le gustará substraernos la santidad de aquella única semana del año, que se conoce simplemente como Semana Santa!», exclama el purpurado.
«En la misma Iglesia hemos sido testigos de una carencia en enseñar primero a Cristo como Señor. ¿Cuántos hoy están sufriendo profundamente de un miedo inútil porque han olvidado o incluso rechazado el Reino del Corazón de Jesús en sus corazones y en sus hogares?», dice Burke en su escrito. «¿Cuántos hoy no tienen esperanza porque piensan que la victoria sobre el mal del coronavirus COVID-19 depende totalmente de nosotros, porque han olvidado que, mientras debemos hacer todo lo humanamente posible para luchar contra el gran mal, solo Dios puede bendecir nuestros esfuerzos, dándonos la victoria sobre las pérdidas y la muerte?», se pregunta el cardenal.
Para el purpurado, es muy triste «leer documentos, incluso documentos de la Iglesia, que pretenden abordar las dificultades más importantes que enfrentamos sin que encontremos en ellos ningún reconocimiento del Señorío de Cristo, de la verdad de que dependemos completamente de Dios para nuestro existir, dependemos completamente para todo lo que somos y todo lo que tenemos, y que, por lo tanto, la oración y la adoración son nuestros primeros y más importantes medios para combatir cualquier mal».
Burke apuesto por celebrar la Pascua con alegría. «Si creemos en Cristo, si confiamos en sus promesas, entonces debemos celebrar con alegría la gran obra de Su redención», afirma. El purpurado asegura que «no es faltar el respeto al sufrimiento de tantos en estos tiempos», sino reconocer que Cristo «está con nosotros para vencer nuestros sufrimientos con Su amor». «Nuestra celebración es un faro de esperanza para aquellos cuyas vidas han sido severamente probadas, invitándolos a depositar su confianza en Nuestro Señor», explica.
Burke reconoce que esta Semana Santa «es muy diferente para nosotros». «El sufrimiento» que lleva aparejado el coronavirus «incluso lleva a una situación en la que muchos católicos», no tienen «acceso a los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía». No obstante, sigue siendo la semana más sagrada del año, sostiene, «incluso ante una pandemia, ante una crisis sanitaria mundial».
«Os exhorto, por lo tanto, a que no cedáis ante la mentira de Satanás, quien os tratará de convencer de que, este año, no hay nada que celebrar durante la Semana Santa. No, al contrario, tenemos todo para celebrar, porque Cristo nos ha precedido en cada sufrimiento y ahora nos acompaña en nuestros sufrimientos, para que permanezcamos fuertes en su amor, el amor que vence todo mal», explica el cardenal estadounidense.
El prelado anima a reflexionar y agradecer a Dios durante estos días «por el regalo del Sacramento del Santo Matrimonio y sus frutos, la familia, la “Iglesia doméstica” o pequeña Iglesia del hogar, el primer lugar en el que llegamos a conocer a Dios, ofrecerle oración y adoración, y disciplinar nuestras vidas de acuerdo con su ley».
«Si no puede participar en los ritos litúrgicos durante estos días», dice el cardenal, «luche en sus hogares por estar en la Sagrada Liturgia a través de su deseo de estar en compañía de Nuestro Señor». Entonces Burke enumera algunas «ayudas maravillosas» que hay «para alimentar» el deseo sagrado. Primero, el «rico tesoro de oración en la Iglesia», en la lectura de las Sagradas Escrituras, los Salmos Penitenciales y el relato de la Pasión del Señor en los cuatro Evangelios. También la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la meditación sobre los misterios de nuestra fe a través del rezo del rosario, las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús, de la Santísima Virgen (de Loreto), de San José , y de los Santos, el Vía Crucis, la Coronilla de la Divina Misericordia…
También reconoce que tenemos «la bendición» del acceso, a través de los medios de comunicación, a los ritos sagrados y a las devociones públicas. «Ver un rito sagrado que se transmite, ciertamente no es lo mismo que participar directamente en él, pero, si es todo lo que nos es posible, seguramente será agradable para Nuestro Señor, quien nunca dejará de colmarnos de Su gracia en respuesta a nuestro humilde acto de devoción y amor», dice Burke.
