Sánchez Sorondo: las petroleras eligieron a Trump para frustrar el pacto climático

«Los ricos son responsables del aumento del calentamiento global y de la reducción de la diversidad», ha dicho en entrevista concedida al diario La Repubblica el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, consejero y amigo de Francisco.

«Hay presidentes de países que han sido elegidos con campañas electorales manipuladas por las petroleras a fin de que una vez en el poder callen sobre el clima», es la delirante conspiración que ha desvelado Sánchez Sorondo a un periodista de La Repubblica, el diario del amigo ateo del Papa, Eugenio Scalfari. Y, preguntado si se refería a Trump, ha asentido.

Incluso para quien haya seguido muy superficialmente, de pasada, la campaña electoral americana sin duda sabrá que los grandes medios no solo han sido feroces detractores de Trump, como un solo hombre, sino que han conseguido que no haya forma de hablar del presidente americano en ‘compañía educada’ sin decir y oír pestes de él. Dado que «los ricos» no son idiotas, es obvio que tienen un gran interés en poseer los principales medios de comunicación -como así es: miren el accionariado-, con lo que resulta doblemente extraña la teoría de la conspiración del arzobispo.

Ni siquiera son ya las petroleras las firmas de mayor capitalización del mundo, y muchas otras que las superan en poder económico se han mostrado más que entusiastas con la lucha contra el Cambio Climático.

Sánchez Sorondo, que en la entrevista define la falta de interés de los gobiernos frente al clima como un «suicidio colectivo» y anuncia entusiasta la buena nueva que abandera el Vaticano pidiendo una «conversión integral a la ecología», ya nos tiene acostumbrados a las declaraciones, digamos, sorprendentes, como cuando desplegó su entusiasmo hacia el régimen chino, del que dijo que era el más cercano a la Doctrina Social de la Iglesia.

No cabe duda de que el arzobispo arde en celo evangélico. Pero nos tememos que no del católico, sino del progresista. De hecho, solo las referencias al Papa nos ayudan a recordar que está hablando un pastor. El comentario de que «los ricos son responsables del calentamiento global y de la reducción de la biodiversidad», además de no significar demasiado -es la riqueza la que ha permitido a Occidente desplegar una conciencia ecológica-, delata un deseo de reavivar luchas de clase que parecían olvidadas.

Para la mayoría, Sánchez Sorondo aparece como caído del cielo, un prelado ultraprogresista más que nos impone Su Santidad, quien, después de todo, ya nos ha hecho tragar al difunto Danneels en la ‘loggia’, a Maradiaga, Kasper, Marx, Ezzatti, Ricca, Zanchetta, Barros y otros de ese cariz. Pero para los argentinos que saben de dónde viene, su deriva es una verdadera sorpresa.

Sánchez Sorondo es un apellido conocido allá en determinados ambientes, concretamente entre la ultraderecha nacionalista, de la que su padre, ferviente católico, fue líder destacado. El propio Marcelo prometía seguir, de forma más moderada, los pasos del padre en su carrera sacerdotal, siendo un cura y luego un obispo conservador, si no tradicionalista.

Fue decano de la facultad de filosofía de la Pontificia Universidad Lateranense, donde destacó por su fidelidad al Magisterio y a la doctrina perenne de la Iglesia. Si en algo dio que hablar en esa época fue en su alianza con el cardenal Sandri en su oposición a las veleidades ‘renovadoras’ del entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge cardenal Bergoglio.

Pero en sus años de disputa en Argentina, Sánchez Sorondo había aprendido que, como Papa, había que escenificar la más cálida de las reconciliaciones, y así fue. Uno no quiere estar en el lado malo de la nueva misericordia, como bien saben quienes la han probado. Desde ese feliz día, Sánchez Sorondo ha sido uno de los más ardientes defensores de la ‘renovación’ anunciada por Francisco.