El Papa: «Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy»

"No se le conoce en los libros de historia, se le encuentra en la vida" Vatican Media
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El Papa celebro ayer en la Basílica de San Pedro la Vigilia Pascual. Les ofrecemos la homilía que dirigió a los presentes:

1. Las mujeres llevan los aromas a la tumba, pero temen que el viaje sea en balde, porque una gran piedra sella la entrada al sepulcro. El camino de aquellas mujeres es también nuestro camino; se asemeja al camino de la salvación que hemos recorrido esta noche. Da la impresión de que todo en él acabe estrellándose contra una piedra: la belleza de la creación contra el drama del pecado; la liberación de la esclavitud contra la infidelidad a la Alianza; las promesas de los profetas contra la triste indiferencia del pueblo. Ocurre lo mismo en la historia de la Iglesia y en la de cada uno de nosotros: parece que el camino que se recorre nunca llega a la meta. De esta manera se puede ir deslizando la idea de que la frustración de la esperanza es la oscura ley de la vida.

Hoy, sin embargo, descubrimos que nuestro camino no es en vano, que no termina delante de una piedra funeraria. Una frase sacude a las mujeres y cambia la historia: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lc 24,5); ¿por qué pensáis que todo es inútil, que nadie puede remover vuestras piedras? ¿Por qué os entregáis a la resignación o al fracaso? La Pascua, hermanos y hermanas, es la fiesta de la remoción de las piedras. Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la «piedra viva» (cf. 1 P 2,4): Jesús resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él, e incluso cuando nos desanimamos, cuando sentimos la tentación de juzgarlo todo en base a nuestros fracasos, Él viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones. Esta noche cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón. Preguntémonos, antes de nada: ¿cuál es la piedra que tengo que remover en mí, cómo se llama esta piedra?

A menudo la esperanza se ve obstaculizada por la piedra de la desconfianza. Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento. Piedra sobre piedra, construimos dentro de nosotros un monumento a la insatisfacción, el sepulcro de la esperanza. Quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma. Se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: todo termina allí, sin esperanza de salir con vida. Esta es, sin embargo, la pregunta hiriente de la Pascua: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos (cf. Mt 22,32). ¡No enterréis la esperanza!

Hay una segunda piedra que a menudo sella el corazón: la piedra del pecado. El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte. El pecado es buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿Por qué no te decides a dejar ese pecado que, como una piedra en la entrada del corazón, impide que la luz divina entre? ¿Por qué no pones a Jesús, luz verdadera (cf. Jn 1,9), por encima de los destellos brillantes del dinero, de la carrera, del orgullo y del placer? ¿Por qué no le dices a las vanidades mundanas que no vives para ellas, sino para el Señor de la vida?

2. Volvamos a las mujeres que van al sepulcro de Jesús. Ante la piedra removida, se quedan asombradas; viendo a los ángeles, dice el Evangelio, quedaron «despavoridas» y con «las caras mirando al suelo» (Lc 24,5). No tienen el valor de levantar la mirada. Y cuántas veces nos sucede también a nosotros: preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos. Es extraño: pero, ¿por qué lo hacemos? Porque a menudo, en la situación de clausura y de tristeza nosotros somos los protagonistas, porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor. Y sin embargo solo él eleva. Una poetisa escribió: «Ignoramos nuestra verdadera estatura, hasta que nos ponemos en pie» (E. Dickinson, We never know how high we are). El Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra; para las alturas de la vida, no para las bajezas de la muerte: ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?

