El diablo quiere que caigamos en el espíritu de la tristeza, “amargados por la vida” o “por nuestros propios pecados”.
El Papa Francisco, en su homilía de Santa Marta, respondió a la pregunta planteada por las lecturas del día “¿Cómo consuela y corrige el Señor?” y recordó que Dios es un buen pastor que acaricia a los que se acercan a pedir perdón y abre a la gracia de la reconciliación.
(Alessandro Di Bussolo/Vatican News)- El Señor guía a su pueblo, lo consuela, pero también lo corrige y lo castiga con la ternura de un padre, de un pastor que “lleva los corderitos sobre el pecho y conduce suavemente a las ovejas madres”. De este modo el Papa Francisco, en su homilía en la Misa de la mañana en la Casa Santa Marta, responde a las preguntas “¿Cómo consuela, cómo corrige al Señor?”, suscitadas por la liturgia de hoy. La primera lectura, en efecto, un pasaje del libro de la consolación de Israel del profeta Isaías, se abre, explica el Papa, con “un anuncio de esperanza”. “Consuelen, consuelen a mi pueblo”. El profeta comunica así las palabras de Dios: “hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga”.
El Señor nos consuela siempre -comenta Francisco-, siempre que nos dejemos consolar. Dios, aclara, “corrige con el consuelo, pero ¿cómo?” Y lee otro pasaje de Isaías, el que habla del Señor, el buen pastor, que “con su brazo” reúne el rebaño, “lleva sobre su pecho a los corderos” y conduce con dulzura a “las que han dado a luz”. El Pontífice hace repetir a quienes lo escuchan el pasaje “en el corazón”, y comenta: “¡Este es un pasaje de ternura! ¿Cómo nos consuela el Señor? Con ternura. ¿Cómo corrige el Señor? Con ternura. ¿Cómo castiga el Señor? Con ternura. ¿Puedes imaginarte sobre el pecho del Señor, después de haber pecado?”
El Señor conduce, el Señor guía a su pueblo, el Señor corrige; además, yo diría también: el Señor castiga con ternura. La ternura de Dios, las caricias de Dios. No es una actitud didáctica o diplomática de Dios: viene a Él desde dentro, es la alegría que tiene cuando se acerca un pecador. Y la alegría lo hace tierno.
El Papa Francisco recuerda la parábola del Hijo Pródigo y el padre que vio venir a su hijo de lejos: lo estaba esperando, y “subió a la terraza a ver si el hijo volvía”. “El corazón del Padre”, dice. Y, “cuando llega, y ese discurso de arrepentimiento comienza, le tapa la boca y hace fiesta”. “La tierna cercanía del Señor”, comenta de nuevo el Papa. En el Evangelio vuelve el pastor, el que tiene cien ovejas y una se pierde. «¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?”, cita Francisco. Y “si logra encontrarla, se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron”. Esta es “la alegría del Señor ante el pecador”, “ante nosotros cuando nos dejamos perdonar, cuando nos acercamos a Él para que nos perdone”. Una alegría que “se convierte en ternura, y esa ternura nos consuela”.
Muchas veces – explica el Pontífice – nos lamentamos de las dificultades que tenemos: el diablo quiere que caigamos en el espíritu de la tristeza, “amargados por la vida” o “por nuestros propios pecados”. Y recuerda: “Conocí a una persona consagrada a Dios a la que llamaban ‘lamento’, porque no podía hacer otra cosa que quejarse: era ‘el Premio Nobel del lamento’”.
Cuántas veces nos lamentamos, nos quejamos y pensamos que nuestros pecados, nuestros límites, no pueden ser perdonados. Allí se oye la voz del Señor que dice: “Yo te consuelo, estoy cerca de ti”, y nos toma con ternura. El Dios poderoso que creó los cielos y la tierra, el Dios-héroe, por decirlo así, nuestro hermano, que se dejó llevar a la cruz para morir por nosotros, es capaz de acariciarnos y decirnos: “No llores”.
“Con cuanta ternura – continúa el Papa Francisco – el Señor habrá acariciado a la viuda de Naín cuando le dijo: ‘No llores’. Quizás, delante del ataúd de su hijo, la acarició antes de decirle ‘No llores’”. Porque “había un desastre allí”. “Debemos creer en este consuelo del Señor” porque después “existe la gracia” del perdón.