«¡Cuánto nos debe enseñar el sufrimiento del tiempo presente sobre el don incomparable de la Sagrada Liturgia y los Sacramentos!», exclama el cardenal. «Que nuestra celebración de la Semana Santa, este año, sea nuestro armamento fuerte en el combate en curso contra el coronavirus COVID-19. En Cristo, la victoria será nuestra. “No temas, solo cree” (Mc 5, 36)», concluye el cardenal Burke.
Publicamos a continuación el mensaje completo del cardenal Burke:
Mensaje para la semana más santa del año
Raymond Leo Cardenal Burke
Queridos amigos,
Desde que inicié mi servicio como obispo de una diócesis, parecía que cada año, a medida que se acercaban las celebraciones de Navidad y Pascua, ocurriría un hecho profundamente triste en la diócesis o una crisis difícil de enfrentar por el bien de la diócesis. Justo cuando comenzaba a preparar con alegría las celebraciones de los grandes misterios de nuestra salvación, algo sucedía que, desde un punto de vista humano, ponía una nube oscura sobre las celebraciones y dejaba en tela de juicio la alegría que inspiraban. Una vez le comenté a un hermano obispo esta experiencia angustiosa y demasiado regular. Me respondió sencillamente: «Es Satanás, tratando de robarte la alegría».
Hace sentido que Satanás, a quien Nuestro Señor describe como «asesino desde el principio, …mentiroso y padre de toda mentira»(Jn 8, 44) quiera esconder de nuestros ojos las grandes realidades de la Encarnación y la Redención, quiera distraernos de los ritos litúrgicos a través de los cuales no solo celebramos esas verdades, sino que también recibimos las inmensurables e incesantes gracias que ellas nos han ganado. Satanás quiere convencernos de que las pérdidas y la muerte, con la tristeza y el miedo que naturalmente las acompañan, muestran que Cristo es falso, desmintiendo así su Encarnación redentora y tratando de mostrar como una mentira nuestra fe y alegría.
Pero Satanás es el falso. El es el mentiroso. Cristo, Dios Hijo, de hecho, se ha hecho hombre, ha sufrido la más cruel Pasión y Muerte para redimir nuestra naturaleza humana, para restaurarnos la verdadera vida, la vida divina que vence los peores sufrimientos e incluso la muerte misma y que nos conduce en modo certero y seguro a nuestro verdadero destino: la vida eterna con Él.
San Pablo, ante tantas pruebas profundamente desalentadoras a lo largo de su ministerio apostólico, que culminó con su martirio en Roma, escribió a los colosenses: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24). Para él, como debiera serlo también para nosotros, sufrir con Cristo por la Iglesia, por amor de Dios y de nuestro prójimo, es la fuente inagotable e indefectible de nuestro gozo. Es la máxima expresión de nuestra comunión con Cristo, Dios el Hijo encarnado, compartiendo con Él el misterio del amor divino de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La vida de Cristo, la gracia del Espíritu Santo derramada del Corazón de Cristo para morar en nuestros corazones, nos inspiran y nos fortalecen para que podamos abrazar las pérdidas y la muerte con Su amor, tranformándolas en ganancia eterna y vida sin fin. Nuestro gozo, entonces, no es un placer o emoción superficial, sino el fruto del amor que es «fuerte como la muerte» y el cual «las muchas aguas no podrán apagarlo, ni lo ahogarán los ríos.” (Cant 8, 6-7).