Dios nos pide que miremos la vida como Él la mira, que siempre ve en cada uno de nosotros un núcleo de belleza imborrable. En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar. No tengas miedo, por tanto: el Señor ama tu vida, incluso cuando tienes miedo de mirarla y vivirla. En Pascua te muestra cuánto te ama: hasta el punto de atravesarla toda, de experimentar la angustia, el abandono, la muerte y los infiernos para salir victorioso y decirte: “No estás solo, confía en mí”. Jesús es un especialista en transformar nuestras muertes en vida, nuestros lutos en danzas (cf. Sal 30,12); con Él también nosotros podemos cumplir la Pascua, es decir el paso: el paso de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza. No nos quedemos mirando el suelo con miedo, miremos a Jesús resucitado: su mirada nos infunde esperanza, porque nos dice que siempre somos amados y que, a pesar de todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia. Esta es la certeza no negociable de la vida: su amor no cambia. Preguntémonos: en la vida, ¿hacia dónde miro? ¿Contemplo ambientes sepulcrales o busco al que Vive?

3. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Las mujeres escuchan la llamada de los ángeles, que añaden: «Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea» (Lc 24,6). Esas mujeres habían olvidado la esperanza porque no recordaban las palabras de Jesús, su llamada acaecida en Galilea. Perdida la memoria viva de Jesús, se quedan mirando el sepulcro. La fe necesita ir de nuevo a Galilea, reavivar el primer amor con Jesús, su llamada: recordarlo, es decir, literalmente volver a Él con el corazón. Es esencial volver a un amor vivo con el Señor, de lo contrario se tiene una fe de museo, no la fe de pascua. Pero Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy; no se le conoce en los libros de historia, se le encuentra en la vida. Recordemos hoy cuando Jesús nos llamó, cuando venció nuestra oscuridad, nuestra resistencia, nuestros pecados, cómo tocó nuestros corazones con su Palabra.

Hermanos y hermanas, volvamos a Galilea.

Las mujeres, recordando a Jesús, abandonan el sepulcro. La Pascua nos enseña que el creyente se detiene por poco tiempo en el cementerio, porque está llamado a caminar al encuentro del que Vive. Preguntémonos: en mi vida, ¿hacia dónde camino? A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas, que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude. Pero entonces no es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades. Y es siempre un buscar entre los muertos al que vive. Cuántas veces también, luego de habernos encontrado con el Señor, volvemos entre los muertos, vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e insatisfacciones, sin dejar que el Resucitado nos transforme. Queridos hermanos y hermanas, démosle al que Vive el lugar central en la vida. Pidamos la gracia de no dejarnos llevar por la corriente, por el mar de los problemas; de no ir a golpearnos con las piedras del pecado y los escollos de la desconfianza y el miedo. Busquémoslo a Él, dejémonos buscar por Él, busquémoslo a Él en todo y por encima de todo. Y con Él resurgiremos.

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Comentarios
11 comentarios en “El Papa: «Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy»
  1. Una persona divina, con dos naturalezas, humana y divina, pero estas precisiones se te escapan, voluntariamente. También quienes viven en el infierno viven, pero esa vida no me interesa. A mí me interesa el camino que lleva al cielo, pero tampoco quieres enseñarnos ese camino, no vaya a ser que acertemos.

  2. Su amor no cambia, pero, si rechazamos ese amor y no nos convertimos, nos vamos al infierno de cabeza, del que nunca hablas, pues nos quieres vender que todos vamos al cielo, una mentira colosal, la mayor demagogia de la historia.

  3. 1 Cor 14 «Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana nuestra fe.» Con todo respeto debería ser un mensaje de alegría infinita anunciar la resurrección, para qué se queda en el sepulcro (la psicología del sepulcro qué es ?, qué significa ?) cuando Cristo ya resucitó y no ayer. Millones de cristianos y católicos nos alegramos muchísimo de recordar y celebrar la resurrección ocurrida hace tanto tiempo y estamos agradecidos porque Dios envió a su Hijo a salvarnos, por qué enviar siempre mensajes de tristeza referidos al sepulcro. Les pregunto sinceramente ustedes dónde buscan a Cristo ?.

