‘Integrismo’, en religión, como ‘populismo’ en política, es un término con guiño, es decir, es una etiqueta que se procura llenar de connotaciones negativas sin definirlo con excesiva claridad y del que uno espera que su interlocutor o lector sepa, en concreto, a quiénes se está refiriendo.
En el órgano de Archidiócesis de Madrid, Alfa y Omega, Manuel Bru hace el panegírico de una obra de Juan María Laboa titulada ‘Integrismo e intolerancia en la Iglesia’, empezando por sugerir en broma -pensamos- que el Papa debería, como hiciera su predecesor Pío X con el Juramento Antimodernista, un ‘juramento antiintegrista’.
No conozco la vida de piedad de Bru, ni tengo especial interés por conocerla, pero un paseo incluso casual por las parroquias debería convencerle de que tal juramento sería absolutamente innecesario, y eso sin contar con que el de Pío X no parece haber logrado su objetivo, como el propio Bru reconoce oblicuamente al admitir que, “de hecho, vivimos ya hace más de medio siglo en la posmodernidad”.
Parece como si la ‘posmodernidad’ fuera algo así como un tsunami o un huracán, algo que llega y a lo que hay que adaptarse pero que nadie ha traído y contra lo que no vale la pena luchar. Es más, hacerlo queda de lo más ‘integrista’.
Repasa luego Bru los supuestos brotes de integrismo en la Historia de la Iglesia, algo que, por ser un término ‘ad usum delphini‘, el autor elige con la natural arbitrariedad, siempre en ejemplos más o menos desastrosos. No se le ocurre que quizá no sea imposible que el autor y el propio Bru pudiera haber tachado de ‘integrismo’ la actitud de un Atanasio, tan intransigente y pesado contra la opinión dominante, o de una Catalina de Siena, empeñada en sacar los pies del tiesto y cantarle las cuarenta a todo un Sumo Pontífice.
Pero en esto, como en tantas cosas -la escucha atenta, la misericordia, el diálogo- de moda en los círculos eclesiales, lo que más me interesa es la escasa autoconsciencia de los nuevos adalides de la tolerancia. Quiero decir, que no es que de repente se hayan lanzado a tolerar, como pretenden, todo tipo de posturas alejadas de la propia, sino que en realidad han cambiado de lealtades y toleran lo que aceptan, y aceptan lo que está de moda.
La prueba está en el ejemplo que pone de un cura joven al que critica tener las ‘ideas claras’, con lo interesante que es tenerlas confusas para evangelizar. Esos no entran en el ámbito de la nueva dispensación, eson son, sin más intolerables. Y lo son de un modo, además, que la Iglesia en sus momentos de mayor ‘intolerancia’ ha hecho lo posible por evitar: juzgando los motivos, el interior del alma.
Habla Bru de la “obsesión por llamar herejía o brujería a cualquier novedad en el Medievo”, aunque no fue exactamente en el Medievo donde se concentró la quema de Brujas, sino en el brillante Renacimiento, ni fue la Iglesia Católica la principal culpable, sino los novedosos luteranos. Sea como fuere, eso no ha desaparecido, sino que ha mutado en una forma más virulenta que no usa la palabra caduca, herejía, sino otras como por ejemplo… integrismo. Con el agravante de afirmar -y aquí estamos hartos de leer la palabra en la crítica de ‘los buenos’- que esos supuestos integristas se mueven, a decir de tantos, por ‘odio’ -gravísimo juicio temerario- o que tienen ‘graves problemas’.
No puede Bru, en cambio, ocultar que ese ‘peligro’ se extiende sobre todo en la juventud, lo que debe de ser trágico para una facción que lleva usurpando la palabra con un pie cerca de la tumba.
No sabemos mucho de ese integrismo. No sabemos cuánto hay en él de verdadero ‘integrismo’, en su sentido peyorativo, y cuánto de fidelidad a la Tradición, la única que puede hacernos seguir unidos bajo un pontífice que, sin Tradición, no hay razón alguna para seguir. Lo que sí sabemos es que esos obispos plurales, tolerantes y perfectamente adaptados al mundo que tanto le gustan a Bru han presidido sobre la mayor fuga masiva de la Iglesia sin persecución desde que existe. Se extinguirán, pero podrán grabar en su losa este epitafio: “Al menos, nunca fuimos integristas”.