Nuestra alegría no nos dispensa del agudo aguijón de las pérdidas y de la muerte, sino que, con confianza y coraje, los enfrenta como parte del combate de amor que estamos llamados a librar durante esta vida; después de todo, somos, por gracia de Dios, verdaderos soldados de Cristo (2 Tm 2, 3), que tenemos conocimiento seguro de la victoria de la vida eterna. Así, al final de su vida, San Pablo escribió a su hijo espiritual y hermano como pastor del rebaño, San Timoteo:
«Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación. (2 Tm, 4. 6-8)
Amemos a Nuestro Señor, amemos la Encarnación Redentora por la cual Él está vivo para nosotros en la Iglesia, y por lo tanto estemos contentos de pelear con Él la buena batalla, de mantenernos en la competición sin importarnos de las pruebas que enfrentemos, y mantengamos la fe cuando el Padre de las Mentiras nos tiente a dudar de Cristo e incluso a negarlo.
Quizás Satanás nunca haya tenido un medio mejor que el coronavirus para robar nuestro gozo de celebrar los días más santos del año, los días en los cuales Cristo nos conquistó la vida eterna. ¡Cómo le gustará substraernos la santidad de aquella única semana del año, que se conoce simplemente como Semana Santa! La actual crisis de salud internacional causada por el coronavirus COVID-19 continúa en una cosecha trágica de pérdidas y de muerte, engendrando profunda tristeza y miedo en el corazón humano. Ciertamente, Satanás estará utilizando el sufrimiento que acosa a tantos hogares, vecindarios, ciudades y naciones, para tentarnos a dudar de Nuestro Señor y de la Fe, la Esperanza y la Caridad, que son sus grandes dones para nuestra vida diaria. El efecto de la intención asesina de Satanás y de sus mentiras se hace aún mayor cuando estamos lejos del Señor, cuando damos por por cosa sentada su vida dentro de nosotros, cuando incluso lo abandonamos persiguiendo placeres mundanos, conveniencias o éxitos.
En la misma Iglesia hemos sido testigos de una carencia en enseñar primero a Cristo como Señor. ¿Cuántos hoy están sufriendo profundamente de un miedo inútil porque han olvidado o incluso rechazado el Reino del Corazón de Jesús en sus corazones y en sus hogares? Recordemos las palabras de Nuestro Señor a Jairo que buscaba ayuda para su hija moribunda: «No tengas miedo, solo ten Fe» (Mc 5, 36). ¿Cuántos hoy no tienen esperanza porque piensan que la victoria sobre el mal del coronavirus COVID-19 depende totalmente de nosotros, porque han olvidado que, mientras debemos hacer todo lo humanamente posible para luchar contra el gran mal, solo Dios puede bendecir nuestros esfuerzos, dándonos la victoria sobre las pérdidas y la muerte? Es muy triste leer documentos, incluso documentos de la Iglesia, que pretenden abordar las dificultades más importantes que enfrentamos sin que encontremos en ellos ningún reconocimiento del Señorío de Cristo, de la verdad de que dependemos completamente de Dios para nuestro existir, dependemos completamente para todo lo que somos y todo lo que tenemos, y que, por lo tanto, la oración y la adoración son nuestros primeros y más importantes medios para combatir cualquier mal.
Hace unos días, un joven adulto católico me dijo, como si fuera un hecho lógico, que no celebraría la Pascua este año debido al coronavirus. Si la alegría de nuestra celebración de Pascua fuera simplemente una cuestión de buenos sentimientos, entonces entiendo su sentimiento. Pero la alegría de la Pascua está enraizada en una verdad eterna, la victoria de Cristo sobre lo que claramente parecía ser su aniquilación, la victoria ganada en Su naturaleza humana al fin de que triunfemos en nuestra naturaleza humana, sin que nos importen las dificultades que podamos estar sufriendo. Si creemos en Cristo, si confiamos en sus promesas, entonces debemos celebrar con alegría la gran obra de Su redención. Celebrar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo no es faltar el respeto al sufrimiento de tantos en estos tiempos, sino reconocer que Cristo está con nosotros para vencer nuestros sufrimientos con Su amor. Nuestra celebración es un faro de esperanza para aquellos cuyas vidas han sido severamente probadas, invitándolos a depositar su confianza en Nuestro Señor.
