La ONU da instrucciones al Vaticano sobre abusos sexuales

A las Naciones Unidas les parece muy bien que el Papa haya levantado el secreto sobre los casos de pedofilia clerical, pero dice que es insuficiente y le pone nuevos deberes a la Santa Sede a ese respecto.

Siglos de secreto pontificio se han terminado de un plumazo, una decisión de Su Santidad, en el caso de los abusos sexuales de clérigos a menores, pero la ONU no está aún satisfecha y considera que esto es solo el principio.

“El Vaticano ahora debería tomar todas las medidas necesarias para garantizar que la justicia y las indemnizaciones de las víctimas en todo el mundo estén garantizadas a través de: investigaciones rápidas y exhaustivas que estén sujetas al escrutinio público, el enjuiciamiento de los presuntos autores, la obligación de informar para todo el clero y el personal que conocen estos actos atroces”, ha declarado Maud de Boer-Buquicchio, relatora especial sobre Venta y Explotación Sexual de Niños del Consejo de Derechos Humanos. “La Iglesia también debe aplicar políticas de tolerancia cero para el abuso sexual infantil en todas las instituciones bajo su supervisión, asegurando que aquellos que han sido hallados culpables de abusar sean rechazados de inmediato”.

No llega en un momento inoportuno: se acaba de conocer la cifra récord de denuncias por abusos sexuales a menores por parte de clérigos católicos este año, y asciende al millar. Pero la pregunta obvia es qué autoridad puede tener la ONU para leerle la cartilla a la Santa Sede -y, por extensión, a la Iglesia Católica- en este o cualquier otro asunto.

Es una cuestión de cazo y sartén. Las tropas de interposición de la ONU, los célebres ‘cascos azules’, han sido acusados en ocasiones sucesivas no ya de abusos sexuales infantiles ocasionales, sino incluso de gestionar verdaderos prostíbulos de niños en África. Las últimas denuncias, 26, aparecieron en 2016 en la República Centroafricana y el anterior secretario general, Ban Ki-moon definió la cuestión de los abusos como “un cáncer en nuestro sistema”. Francia había iniciado en 2015 una investigación el año pasado después de que algunos de sus soldados, parte de un grupo de 14 que incluía también tropas de Chad y de Guinea Ecuatorial, de violar y sodomizar a seis niños de entre 9 y 15 años a cambio de comida entre 2013 y 2014.

Y si comparten delito, también comparten un sistema ineficiente de información sobre los mismos. Expertos y activistas denuncian que sigue imperando un sistema ineficiente de investigación y que no se aplica la «tolerancia cero» que públicamente defiende Ban. Paula Donovan, de la campaña Blue Code para denunciar esta plaga, asegura al Washington Post que “los datos son una broma”.

A ver si les suena lo que denuncia Code Blue: la ONU gestiona internamente la crisis, sin auditoría externa alguna; los conflictos de intereses hacen que quienes tienen que investigar los casos sean cualquier cosa menos objetivos y neutrales; y la organización internacional es particularmente opaca en sus manejos, impidiendo cualquier labor externa para investigar los hechos.

Pero esto es lo de menos, con ser una prueba cósmica de hipocresía; lo peor es la posición en que se coloca este organismo internacional no electo con respecto a la Iglesia Universal, recomendando cosas como ese “rechazo” del culpable que, según cómo se entienda, no puede aplicar de un modo total.

Naturalmente, es la propia actitud de este pontificado la que pone a la ONU en esta posición, al otorgarle una legitimidad y una autoridad moral que no le corresponde, y al adoptar con respecto a la misma una postura de subordinación ideológica y material. ¿Hay que obedecer a la ONU, como nos instruía el Santo Padre a los católicos en una de sus ruedas de prensa en vuelo? Pues ahí van unas cuantas instrucciones.