Ofrecemos a continuación el artículo de Manuel Bru en Alfa y Omega:
Tras leer este libro le viene a uno la idea de proponer al Papa que promulgue el cambio, donde aún se sigue haciendo, del juramento antimodernista por un juramento antiintegrista porque, es evidente, el mayor peligro para la Iglesia de hoy no es el modernismo (de hecho, vivimos ya hace más de medio siglo en la posmodernidad), sino el rebrote con espectacular virulencia de la epidemia del integrismo.
Como bien explica el profesor Laboa en este libro, la tentación integrista ha acompañado a la Iglesia desde el principio: pretensión de la imposición de la tradición judía a los cristianos gentiles en el siglo I, dureza con los cristianos laxos y apoyo a la exhibición martirial en las primeras persecuciones, obsesión por llamar herejía o brujería a cualquier novedad en el Medievo, seculares acusaciones mutuas de heterodoxia entre Oriente y Occidente, el fundamentalismo católico que acompañó gran parte de las campañas de la Inquisición, o el menosprecio de las culturas indígenas en el encuentro con el Nuevo Mundo. Y ante todo, de lo que el profesor Laboa es un reconocido experto como historiador, el integrismo del siglo XIX, sobre todo en España, cuando «el brusco y brutal aniquilamiento de la experiencia liberal de Cádiz y la reacción radical del Trienio y de la época de Mendizabal dieron al traste con la posibilidad de un catolicismo liberal español, centrado y equilibrado, a diferencia de otros países europeos, más sensatos y equilibrados en sus reacciones». En este libro se nos habla del fundamentalismo en la historia del cristianismo, del integrismo y la religiosidad en la España contemporánea y de las consecuencias de la actitud integrista, terminado con una reflexión final sobre la intolerancia y los fundamentalismos.
El libro mantiene el máximo rigor histórico. La lectura del pasado se nos muestra luminosa para entender el presente. En este caso, el de ese nuevo integrismo que vuelve, el de los últimos años, que se resiste tanto a entender la comunión eclesial como unidad en la pluralidad (y no como uniformidad), como a integrar la presencia de la Iglesia en el pluralismo religioso de la sociedad.
Me ha venido a la memoria una anécdota que me contó un amigo que, hablando con un obispo, le contó que había tenido una larga conversación con uno de sus más jóvenes sacerdotes. Al final, había concluido que lo que identificaba el estilo de aquel, como de tantos otros sacerdotes jóvenes, es que «tenía las ideas muy claras». Al ver mi amigo en su rostro un atisbo de mirada irónica le preguntó: «¿Y eso qué significa?». A lo que el obispo contestó: «Pues, que lástima, ¿no?». Para luego explicarle que no es que sea malo que tenga las ideas muy claras en medio de tanta confusión y relativismo. Lo malo es que algunos utilizan sus ideas claras para corregir a sus interlocutores como si fueran tontos, para responder con intransigencia a las dudas, para abanderar una pastoral reactiva, a la postre antipastoral, en lugar de proactiva ante la sociedad y la cultura de hoy.
Es el integrismo que vuelve, en clérigos y laicos, que se dejan llevar por los intereses económicos y los prejuicios ideológicos de quienes quieren acabar con el pontificado de Francisco y su propuesta de la cultura del encuentro.
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La iglesa católica ha olvidado hace siglos que ha de estar en el mundo, pero no ser del mundo. Que no vende un producto , sino que habría de tener claro que lo inmutable y lo que no tiene precio no se puede vender, por lo que si tiene fe no ha de agobiarse por tener éxito y se le ha olvidado.
Cuando le han salido competidores que no venden producto sino esperanza, se ponen nerviosos y califican todo de herejía, que es lo fácil. La iglesia católica se ha alejado de su razón y se ha perdido en un mundo al que no llega, ni alcanza, ni tiene porqué comprender siempre, dando bandazos según el papa y según cada obispo y segun cada sacerdote y según cada congregación y según muchas cosas mundanas . Dios juega otra liga y la cosa es si nos apuntamos a la suya o a la mundana.