Sí, la Semana Santa este año es muy diferente para nosotros. El sufrimiento que corre paralelo al coronavirus incluso lleva a una situación en la que muchos católicos, durante la Semana Santa, no tienen acceso a los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía, que son nuestros encuentros extraordinarios, pero también ordinarios, con el Señor Resucitado, al fin de renovarnos y fortalecernos en Su vida.
Pero sigue siendo la semana más sagrada del año, ya que conmemora los eventos por los cuales estamos vivos en Cristo, por los cuales la vida eterna es nuestra, incluso ante una pandemia, una crisis de salud mundial. Os exhorto, por lo tanto, a que no cedáis ante la mentira de Satanás, quien os convencerá de que, este año, no tenéis nada que celebrar durante la Semana Santa. No, tenemos todo que celebrar, porque Cristo nos ha precedido en cada sufrimiento y ahora nos acompaña en nuestros sufrimientos, para que podamos permanecer fuertes en su amor, el amor que vence todo mal.
Hoy celebramos el Domingo de Ramos, cuando Cristo entró en Jerusalén con pleno conocimiento de la Pasión y la Muerte que lo esperaba. Sabía cuán efímera fue la bienvenida que había recibido, una bienvenida justa para el Rey del Cielo y la Tierra, pero superficial porque aquellos que la extendieron solo tenían una comprensión mundana de la salvación que vino a ganar para nosotros. No estaban listos para ser uno con Cristo en el establecimiento de Su Reino eterno a través de los eventos de Su Pasión y Muerte. Después del Domingo de Ramos, cada día de la Semana Santa es justamente llamado santo porque es parte del firme abrazo de Cristo de su misión salvadora en su culminación.
Tomaos el tiempo hoy para reflexionar sobre la verdadera bienvenida real que le habéis extendido a Cristo en vuestro corazón y en vuestro hogar. Lean nuevamente el relato de su entrada en Jerusalén y de cómo, después de su entrada triunfante, lloró sobre Jerusalén con las palabras: ¡Oh Jerusalén, Jerusalén, matando a los profetas y apedreando a los que te son enviados! ¿Con qué frecuencia habría reunido a tus hijos como una gallina junta a su prole bajo sus alas, y tú no lo harías?” (Mt 23, 37). Si usted o su hogar están lejos de Nuestro Señor, recuerde cómo Él desea estar cerca de usted, ser el invitado constante de su corazón y su hogar. Permanezcan con Cristo durante la Semana Santa. De manera particular, haga del Jueves Santo un día de profunda acción de gracias por los sacramentos de la Sagrada Eucaristía y el Orden Sacerdotal, que Nuestro Señor instituyó en la Última Cena. Haga que el Viernes Santo sea un día tranquilo durante el cual emprenda prácticas penitenciales, para profundizar en el misterio del sufrimiento y la muerte de Cristo. El Viernes Santo, se llenará de gratitud por los sacramentos de la penitencia y de la unción de los enfermos. El Sábado Santo, vigile con Nuestro Señor, alabándolo y agradeciéndole por el don de Su gracia en nuestras almas mediante la efusión del Espíritu Santo a través de Su glorioso Corazón traspasado. Medite especialmente en cómo su gracia está en usted a través de los sacramentos del bautismo, la confirmación y la sagrada eucaristía. Durante todos estos días, reflexione y agradezca a Dios por el regalo del Sacramento del Santo Matrimonio y sus frutos, la familia, la “Iglesia doméstica” o pequeña Iglesia del hogar, el primer lugar en el que llegamos a conocer a Dios, ofrecerle oración y adoración, y disciplinar nuestras vidas de acuerdo con su ley.
