La ‘revuelta’ que no fue: a esa Iglesia no se apunta nadie

|

Con casi más asociaciones convocantes que participantes, con todo el bombo y platillo prestado por esos medios en los que se anuncian las iniciativas de nuestra clerecía, la ‘revuelta de las mujeres en la Iglesia’ demostró ser lo que aquí habíamos dicho: mera pantalla de una izquierda radical para la que la fe es solo una herramienta.

Empieza así la crónica de Vida Nueva -publicación que reciben incontables curias episcopales y conventos- del sonrojante fracaso de la ‘revuelta’: “Cerca de 600 personas -según la organización- se han reunido esta mañana durante más de una hora en la explanada lateral de la catedral de la Almudena en Madrid respondiendo a la ‘Revuelta de mujeres en la Iglesia’ convocada por diversos colectivos eclesiales”.

Ya sabemos que, en cualquier concentración callejera, los números de asistentes “según la organización” hay que rebajarlos considerablemente. Y si, según la organización, asistieron 600, habrá que concluir que la dichosa ‘revuelta’ no revuelve ni a cuatro gatos. O gatas, que tan da.

El cardenal John Henry Newman, recientemente canonizado, antes de su sonada conversión, amaba profundamente a la Iglesia Anglicana y recelaba con un recelo muy inglés de la ‘Iglesia Romana’. Así que, ansioso por confirmar la suya como iglesia apostólica, la dotó de rasgos y formas que la aproximaran a lo que consideraba verdadero. Y no la abandonó porque el resultado de sus alteraciones le dejaran en sí mismo insatisfecho, sino porque aquella que tenía en su cabeza era, advirtió, una “Iglesia de papel”, existente solo en sus propios escritos, sin vida real fuera de ellos.

La de nuestros hermanos progresistas es también una iglesia de papel, aunque de un modo muy distinto. A diferencia del caso de Newman, estos de hoy cuentan con la complicidad, en unos casos, o la timidez y cobardía, en los más, de buena parte de la jerarquía y el clero católicos. Pero, en ambos casos, es una Iglesia a la que nadie se apunta.

No es, nos apresuramos a aclarar, que no haya un nutrido contingente de feministas radicales, de ecologistas fanáticos, de fervientes socialistas y, en general, de pueblo entregado con mayor o menor entusiasmo a las cambiantes modas ideológicas del siglo. Es, sencillamente, que no ven el menor atractivo en una iglesia que les da la razón con considerable retraso.

Olvídense por un momento del contenido de esas ideas; piensen en ellas, como hipótesis de trabajo, como preferencias por un color u otro, algo neutro. Creemos que son ideas erróneas y aun perversas, pero no nos interesa aquí refutarlas en su argumentación. Aquí solo nos interesan dos rasgos suyos: que son del mundo, originadas al margen de la fe y, a menudo, por movimientos que se oponían expresamente a la fe, y que son absoluta novedad en la Iglesia, que a lo largo de su historia ha sostenido posiciones contrarias.

Ahora hagan un sencillo experimento psicológico. Imaginen a un ‘hombre del mundo’, ajeno a la Iglesia, a quien se dirige uno de nuestros cristianos progresistas para evangelizarlo. Le cuenta que le trae la verdad de Cristo mantenida por la Iglesia Católica, aunque insistiendo que se trata de un ‘camino privilegiado’ más entre muchos perfectamente legítimos que llevan igualmente a Dios. Nuestro hombre, con la cabeza llena de vagas referencias negativas sobre la Iglesia, puede reponerle que la Iglesia se opone a tal cosa y promueve tal otra, en contra de su visión del mundo. Y ahora imaginen a nuestro ‘renovador’ respondiendo: “No, no; eso era antes. Ahora nos hemos convencido de que tenéis razón, y pensamos igual que vosotros”.

¿Quién podría convertirse a eso? No da la sensación de ser una Iglesia que transmite inalterado un mensaje, que es fuente de verdades eternas, sino de una versión innecesariamente dulzona de las opiniones dominantes en el mundo con un toque clerical. En lo que añade, es innecesaria; en lo que coincide, es redundante. ¿Para qué convertirse, entonces?

La revuelta de las mujeres en la Iglesia, además de ser una etiqueta vacía, sin casi nadie detrás, es profundamente antievangélica. Trata del poder, cuando el Evangelio anima al servicio; de la rebeldía, cuando la Iglesia predica la obediencia. Si una es feminista radical, puede tener sentido querer destruir la Iglesia, pero no mucho pertenecer sinceramente a ella.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
12 comentarios en “La ‘revuelta’ que no fue: a esa Iglesia no se apunta nadie
  1. A los Vidal-Bastante –patrocinadores entre otros de todo este paripé, y que tanto disfrutan de su ‘genial’ ocurrencia de llamar «no-libro» a la obra del Card. Sarah y Benedicto XVI–, habría que dejarles caer que esto sí que ha sido una «no-revuelta», tronkos…

  2. Quienes sois?.No os conocemos.Que quereis?.No os entendemos.Porque quereis venir a nuestra casa?.Haced vuestra propia casa y vuestra propia causa porque los católicos no os entendemos.Si os queremos,porque os decimos la Verdad;la que a nosotros nos dijeron los Santos Padres de la Iglesia,por tanto os queremos pero os empeñáis en no dejaros querer y no os entendemos.Que os ocurre y a quien servís?.Liberaros con la Gracia de DIOS no os podemos decir nada mas y sabed que rezamos los católicos por vosotras que es rezar por vuestra conversión.

  3. ‘Trata del poder, cuando el Evangelio anima al servicio; de la rebeldía, cuando la Iglesia predica la obediencia. Si una es feminista radical, puede tener sentido querer destruir la Iglesia, pero no mucho pertenecer sinceramente a ella’.

    Nada más que añadir, señoría.

  4. Queda bastante claro que son infiltraciones tipo Soros; al Católico de verdad lo que realmente le preocupa es la Salvación, y no quién administra los Sacramentos.

  5. Soros es un hombre ,como otro cualquiera .Ni más ni menos.Sus 24.000 millones de dólares que atesora parece que le dan la suficiente valentía como para no temer a Dios.Que ceguera!!.Todos los católicos pedimos por la conversión de las almas .Tambien por la de este señor tan absurdamente envalentonado.

  6. Clara, neta, y gradualmente, lo que está sucediendo desde hace décadas, es una transformación de Nuestra Amada Verdadera Santa Iglesia en otra sancochada y falaz Iglesia; que, al quedar pocos rastros de La Antigua, la falaz parece admirable y primaveral como una Lampalagua ó una Yarará

    1. En el Amor de N. Señor Jesucristo y abrazado a María Santísima; este tipo de artículos en la época del 1 9 0 0 lo llamaban o l f a ; los pibes de la esquina lo llaman a l c a ; las ancianitas de mi aldea lo llaman c h u s m a ; y en varios rubros los llaman t i r a l e n g u a s.

  7. Servidoras de David Rockefeller. Lo dijo, se consideraba fundador del feminismo con su Fundación Rockefeller.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles