Müller, el Papa y el antecedente de Antioquía

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Para comprender el Manifiesto de la Fe del cardenal Müller y aún antes los Dubia, hay que volver a Antioquía cuando san Pablo tuvo una disputa con san Pedro sobre un tema vital para la comunidad cristiana. Nada que ver con la lectura «política» de los principales periódicos italianos, incluido el de la Cei.

(Riccardo Cascioli/NBQ)- Todos conocemos el famoso “incidente de Antioquía” en el que san Pablo tomó una clara posición en contra de san Pedro a propósito de las costumbres judías que el vicario de Cristo quería imponer a los gentiles. El mismo san Pablo lo cuenta en la Epístola a los Gálatas, afirmando que «me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión.» (Ga 2, 11). No era algo sin importancia porque, come dice siempre san Pablo, estaba en juego «la verdad del evangelio». Ni san Pablo se anduvo con paños calientes, ya que llegó a acusar a Pedro de ser un hipócrita.

Pensemos en cómo un vaticanista medio actual – de esos que acampaban en los principales periódicos laicos italianos – habría relatado este incidente: «Pablo ataca a Pedro» habría sido sin duda el título, y luego habrían seguido los comentarios en contra de Pablo que se atreve a poner en duda la autoridad del Papa. Y a continuación vendrían los análisis sobre la conspiración en contra de Pedro de la que Pablo formaría parte junto a los ricos capitalistas de Antioquía, que desconfiaban de un «pescador que olía a pescado». Y un gran espacio dedicado a Santiago, blanco de las pullas de Pablo, otra manera de deslegitimar a Pedro, del que Santiago es un estrecho colaborador. Así pues, para la opinión pública Pablo habría sido señalado como un enemigo del Papa, un apóstol que con su hostilidad habría trabajado para conseguir la dimisión de Pedro, puede que ambicionando su puesto.

Afortunadamente en esa época no había ni Repubblica ni Vatican Insider, e incluso a La Civiltà Cattolica le quedaba aún mucho por aparecer. Y de esta forma hemos aprendido que entre los discípulos de Jesús también puede haber enfrentamientos duros, pero siempre preocupándose por la verdad y no por sus posturas ideológicas. Asimismo se le pueden pedir cuentas al Papa por algunas decisiones suyas sin poner absolutamente en duda su legitimidad y su posición.

Y por eso es más que comprensible el malestar y el dolor de los cardenales que se preocupan por la unidad de la Iglesia, como Gerhard Müller y antes que él los cardenales de los Dubia – Caffarra, Meisner, Burke e Brandmüller –, cuando se les tacha de enemigos del Papa sólo por haber hecho algunas preguntas clarificadoras o por haber recordado la doctrina católica. Es decir, mucho menos de lo que hizo san Pablo. En este sentido es interesante observar que Vatican Insider en el título sobre el Manifiesto de la Fe del cardenal Müller afirma que este corrige «la doctrina del Papa», avalando la idea – desde luego no católica – de que es el Papa el que dicta la doctrina. A veces los títulos traicionan la ideología oculta de quienes controlan los medios de comunicación.

Afortunadamente en tiempos de los apóstoles tampoco existía Avvenire, porque si no, para no intranquilizar a los cristianos, la noticia habría sido que «Entre san Pablo y san Pedro se confirma la plena igualdad de puntos de vista». Sólo hay que ver los dos artículos dedicados al Manifiesto de la Fe del cardenal Müller: en el primero un vaticanista deduce que el Papa no tiene nada que ver puesto que ni se le menciona; en el segundo un profesor de teología fundamental nos explica que lo que escribe Müller es exactamente lo mismo que ha defendido siempre el papa Francisco. Y entonces el lector tendría toda la razón del mundo si se preguntara qué necesidad tenía el cardenal Müller de escribir el Manifiesto de la fe, pregunta a la que, por supuesto, Avvenire no contesta.

Ahora está claro que el problema de la creciente «confusión en la enseñanza de la fe», que hace de prólogo al documento de Müller, no se le puede imputar solamente al papa Francisco: es un proceso que viene de lejos y en este pontificado está dando unos frutos tan maduros como envenenados, pero afirmar que el cardenal Müller encara el problema del mismo modo que el Papa significa tomar a los lectores por tontos. Como «prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe 2012-2017» (es curioso que firme así y no ex prefecto o prefecto emérito) expresa con claridad y determinación el pensamiento de la Iglesia sobre los temas más controvertidos sobre los que el papa Francisco siempre ha evitado responder a quienes pedían dicha claridad (veánse los Dubia).

Por eso el llamamiento final se dirige sobre todo a los obispos y los sacerdotes para que se expongan y confirmen explícitamente la fidelidad a la doctrina de la Iglesia (no de uno u otro Papa): no es una llamada a la rebelión, sino a mantener a la Iglesia unida en torno a la verdad revelada por Jesús. Y es esta la mejor ayuda al Papa que se le puede dar en este momento.

Publicado por Riccardo Cascioli en la Nuova Bussola Quotidiana; traducido por Teresa Chaves para InfoVaticana.