“Padre, que tengo tantos pecados, tantos errores que he cometido en mi vida” – “Pero, ¡déjate consolar!” – “¿Y, quién me consuela?” – “El Señor” – “¿Y adónde debo ir?” – “A pedir perdón: ¡va, va! Sé valiente. Abre la puerta. Y Él te acariciará. Se acercará con la ternura de un padre, de un hermano: ‘Así como un pastor apacienta el rebaño y con su brazo lo reúne, lleva a los corderitos sobre el pecho y conduce con dulzura a las ovejas que han dado a luz’, así también el Señor nos consuela a nosotros”.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Pero —dirás— Dios es la misma misericordia. He aquí el tercer engaño, tan común en los pecadores, y que tantos conduce al infierno. Escribe un docto autor que la misericordia de Dios precipita más almas en el infierno que su justicia; porque los pecadores, fiados temerariamente de la misericordia, no dejan de pecar y se condenan.
Que Dios sea todo misericordia ¿quién lo niega? Esto no obstante, ¡a cuántos arroja cada día en el infie rno! Es misericordioso, pero también es justo, y su justicia le obliga a castigar al que le ofende. El Señor usa de su misericordia, pero ¿con quiénes? Con los que le temen. “Se levanta su bondad sobre los que lo temen”, dice David; y añade: “Siente el Señor ternura por los que lo temen” (Sal 103 [102], 11-13).
Pero los que le menosprecian y abusan de su misericordia, para más ofenderle, estos tales que esperen el golpe de su justicia. Y con razón; Dios perdona el pecado, pero no puede perdonar la voluntad de pecar.
El que comete el pecado con el pensamiento puesto en que se ha de arrepentir después de haber pecado, este —dice San Agustín— “no es penitente, sino escarnecedor de Dios”. Y de Dios nadie se burla impunemente. “No os engañéis —dice el Apóstol— de Dios nadie se burla” (Gál 6, 7). Y sería burlarse de Dios el ofenderle cuando y como se nos antoja y luego pretender ir al paraíso. ♦
San Alfonso María de Ligorio, Preparación para la Muerte,
Vaya pues… la próxima homilia la haces tú ya que te crees tan docto. Solo te recuerdo el Evangelio de san Mateo 11,25-27
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.”
Belzunegui, trata de ser humilde, aunque sea un poco y apégate al Evangelio. ¿Quien soy yo, quien eres tú? Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás.
El docto no soy yo, es San Alfonso María de Ligorio, Preparación para la Muerte. Todos tenemos que prepararnos, que es lo que ni se hace ni se predica.
Como en los retiros de la fraternidad, ja ja
Exactamente BELZUNEGUI.
Por como desprecias a los demás que no tenemos tu pensamiento único más te valdría aclararte a su misericordia.
El pecado,para que sea pecado,es necesario que la voluntad,este de acuerdo,con la libertad,y el conocimiento de la ley.Asi que para pecar,hay que querer pecar,o por lo menos conocer lo que es pecado.
Pues si eso fuera así tan alegremente, la Biblia no diría en Oseas: «mi pueblo perece por falta de conocimiento». En su lugar diría: «Aquellos que no se enteran de nada, los perdonaré, porque bastante tienen los pobrecitos con su ignorancia»
Ya comprobará en sus carnes la ternura que tendrá con él.
Dios te perdone, esos juicios temerarios son pecado mortal, no se te ocurra comulgar si no te confiesas antes
Estoy leyendo a propósito del tema, lo que dicen del «Dies Irae»,
El Apocalipsis (6, 16, y 17). Describe el terrible desquiciamiento del mundo y refiere la exclamación «Escondednos de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque llegado es el día de la cólera de ambos»
En el canto Libera, dice:
Líbrame, Señor, de la muerte eterna, en aquél día tremendo, cuando han de temblar los cielos y la tierra, cuando vendrás a juzgar al mundo con fuego.
Que hermosa es la misericordia de Dios, pero si sólo fuera misericordia, sería imperfecto. Por creer ēso, ha de ser que abusamos.
«el Señor castiga con ternura.»
No es toda la verdad, primero porque castiga con justicia (hecho, norma, equidad, sentencia, ejecución e indulgencia si es para bien del alma).