Si no puede participar en los ritos litúrgicos durante estos días especialmente sagrados, lo que de hecho es una gran privación, porque nada puede sustituir el encuentro con Cristo a través de los sacramentos, luche en sus hogares por estar en la Sagrada Liturgia a través de su deseo de estar en compañía de Nuestro Señor, especialmente en el misterio de Su obra salvadora. Nuestro Señor no espera de nosotros lo imposible, pero espera que hagamos lo mejor que podamos para estar con Él durante estos días de Su poderosa gracia.
Hay muchas ayudas maravillosas para alimentar ese deseo sagrado. En primer lugar, hay un rico tesoro de oración en la Iglesia, por ejemplo: la lectura de las Sagradas Escrituras, por ejemplo, los Salmos Penitenciales, especialmente el Salmo 51 [50], y el relato de la Pasión de Nuestro Señor en los cuatro Evangelios, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, meditación sobre los misterios de nuestra fe a través de la oración del Santo Rosario, especialmente los Misterios Dolorosos, las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús, de la Santísima Virgen (de Loreto), de San José , y de los Santos, el Vía Crucis, que también se puede hacer en casa usando las imágenes de las Catorce Estaciones representadas en un libro de oraciones o en un objeto sagrado, la Coronilla de la Divina Misericordia, visitas a santuarios, grutas y otros lugares sagrados para Nuestro Señor y para los misterios de la Encarnación Redentor, y la devoción a los santos que han sido poderosos para ayudarnos, especialmente a San Roque, Patrono contra las Pestilencias. También en nuestro tiempo, tenemos la bendición de tener acceso, a través de los medios de comunicación, a los ritos sagrados y a las devociones públicas que se celebran en ciertas iglesias, especialmente en las iglesias de los monasterios y conventos en los que se encuentra toda la comunidad religiosa participando. Ver un rito sagrado que se transmite, ciertamente no es lo mismo que participar directamente en él, pero, si es todo lo que nos es posible, seguramente será agradable para Nuestro Señor, quien nunca dejará de colmarnos de Su gracia en respuesta a nuestro humilde acto de devoción y amor. En cualquier caso, la Semana Santa no puede ser para nosotros como cualquier otra semana, sino que debe estar marcada por los sentimientos más profundos de fe en Cristo, nuestra única salvación. Los sentimientos de fe durante estos días más santos son, asimismo, sentimientos de gratitud y amor más profundos. Si su gratitud y amor no pueden tener su máxima expresión a través de la participación en la Sagrada Liturgia, deje que se exprese en la devoción de sus corazones y hogares. Conmemorando, con Cristo, Su Santísima Madre y todos los santos, los eventos del Sagrado Triduo, contemplamos el misterio de Su vida dentro de cada uno de nosotros. Para todos, el tiempo dedicado, cada día, en oración y devoción, meditando sobre la Pasión de nuestro Señor, nos ayudará a estar con nuestro Señor durante estos días más santos de la mejor manera posible en este momento. ¡Cuánto nos debe enseñar el sufrimiento del tiempo presente sobre el don incomparable de la Sagrada Liturgia y los Sacramentos!
Para terminar, les aseguro que ustedes y sus intenciones están en mis oraciones de hoy y permanecerán en mis oraciones durante la Semana Santa y especialmente durante el Sagrado Triduo del Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. Que todos nos acompañemos con Cristo con la más profunda fe, esperanza y amor, mientras celebramos estos días más santos en los que sufrió, murió y resucitó de los muertos para liberarnos del pecado y de todo mal, y para ganarnos la vida eterna. Que nuestra celebración de la Semana Santa, este año, sea nuestro armamento fuerte en el combate en curso contra el coronavirus COVID-19. En Cristo, la victoria será nuestra. “No temas, solo cree” (Mc 5, 36).