  4. LA MARIPOSA Y LA FLOR
    La mariposa y la flor Cierta vez, un hombre pidió a Dios una flor y una mariposa. Pero Dios le dio un cactus y una oruga. El hombre quedó triste, pues no entendió por qué su pedido llegó errado. Luego pensó: Con tanta gente que atender… y resolvió no cuestionar. Pasado algún tiempo, el hombre fue a verificar el pedido que dejó olvidado. Para su sorpresa, del espinoso y feo cactus había nacido la más bella de las flores. Y la horrible oruga se había transformado en una bellísima mariposa. Dios siempre hace lo correcto. Su camino es el mejor, aunque a nuestros ojos parezca que todo está errado. Si has pedido a Dios una cosa y has recibido otra, confía. Ten la seguridad de que Él siempre te proporcionará lo que necesitas en el momento adecuado. No siempre lo que deseas… es lo que necesitas. Como Él nunca falla en la entrega de sus pedidos, sigue adelante sin dudar ni murmurar… La espina de hoy… será la flor de mañana.

    Rezamos el Santo Rosario de cada día.

  5. A todos los comentaristas, FELICES PASCUAS, ¡CRISTO HA RESUCITADO!
    Solo Jesucristo ha venido del cementerio y ayer no hemos recordado a un difunto, sino, al autor de la VIDA y VIDA ETERNA.
    En Pascua nos alegramos porque Cristo no se ha quedado en el sepulcro, Cristo pertenece al mundo de los vivos, pertenece a nuestro mundo de los vivos. Sólo aquel que no cree en la Resurrección de Jesucristo, no le concierne.
    Jesucristo no ha resucitado para EL sólo encerrado en sí mismo. EL era uno con el Dios vivo.
    Con Su resurrección, Jesucristo ha inaugurado una nueva dimensión del ser, de la vida, en la que también ha sido entregada la materia, de una manera transformada, donde ha surgido un nuevo mundo.

  6. Análisis del Padrenuestro:
    Dios No digas Padre, si cada día no te portas como un hijo.
    No digas nuestro, si vives aislado en tu egoísmo. No digas que estás en el cielo, si sólo piensas en las cosas terrenas. No digas santificado sea tu nombre, si no lo honras. No digas venga a nosotros tu reino, si lo confundes con el éxito material. No digas hágase tu voluntad, si no la aceptas cuando es dolorosa. No digas danos hoy nuestro pan de cada día, si teniéndolo tú, no te preocupas por la gente sin vivienda, sin medios,….No digas perdona nuestras ofensas, si guardas rencor a tu hermano. No digas no nos dejes caer en la tentación, si tienes la intención de seguir pecando. No digas líbranos del mal, si no tomas parte activa contra el mal. No digas amén, si no has tomado en serio las palabras del Padre Nuestro.
    Padre: Si rezan, esta oración sin sentido de lo que hablan te pido los perdones porque no saben lo que dicen.

  7. Feliz Pascua de Resurrección!!
    Jesús es el Salvador del mundo, el vencedor de las tinieblas y de la muerte. El precio de nuestras almas es Su Sangre.
    No hay otro nombre por el que podamos ser salvados. NINGÚN OTRO

    1. Cristo ha resucitado!!!.En verdad ha resucitado!!!Feliz culpa que nos mereció tal Redentor!!!!Aleluya,Aleluya,
      Aleluya.Feliz Pascua a todos,desborde mis en alegría porque hemos sido rescatados del pecado y de la muerte.Cristo Vive y nos comunica su vida,exulte el orbe y cuánto lo llena porque El ha hecho nuevas todas las cosas.Bendito sea Dios por el Amor que nos tiene,que por nosotros,se enfrentó a la muerte,para llevarnos a la vida eterna.Gloria y Honor a
      ti JESUS!!!!

  8. Esos ornamentos tan horribles que usa el Papa deberian de decirle que use otros al menos sencillos como le gustan a el pero tiene variedad y usa esa misma casulla que es bien fea.

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