¿Manuel Bru? ¿El «padre Bru»? ¿¿¿El del Grupo Risa???
Ecclesia semper reformanda est
Da asco, el tal Bru.
San Pio X nos advirtió contra esa clase de endemoniados.
Aunque lo digas en latín, no cuela.
Leer lo que dice ese Sr. Bru, es como estar armando un rompecabezas, y te hacen la travesura de cambiar piezas
! Qué enredo!,, qué de palabras piezas que no entran en lo que uno arma.
Gracias, pero que le aproveche a él mismo, su caudal de «conocimientos»
El libro que comenta se titula «El integrismo que vuelve». No vuelve, siempre ha estado ahí. Los íntegros son los únicos que van quedando, el resto, los modernistas, van muriendo de éxito y al hacerlo vuelve a vislumbrarse a los que defienden la integridad. La mundanidad eclesial, ruidosa y hortera está llegando a su fin, no le interesa mas que a los viejos clérigos sodomitas y monjas tortilleras que por irrelevantes sólo pueden odiar en su frustración a los que se aferran a las Sagradas Escrituras, la Tradición y su razón. Ladran, luego cabalgamos.
Que un cura defienda hoy las virtudes (supuestamente capadas) de la desamortización da una idea, para cualquiera con una mínima formación histórica, del su nivel no sólo de fe, sino de formación. Si eso es ser anti-integristas o lo que sea, no me extraña que los jóvenes más discretos miren al lado contrario. Y luego el jefe quiere que entren en el cuerpo a cuerpo con la gente. ¡Pero si les tienen que huir! Los curas, a ver si nos enteramos, se reúnen porque ni a ellos les gusta (con el gusto que da la caridad y, por lo tanto, el cielo) la gente (aunque le sonrían mucho y les hagan muchas pantomimas) ni la gente quiere relación con ellos. Sin cielo son despreciables y como tales sólo dignos de reunirse entre sí, para gozo y disfrute del Botero.
«Posmodernidad», basta dar una rápida ojeada al debate del término mismo y se entenderá que no hay acuerdo sobre él. ¿Estamos en la modernidad? ¿Estamos en un cambio epocal?¿estamos en el final de la modernidad?¿Estamos en una nueva época de la historia de la humanidad? El hecho es que esta época es tan difícil de entender que ni siquiera sabemos cómo denominarla. Incluso se ha hablado de la modernidad líquida. Lo único claro parece ser el relativismo como descriptor fundamental de este tiempo. Sigamos evangelizando en nuestro contexto actual, pero siempre desde la revelación y la fe.
Alfa y Omega se ha convertido desde hace tiempo, en un «colocadero» de progres y rebotados.
¿ Quién lo financia ?. ¿ El ABC ? ¿ obispos pelotilleros ?
Qué pena de revista Alfa y Omega. Qué buena era antes y qué mala ahora. Cuanto te echo de menos, Rouco.
«a Él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.»
—Efesios 3:21
El Apostol Pablo dice que «EN LA IGLESIA» se le debe dar gloria a Dios y en el nombre de Cristo.
Para los modernistas del vaticano II( esa especie de libro del mormón revelado a Rahner, infalible y bajado del cielo folio por folio en letras de oro), la Tradición de la Iglesia es integrismo, puesto que la Tradición de la Iglesia se atreve a condenar todo lo que ellos hacen: condena su falsa religión ecuménica donde cada uno elige la religión de su conciencia porque es libre, excepto si es la católica tradicional.
Ya lo vemos: la falsa iglesia inventada en donde pretenden que a Cristo se le olvidó decir cómo se celebraba la misa hasta que pablo VI lo descubrió leyendo a Lutero. Pero qué Payasos son todos.