Raymond Leo Cardinal BURKE
5 Abril 2020
Domingo de Ramos
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¿ Para cuándo la corrección fraternal que habías prometido hace tiempo ? Incumplir las promesas hechas a los católicos hará que te lo recuerden el día del juicio. Tus omisiones posibilitan que Bergoglio siga adelante con sus pachamamas panteístas anti sacerdocio y anti celibato y sus delirios de grandeza panecuménica relativista. Incumplir esa promesa ¿ no es acaso ceder y conceder ante el padre de la mentira ? Hace tiempo que me defraudaste por ese incumplimiento, que pretendes tapar con entrevistas y discursos que no son equivalentes, por muy buena doctrina que contengan, como también la contiene el Catecismo. ¡ CORRECCIÓN YA ! Te juegas tu salvación.
La posible corrección pública de Burke a Francisco, no tiene sentido, si no hay un mínimo de Cardenales que lo apoyen. Lo único que serviría sería para el ostracismo de Burke, y que dejara de tener alguna influencia en el colegio cardenalicio. Las cosas hay que hacerlas con sentido de oportunidad e inteligencia. Disparos al aire no sirven para nada. Además, si no se dan las circunstancia adecuadas, para un corrección pública, Burke, podría haber hecho una corrección de forma privada.
Por mi que le quiten la birreta cardenalicia, es un pesado y soberbio.
Calla, pesado. Muy poco tiempo te ha durado el tiempo de oracion. Tu no ibas a rezar hoy para reparar no se qué… y ya estas insultando. Estas menos feo callallito.
Tu si que no tienes futuro, calvo mason.
San Pablo también estaba sólo y corrigió públicamente a quien se hizo acreedor de ello. Necesitamos un San Pablo.
Exacto, otro que habla por los descosidos y no hace nada de nada. Bergoglio está fuera de la comunión de la Iglesia por aprobar la comunión y absolución de los recasados en lo civil sin previa nulidad del matrimonio canónico anterior, en La Alegría del Amor, n. 305 y notas 336 y 351, y en el Rescripto de 5 de junio de 2017 que eleva esta comunión y absolución a magisterio auténtico. Y como tú, Burke, también Sarah y Schneider. Dais más valor a la falsa unidad en el engaño de la fe a toda costa, que la verdadera unidad en la verdad. Suerte que esto no va a durar ya más.
Por cierto, pedid además que se reabran las misas públicas ¡ya!
En el capítulo 2 de la carta a los Gálatas, cuenta San Pablo lo que se ha dado en llamar el incidente de Antioquía. Es bien conocido. San Pedro se dedicaba a disimular ante los judíos para que éstos no se enfadaran por las exigencias del cristianismo naciente. Vamos, que ya en aquella época el Vicario de Cristo tendía puentes y planteaba el discernimiento. Ahora hubiera dicho: Si un judío quiere ser judío y a la vez ser cristiano, pero su conciencia está tranquila, puede acercarse a la comunión. Seguramente algunos querrían haber redactado alguna nota 305 en el Concilio de Jerusalén. Pero san Pablo lo impidió. Le cantó las cuarenta en bastos al Papa Pedro y puso las cosas en su sitio.
La interpretación es justo la contraria, Pedro quería primero judaizar (en nuestro tiempo sería catolizar) a los gentiles, pero Pablo abrió la iglesia a los gentiles y no les exigió por ejemplo la circuncisión, el progre Pablo abrió la iglesia frente al conservador Pedro, ello permitió a la iglesia abrirse al mundo entero y sobrevivir dos mil años, con la estrategia de Pedro la iglesia habría sido una pequeña secta judía probablemente ya desaparecida
Además de leer la Biblia hay que aprender a entender lo que se lee y lo que se lee es que Pedro no quería romper con lo establecido y Pablo si y la iglesia es fruto de la ruptura con lo establecido que impuso Pablo
Hay que tener muchos bemoles para clasificar a San Pablo de liberal. Es una tontería como decir que era del Real Madrid o del Barça.
