Benedicto XVI lleva desde 2013, tras su renuncia y la elección de su sucesor, Jorge Mario Bergoglio, recluido en el Mater Eclesiae, un pequeño monasterio situado en los jardines vaticanos. Desde entonces poco se sabe de su día a día.
El pasado 3 de enero, una televisión bávara, BR24, emitió un pequeño documental -de 30 minutos- en los que, además de contar aspectos de la vida de Joseph Ratzinger, junto con algunos testimonios, se adentran en el Mater Eclesiae para mostrarnos como vive actualmente el pontífice emérito, al que se ve muy envejecido.
En el citado documental se puede ver a Georg Gänswein, su fiel escudero y secretario personal desde sus años en Doctrina de la Fe, que vive con él en este pequeño monasterio en el corazón del Vaticano. Gänswein comenta a la televisión alemana que Benedicto tiene grandes problemas para caminar y una voz muy débil.
«Benedicto es un hombre de 92 años», dice el secretario del Papa emérito, «muy claro en su mente», pero en con un deterioro en su «fuerza física». El propio Ratzinger lo confirma,»Solía tener una gran voz», dice Benedicto XVI, «Ahora ya no funciona».
Preguntado sobre lo que debería saber la gente de su país sobre su condición, el Papa alemán contestó que es un anciano al final de su viaje. A pesar de ello, Ratzinger sigue una estricta rutina. Sus días comienzan con un misa a las 7.30, que celebra con Georg Gänswein en la capilla del monasterio, junto a las hermanas que cuidan la pequeña casa.
Durante el día, el Papa emérito pasa mucho tiempo en su despacho, que según la televisión bávara parece más una librería. La vida Ratzinger se ve reflejada en los miles de libros que allí hay. Él mismo dice que todas las etapas de su vida están incluidas en esos libros.
Para hacerle sentir como en su tierra, las hermanas italianas que trabajan en la casa aprendieron a cocinar platos bávaros, explica Georg Gänswein.
Benedicto vive rodeado de objetos e imágenes que recuerdan a Baviera, su tierra natal. Un corazón de pan de jengibre con la inscripción «Dahoam es Dahoam», que significa en bávaro «hogar, dulce hogar», cuelga en la entrada. También se puede ver una copia de Nuestra Señora de la Marienplatz de Munich. Y en el comedor, entre otras cosas, cuelga un dibujo de su casa natal en Marktl am Inn. En una esquina hay un verdadero arbusto de palmeras de Chiemgau. Benedicto dice que todavía está conectado con Baviera en el corazón. «Siempre estoy conectado de corazón a Baviera y siempre encomiendo nuestro país al Señor por la noche», llega a decir Ratzinger.
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