Luego miremos el Rae sobre ternura:
5. adj. Afectuoso, cariñoso y amable
Y luego miremos el castigo de Dios, como por ejemplo, sobre la Alemania nazi, y se verá que nunca jamás se puede decir que es tierno.
Además, hay pecadores graves de tal entidad, que decir qie Dios los castiga con ternura es un insulto a las victimas tratadas sin ternura.
Véase el grito de los justos degollados en el Apocalipsis, y la alegría por la destrucción del mal y sus agentes, más los castigos enviados por Dios.
Dios castiga con justicia, y en ella puede haber o no ternura, pero es falso que siempre castiga con ternura: castiga siempre con justicia y a veces con ternura.
Por eso pequen tranquilos. Pequen contentos. Dios castiga con ternura!
Con ternura.
y contesta a nuestras oraciones y además. seguro que no se enfadará si ponemos el Belén sin Pachamama.
Ay sí! Qué delicado el Diluvio…y lo de Sodoma y Gomorra parecen besitos! ¿ Y las 10 plagas de Egipto? Era un chiste de Dios…El Apocalipsis es un tierno libro!
Dejándonos de ironías ¿qué Biblia se ha leído este señor? …si es que alguna vez se ha leído una de verdad…y no las gay friendly que hay ahora…
Mariana: Eres de verdad una persona tóxica, venenosa y malévola además de estupida
A falta de argumentos, que requieren estudio, se acude al remedio fácil de insulto que lleva al infier.
Si pues, tú hablando de insultos, toda la vida te dedicas a insultar al Santo Padre, tú no sabes de argumentos solo de ofender nuestra fe.
Igor, ¿ofender nuestra fe?
Pero si ustedes están diciéndo que el Papa Pio XII guardó silencio delante de Hitler y éso es una gran mentira,
No juzgan con la misma vara, pareciera que la Iglesia nació con la presencia del Papa Francisco, todo lo pasado no
cuenta, o sirve para burla.
Tenemos que actuar de otra forma o vamos a ser nosotros mismos los que acabemos con todo, no Marx ni los de fuera, Además tu eres muy ofensivo con Mariela, y yo te escandalizo,
?, Mmmm
Nunca un insulto de Belzunegui al Santo Padre, en general, elogios y respeto, en particular a su condición de gran teólogo.
No hay misericordia sin justicia.
Van juntas
Y no hay Justicia sin Misericordia.
El Señor usa de su misericordia, pero ¿con quiénes? Con los que le tem en. “Se levanta su bondad sobre los que lo tem en”, dice David; y añade: “Siente el Señor ternura por los que lo tem en” (Sal 103 [102], 11-13).
Pero los que le menos precian y abu san de su misericordia, para más ofen derle, estos tales que esperen el gol pe de su justicia. Y con razón; Dios perdona el pec ado, pero no puede perdonar la voluntad de pe car.
Gracias Adriana.
otra invención
No veo que tiene que ver aquí la Viuda de Naín si no sabemos si era justa o pecadora. Porque, aunque el Papa Francisco no los nombre, también existen los justos. Los Evangelios llaman justos a San José, Simeón y José de Arimatea y los Hechos de los Apóstoles al Centurión Cornelio.
El justo no es una persona que no peque, es una persona que está continuamente levantándose cuando cae y rectificando su camino.
El llamar pecador a todo quisque es la mejor manera de que nadie intente ser mejor ¿para qué si lo suyo no tiene remedio?
Completamente de acuerdo.
Te doy gracias Señor,porque no soy como ese publicano,yo cumplo tu ley,el diezmo y Santificó las fiestas.El pobre pecador que arrepentido no paraba de acusarse,y no se atrevía a alevantar la cabeza,regreso a casa justificado.No así el fariseo,que creyéndose justo,le recordaba a Dios,que no tenía nada por lo que pedir perdón.
La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud. Por eso, mucho peor que la hipocresía es , como hace Bergo, presentar el vicio como virtud y la virtud como vicio. Francis nos presenta la comunión en pecado mortal como virtud, la homosexualidad como virtud, la mafia migratoria como virtud y el catolicismo como vicio. Esta es la peor hipocresía, no la de aparentar lo que no se es, porque esa apariencia mantiene la virtud como virtud y el vicio como vicio, al revés que Francis, quien no quiere condenar el adulterio ni la homosexualidad, por lo que deja a esos pecadores en la miseria camino del infier no.