Nadie se escandalizó. No hubo ningún problema, porque San Pedro era humilde (de verdad, no de boquilla) y supo aceptar la reprimenda. No era un dictadorzuelo y sabía perfectamente que la Iglesia no era su finca particular, ni su rancho, ni su cortijo. Como San Pedro era realmente bueno (y no de boquilla), ni había sido elegido hombre del año por las revistas gays de Antioquía, ni era celebrado por la web corintodigital.com como pobre y humilde, supo aceptar lo que San Pablo exigía. Y menos mal, porque eso salvó a la Iglesia. Es que entonces había las dos cosas: un verdadero Vicario de Cristo, preocupado por la fidelidad al mandato del Señor, y un verdadero Obispo que dijo lo que tenía que decir.
Te recuerdo que el que exigía era Pedro y el liberal fue Pablo, quien ponía normas era Pedro, Pablo exigía que se quitasen y gracias a eso ahora tu eres católico, si Pablo hubiese pensado como tu, probablemente serías politeísta ahora comp casi todos los europeos
Si san Pablo es liberal, entonces yo soy la reina de Inglaterra. Lo que hay que oir de algunos.
Belzunegui, ¿Cómo enfocas el ser cristiano hoy? ¿Juzgando? ¿Hablando mal del prójimo aunque el otro esté equivocado? ¿Ese es el mensaje que Jesucristo nos enseña como tú lo haces? ¿De qué cristianismo estamos hablando? ¿Acaso no nos dice Santiago, ¿quién eres tú para juzgar? Ni siquiera Jesucristo ha juzgado a Judas que era un ladrón, más bien, ha encubierto el pecado de Judas. Ni siquiera los apóstoles le dijeron al Maestro que Judas era un ladrón. Hay que tener mucho cuidado con nuestras palabras, porque, ¿de dónde nacen todos nuestros juicios?
Saludos y rezar por todos aquellos que no piensan o no actúan como nosotros. Dice la Escritura: “Mía es la venganza”.
Señor Jesucristo en este momento de gran conflicto en la humanidad, en la que el temor y la incertidumbre nos atenaza, con la voz del Papa Francisco nos repites: ¡No tengan miedo!
Gracias Señor por darnos tu paz. Gracias Señor por hacernos instrumentos de tu paz. Amén.
Gracias Eminencia, pero se le ha olvidado añadir que el diablo tiene ahora mismo su vicario en el vaticano: un tal bergoglio o bergopachamama. En adelante no lo olvide.
Dios te perdone, rezo por tu conversión.
Totalmente de acuerdo con su eminencia. Evidentemente que los pastores son los que nos traen la luz de Jesucristo, pero también ellos son los primeros donde el Demonio pone su mirada. Como dice el maestro: “Heriré al pastor y las ovejas se dispersaran.”
No olvidemos que la gran astucia del demonio, es hacernos creer que no existe.
Saludos a todos en este Lunes Santo desde el Perú. Y no se olviden de rezar por mí que soy el último de los comentaristas.
el último de los comentaristas soy yo 🤣🤣🤣
Sí, pero recuerde Manolo que hay que rezar por la conversión del falso, que ya sabemos para dónde va, si no vuelve a la fidelidad con Jesús, y si no devuelve el lugar al que artimañosamente llegó. De paso se está cargando a muchos. Roma perderá la fé y en su lugar se sentará el anticristo. La que San Juan Pablo II llamó la reina de las profesias.
Dios bendiga al PAPA BENEDICTO XVI. » El de Jesús»
¿Falso? No será que nosotros somos los falsos y que todos los días el Demonio nos susurra en el oído. Es curioso que en el tiempo de Jesús, los fariseos se consideraban los puros, los auténticos, los iluminados, y los otros, los pecadores, los impuros, los falsos.
Así como vamos, muchos perderán la fe católica y se unirán al padre de la división: el Demonio.
En fin, todos moriremos, pero la Iglesia Católica con su Pastor seguirá existiendo.
Saludos
Luis Alberto, San Gallo, no existe un Dios católico, simplemente existe Dios, por las venas de Jesús corre sangre pagana, que los casados separadores pueden comulgar, la abominación con la pachamama,…etc, etc. no le dicen nada? Vaya, vaya!!! cuando el ser humano no razona, ingiere, pero no digieren, y eso sí es grave. Si todas esas sandeces no le alcanzsn, léase el Dezinger Bergoglio.
