Cuaresma: polvo y cenizas

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El problema central del periodista católico es que debe tratar de lo efímero teniendo siempre delante de los ojos lo importante, y si es cierto que la eternidad da una cómoda perspectiva sobre lo que ocurre cada día, también hace más difícil atender al acontecimiento, que se sabe efímero. Y todo eso se hace más intenso en Cuaresma.

No lo esperaba en mi parroquia, la verdad, pero el pasado Miércoles de Ceniza el párroco optó, en la imposición de la ceniza, de las dos fórmulas, a aquella que no oía desde mi muy lejana niñez: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. La alternativa que parece haber eclipsado por completo a esta otra es: “Conviértete y cree en el Evangelio”.

Es, claro, perfectamente evidente que las dos son complementarias, aunque también lo es que una suena más impactante que la otra, incluso, para sensibilidades modernas, desagradable. Y, sin embargo, mientras que convertirse es tarea de cada día en el cristiano, y creer en el Evangelio va de suyo, quizá lo específico de la Cuaresma sea ese recordar que somos polvo.

Y en ese “somos” está englobado mucho más que nuestra persona, cuya absoluta insignificancia es muy bueno recordar, sino toda esta naturaleza caída en la que vivimos antes de la muerte, que es cierta y nunca está lejos.

No sé si alguna vez han tenido la tentación -en mi caso, es continua- de hablar del “mundo real” haciendo referencia a esta cosa efímera que nos rodea: nuestro trabajo, las farolas y los semáforos, las ilusiones y decepciones de la vida política, los vaivenes de la economía, el coronavirus, el Cambio Climático, los plásticos en los océanos, no sé; lo que nos ocupa la mente a diario por necesidad y tendencia.

Y la Cuaresma es el tiempo de darle la vuelta a todo eso, ponernos de cabeza y decirnos que esa es la postura en la que podemos ver la realidad como verdaderamente es. Es decir, que todo eso que nos parece tan real es, en realidad, sombra y espejos, algo rápidamente pasajero, que cambia en un instante, que no está para durar, que es más un velo que nos oculta la realidad que la realidad misma. Que lo Real, con mayúsculas, es una prueba siempre demasiado breve, un parpadeo, para llegar a nuestro verdadero destino, que ese sí es real y sí es para siempre.

Vivimos en tierras de penumbras, decía el autor inglés C. S. Lewis, y la Cuaresma es el tiempo preciso del año litúrgico para recordar que hemos olvidado. Para recordar que damos importancia a muchísimas cosas que no la tienen en absoluto y muy poca a lo único que tiene una importancia absoluta.

El sentido de la penitencia es ese, es despegarnos de todas esas cosas que nos tiran para abajo, como si lleváramos plomo en los bolsillos, todo lo que nos hace pensar en este mundo como en un lugar para quedarse. El ayuno, la oración, la limosna, la penitencia: todo va encaminado a lo mismo, a desasirnos, a rasgar los velos de la comodidad y la costumbre, porque solo una cosa es importante. Y para eso, sí, conviene recordar que uno es polvo y que va a volver al polvo antes de mucho. Y por eso, aunque no lo parezca, la Buena Noticia sigue siendo noticia, sigue siendo nueva y sigue siendo, sobre todo, buena, por mucho que se hunda la bolsa o se declare la peor de las guerras.

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Comentarios
12 comentarios en “Cuaresma: polvo y cenizas
  1. Somos polvo y estamos hechos polvo, pero gracias a Dios, en ese polvo la Trinidad Beatísima ha infundido un alma inmortal y ese polvo resucitará para unirse definitivamente a su alma, a su ánima, que la quiero en el Cielo, junto a Dios y los seres queridos. Gracias, Señor, por ese polvo y esa ánima.

  2. Su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tiene sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

    AMOR CONSTANTE MAS ALLÁ DE LA MUERTE Francisco de Quevedo y Villegas

  3. Pues fijate que yo pensaba que el ayuno tenía la idea que el ayuno tenía el mismo objetivo que en todas las sectas, debilitar cuerpo y mente para eliminar el sentido crítico y que se acepte la doctrina sin discusión, después de un largo ayuno de cuarenta dias y con el fortísimo impacto emocional de un hombre martirizado atrozmente, supuestamente Dios, que mente debilitada se va a poner a cuestionar la verosimilitud del relato, nadie

    1. Hace poco salió un estudio demostrando que comiendo sobriamente, alarga más la vida y comiendo copiosamente.
      Lo que debilita la mente es el exceso y darse todos los gustos, que es lo habitual en la sociedad Occidental, por esto es tan decadente.

    2. Y es por eso por lo que cuanto más comes, mas inteligente eres y mas entiendes las cosas.

      Muy buena reflexión. La de Carlos esteban. Gracias

      1. Por supuesto la alimentación no tiene nada que ver con la salud, no importa comer para mantener la mente sana, las neuronas se alimentan de aire

  4. Pues yo no creo que todos tengamos que volver al polvo. La Iglesia no parece dar crédito a San Pablo. Basta leer la primera carta a los Corintios 15, 51 a 58 para ver que San Pablo nos lo cuenta como un misterio «no todos moriremos, pero todos seremos transformados….»
    Piensen por un momento que Jesucristo regresase hoy para el fin del mundo; Vds piensan que Jesucristo, ¿ nos matará a todos o nos transformará?, es decir, que a la otra vida vamos por medio de la resurrección volviendo del polvo a un nuevo cuerpo glorioso para presentarnos al Juicio Final o a la otra vida vamos por medio de la transformación de este cuerpo en otro glorificado, sin pasar ya por la corrupción para igualmente ir a Juicio
    ¿Por que se empeñan los curas en decir que nos harán polvo a todos?

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