Perdona, a Pablo VI le fue revelada la misa del novus ordo en un extasis, en donde se le dijo: «Trento, caca»
¿Y que diferencia hay entre Rahner y los que escribieron el evangelio? Ninguna, que tu creas que unos fueron inspirados y el otro no, es cosa tuya
¡¡Pero mira que eres cansino!! Cansino histórico. Un lerdo no puede opinar de nada, puesto que nada sabe. Primero ha de leer, enterarse de qué va el asunto. Y si no va con él, lo mejor es que se calle. Si no se calla, es que quizá alguien le paga para que suelte sus memeces e incordie, insulte y desprecie al resto para enturbiar el debate. ¿Te suena la música…?
José se pregunta «¿Y que diferencia hay entre Rahner y los que escribieron el evangelio? Ninguna….»
Que atrevida es la ignorancia, y más cuando viene de un ateo que se siente «iluminado» para sermonear….Rahner es, entre otras cosas, un Kantiano y Hegeliano; Los Evangelistas, casi 2000 años antes, no se plantearon elaborar una Teología, teniendo presentes las aportaciones de Kant y Hegel al pensamiento occidental….pero, claro!, para apreciar estas diferencias, hay antes siquiera haber leído y usado lo que tenemos entre los hombros…algo que parece que no va mucho con el perfil de ateillo iluminado, perfil que se siente legitimado para soltar cualquier disparate y quedarse tan ancho.
Qué diertidos se ponen los progres… espero que Francisco apruebe este risible ‘juramento antiintegrista’, que yo le enviaré las Dubia que hace 5 años que no se ha dignado contestarlas… chicos, id haciendo tonterías… buen viento y a la Luna…
Es la COPE, Barriocanal, el negocio, El espejo de José Luis Restan, tan insípido, tan obvio, tan correcto, tan modosito, tan ni una palabra más alta que otra como una homilía con el fiel dormido o mirando el reloj, es la 13tv, tan derechita acomplejada, tan que no le toquen mis privilegios, tan conferencia episcopal, tan pasillo silencioso en donde te ven pero tú no les ves, tan poco cristiano. Nada que esperar, demasiados poderes y cuchillo volador entre sotanas como para confiar en esta gente.
Don Manuel, se acuerda en cuanto vendió una camara de tv vieja a los de Mater Mundi? Un paston. Se acuerda cuanto le cobraba a Mater Mundi por alquilarle el local de Cronica Blanca que esta en la castellana y que era propiedad de su madre. Ay padrecito, padrecito!!!!!! Le gusta mas el dinero a usted que a los que denigra en su articulo.
«Un Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4, 5)
«Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, en la falacia de los hombres que con astucia conduce al error».(Ef 4, 14)
«Dado que la fe es una sola, debe ser confesada en toda su pureza e integridad. Precisamente porque todos los artículos de la fe forman una unidad, negar uno de ellos, aunque sea de los que parecen menos importantes, produce un daño a la totalidad. Cada época puede encontrar algunos puntos de la fe más fáciles o difíciles de aceptar: por eso es importante vigilar para que se transmita todo el depósito de la fe (cf. 1 Tm 6,20), para que se insista oportunamente en todos los aspectos de la confesión de fe»
«Como servicio a la unidad de la fe y a su transmisión íntegra, el Señor ha dado a la Iglesia el don de la sucesión apostólica».
Encíclica Lumen Fidei del papa Francisco
Ya ve, sr. Bru, S. Pablo y el Papa Francisco nos enseñan a ser íntegros (integristas) en la fe.
Me ha gustado su comentario, fulgencio.
Estoy realmente atónito ante esta fuga en masa a los años 70, después de unas décadas en que todo parecía volver a su cauce. Es como un toque de flauta de Hamelin por parte de algún enemigo especialmente sibilino y aún no identificado.
Tener las ideas claras está bien. Corregir, también, y además es un mandato evangélico y epistolar. No porque el otro sea tonto, sino porque puede no haber tomado consciencia de eso a lo que se exhorta o disuade.