Dios bendiga al Papa BENEDICTO XVI. » El de Jesús»
Los fariseos aprobaban el divorcio, como tu amigo Bergoglio, que lo ha introducido de manera subrepticia, farisáica, por la puerta de atrás, la de la comunión en pecado, sacrílega, de los adúlteros consolidados, en contra de la indisolubilidad restablecida por N.S. Jesucristo, que elevó el matrimonio a rango de sacramento, sacramento pisoteado, al igual que la eucaristía y la confesión, por quien nunca debió ocupar una cátedra para demoler la Iglesia de Jesucristo. Se va a condenar si no rectifica. Unos queremos que se convierta; otros que siga igual, de mal, y se vaya a un lugar en el que no cree, pero ya verá.
Efectivamente, no cedemos. Y ahora más que nunca, que tenemos un papa satánico…
Burke , Schneider , Viganó , son prelados franco tiradores .
He conocido varios sacerdotes franco tiradores , todos el mismo problema , no reconocen ninguna autoridad superior en esta tierra .
Decian , la » Santa DESOBEDENCIA »
Todos terminaron mal : Perdida de la Fe , abandono de sus seguidores y amigos , abandono del sacerdocio , soledad ……
Reconocer una autoridad en la Tierra, no incluye aceptar los errores de la autoridad. Los personajes que citas, aceptan la autoridad de Francisco, pero denuncian sus errores. La Iglesia no es una dictadura, ni los fieles unos seguidores ciegos del dictador. Como dice San Pablo hay que valorarlo todo y quedarse con lo bueno. Por otro lado el propio Francisco habla de discernimiento, ¿hay que discernir todo menos lo que diga o haga Francisco?
PPP: tú sí que te quedará más solo que la una. Pequeño pobre pecador éste eres tú: PPP.
Mirad que palabras tan sublimes de Benedicto XVI:
“Desde la Cruz, desde el trono de la gracia y la redención, Jesús ha entregado a los hombres como Madre a María, su propia Madre. En el momento de su sacrificio por la humanidad, Él constituye en cierto modo a María, mediadora del flujo de gracia que brota de la Cruz. Bajo la Cruz, María se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de su vida”.
(SS. Benedicto XVI – discurso Viaje Apostólico a Alemania – Viernes 23 de septiembre de 2011)
Aparece el título de mediadora, un título que no le gusta nada a quien está obsesionado con «normalizar» a la Virgen, para exaltarse a sí mismo.
La exaltación de uno mismo es una actitud diabólica.
Me llaman poderosamente la atención siempre los comentarios a los artículos publicados en esta web. No entiendo como el Espíritu Santo no os ha colocado ya a muchos en el colegio cardenalicio y, como no, en la Sede Petrina para presidir a la Iglesia universal en la caridad. (Nótese la ironía).
Los que no estaban de acuerdo con la Iglesia ante sus errores y la enfrentaron creyéndose mejores, causaron cismas (P.Ej. Lutero)
Los que reconocieron los pexados de la Iglesia y la amaron y se sometieron a las autoridades, causaron reformas internas y renovaciones de siglos (P.Ej. S.Francisco de Asís, S.Benito)
Me parece que la mayoría de comentarios de aquí están más en el primer grupo que en el segundo. Más en el de la sobrebia que en el del amor. Más en el de la suficiencia que en el de la comunión y el amor a Cristo en su Iglesia
Ahora los luteros y pachamamas los tenemos entronizados en el vaticano y la cátedra de Pedro, pero algunos prefieren cerrar los ojos. Es lo más cómodo. Ya decía san Josemaría Escrivá: Los enemigos de Dios y de la Iglesia están dentro y arriba. Esta frase es hoy más certera que nunca. La apostasía está muy generalizada, pero los conservadores prefieren creer que vivimos primaveras eclesiales.