Lo que no pareceis entender los católicos es que llamando la verdad” a un invento no se puede ir adelante, no basta con llamar verdad inmutable revelada por Dios a lo que claramente es inventado por el hombre para que se convierta en palabra de Dios. Con errores hemos de ir descubriendo poco a poco la verdad, puede que lo logremos o nos destruyamos, pero no tenemos otra, inventándonos que Dios vino a salvarnos no vamos a a cambiar la realidad, las cosas con como son, está bien que un niño se invente in amigo imaginario mientras es niño, pero cuando es adulto ya no, ni los amigos imaginarios ni los Dioses redentores van a cambiar eso
Tú eres un patan, incapaz de distinguir un perro de una oveja. Como para descubrir nada por ti mismo. La inteligencia del hombre está lastrada por el pecado. Por eso Dios nos facilita las cosas con su Revelación, con su venida a la tierra, con sus milagros. Déjate de monsergas protestantes o agnósticas y lee los Evangelios.
Bien contestado.
José, da ud. sin querer en el clavo….»cuando es adulto ya», ese es uno de los tantos errores y problemas del ateísmo y agnosticismo…que venden como una verdad un error, el ser humano sera adulto, por llamarlo de algún modo, cuando puede responder a las clásicas preguntas existenciales «¿quien soy?, ¿de donde vengo?, ¿a donde voy?»…ni de lejos la ciencia y el pensamiento humano se ha acercado a la pregunta, pero es que ni de lejos…se esta como hace 1000, 2000, 3000 ..y 5.000 años. Lo único que se ha encaminado hacia esos enigmas ha sido la espiritualidad, cristalizada en la religión.
Esto que llama ahora progresismo es una pseudo-religión + falsa que un billete de 7 euros, dice que todo esta descubierto, y que no te molestes en pensar, ya lo hacen por ti, olvídate de la muerte, dedícate a disfrutar todo lo que puedas, y cuando te mueras, asume con resignación de que serás nada…mientras, olvídate de la muerte y de pensar..compórtate como un animal.
Cierto, ha sido la declaración del existencialismo venimos de la nada y vamos hacia la nada. El problema es que la nada no existe, si existiera sería algo y entonces dejaría de ser nada. Es imposible que algo venga del no-ser
Argumenta. Sólo emites aseveraciones sin dar ninguna razón para alguna de tus premisas
Esta gran apostasía parece no tener vuelta atrás en un gran número de personas.
No creen porque no quieren creer.
Optaron con libertad en contra de Jesucristo.
Lástima…
Se aproxima el Juicio.
Luego llorarán, y ya no podremos ayudarles más.
Mientras tengamos tiempo, oremos.
Ojalá que sí, que vuelva lo que estos pensadores llaman «integrismo», y que parece que sí, que está volviendo, porque a las nuevas generaciones, curiosamente, les gusta tener las «ideas claras» y no aman la confusión ni el «más o menos».
Bru vete a la mierda.
Debate absurdo y estéril, el planteado por Bru; de entrada es hacerse trampas al solitario, analizar la historia de hace siglos, realizando juicios de valor conforme a la cultura del s. XXI, nadie anterior al siglo XX pudo pensar si era un genocidio, un integrista, o cualquier otro concepto elaborado en el siglo XX, y no antes….pero bajo esa pretensión de realizar un juicio de valor en la historia, de una forma tan caprichosa y arbitraria, se esconde algo peor, un pensamiento que divide a los seres humanos en «buenos» y «malos», «malos» los integristas, y «bueno» yo…..y ¿quienes son los «integristas»? Todos aquellos que me lleven la contraria…ahí la trampa, la uso el nazismo, el comunismo, y ahora parece que el progresismo…todos los que no me deis la razón, sois unos «integristas» y así me quito de un plumazo cualquier debate y me ahorro tener que pensar y razonar.
«menosprecio de las culturas indígenas en el encuentro con el Nuevo Mundo». Pues, obviamente Bru aprecia mucho la cultura azteca y demás barbarismo que encontraron los grandes misoneros en América. Vaya cultura en la que mataban decenas de miles de personas y se las comían.
El presbítero Manuel M. BRU, ha sido invitado por el obispo de Menorca, don Francisco-Simón CONESA FERRER, a predicar las conferencias cuaresmales en el arciprestazgo de Mahón.