 

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Comentarios
16 comentarios en “Müller, el Papa y el antecedente de Antioquía
  1. Tal vez el Papa lamente mucho, el no haber recibido a tiempo a los cuatro Cardenales, pienso que otra sería la historia, pues a raíz de éso, le aumentaron las críticas, y no es para menos, pues dos de ellos , se murieron sin lograr hablar con él, ahora varios prescinden de él, hay errores que nos acompañan el resto de nuestra vida. Ahora decir, que el blanco, es blanco, causa toda una polémica

  2. En el documento de Abu-Dabi (4 de febrero) la propuesta de relación de la Iglesia y la Fe católica con las otras religiones contradice la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, la cual deja claro que el respeto hacia ellas y la colaboración en algunos casos no exime a los católicos del continuo testimonio de Jesucristo «dando testimonio de la Fe y de la vida cristiana»(Nostra Aetate,» 2) cosa que en el documento fraternal no se cumple porque se ignora por completo a Jesucristo. Por eso la calamidad de la Iglesia actual NO VIENE DE LEJOS, SINO DEL MOMENTO PRESENTE y de un personaje concreto. La declaracion Nostra Aetate dice textualmente que «Es deber de la Iglesia en su predicación anunciar la Cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia» (Nostra Aetate, 4).
    Los equilibrismos en la denuncia de la apostasía actual solo pueden ser comprensibles por los problemas inmensos que acarrea señalar a la cúspide de la Iglesia…

    1. Entiendo Juanito sus argumentos y comparto su visión, excepto en citarles a los lefes-jorgistas el CV II para demostrarles que mienten o mejor dicho que repiten mecánicamente mentiras como robots sobre dicho concilio a fin de atenuar el desastre originario y original de este supuesto papado bergo gliano, poder negociar obispos y clausurar la competencia (Ecclesia Dei) como le pidieron a Papá Jorge Mario.

      Por más que les cite el CV II completo nunca no lo van a leer. En general no leen. Se regodean protestando y censurando y captando tontos útiles, gente de buena fe pero puestos en estado de indefensión y colocados así por la iglesia nuevo paradigma satánica. No es más que eso, bajo capa de autodenominarse los guardianes de la Tradición.

  3. La declaración de Abu Dabi, cuando dice que «Dios ha querido todas las religiones» es una declaracion heretica clarisima. Cuando un Papa cae en herejía, deja de ser Papa. ¿Van a hacer algo al respecto los cardenales? O están demasiado cómodos en sus poltronas?

  4. Tenéis la puñetera manía, de obligar,obligar a ir a misa,obligar a que vuestra religión es la única y las demás no valen nada, y yo os enseño a incentivar, a incentivar a la gente después de misa para que vaya la gente a misa,a que todas las religiones son validas y los cristianos proponemos la nuestra, de esta manera somos diferentes a todas las religiones, jesus enseño el perdón a pedro y yo os enseño a no obligar si no a incentivar.

  5. En el capítulo 2 de la carta a los Gálatas, cuenta San Pablo lo que se ha dado en llamar el incidente de Antioquía. Es bien conocido. San Pedro se dedicaba a disimular ante los judíos para que éstos no se enfadaran por las exigencias del cristianismo naciente. Vamos, que ya en aquella época el Vicario de Cristo tendía puentes y planteaba el discernimiento. Ahora hubiera dicho: Si un judío quiere ser judío y a la vez ser cristiano, pero su conciencia está tranquila, puede acercarse a la comunión. Seguramente algunos querrían haber redactado alguna nota 305 en el Concilio de Jerusalén. Pero san Pablo lo impidió. Le cantó las cuarenta en bastos al Papa Pedro y puso las cosas en su sitio.

    1. Nadie se escandalizó. No hubo ningún problema, porque San Pedro era humilde (de verdad, no de boquilla) y supo aceptar la reprimenda. No era un dictadorzuelo y sabía perfectamente que la Iglesia no era su finca particular, ni su rancho, ni su cortijo. Como San Pedro era realmente bueno (y no de boquilla), ni había sido elegido hombre del año por las revistas gays de Antioquía, ni era celebrado por la web corintodigital.com como pobre y humilde, supo aceptar lo que San Pablo exigía. Y menos mal, porque eso salvó a la Iglesia. Es que entonces había las dos cosas: un verdadero Vicario de Cristo preocupado por la fidelidad al mandato del Señor, y un verdadero Obispo que dijo lo que tenía que decir.

  6. Hace muchos años que el antecedente de Antioquía se viene invocando en la polémica y resistencia tradicional contra las innovaciones y reformas salidas del concilio Vaticano II. Pero entonces se despachaba por muchos, sin siquiera considerarlo lo más mínimo, con un simple manotazo: ¡siempre con el Papa! ¡más vale equivocarse con el Papa que acertar contra él! ¡soberbios, arrogantes, rebeldes!
    Hay cierta justicia poética en ver cómo aquellos mismos papólatras se ven hoy reducidos a invocar el antecedente de Antioquía. ¡Alabado sea Jesucristo!

  7. Cuando dejarán de publicar artículos y comentarios en ese idioma solo entendibles para ellos los gerarcas de las iglesias para tapar y confundir al pueblo de todos los atropellos que cometen cada día y lo confirman con algo que paso Miles de anos atrás como si tuvieran una grabadora.(y como dise el señor)

  8. Abu Dabi va todavía más allá de Nostra Aetate, como los actos escandalosos de Asís fueron más allá de Nostra Aetate. Habitual en las revoluciones, donde los hijos devoran a los padres. Vivimos una nueva fase de aceleración del mismo movimiento revolucionario. Por mucha «hermenéutica de la continuidad» que se alegue (sin probarla nunca), no hay continuidad entre Nostra Aetate y lo que la Iglesia enseñó y practicó hasta el Vaticano II exclusive: «Oremos también por los heréticos y cismáticos, para que Dios Nuestro Señor los saque de todos sus errores, y se digne volverlos al gremio de la Santa Madre Iglesia Católica … también por los incrédulos judíos, para que Dios Nuestro Señor quite el velo de sus corazones, a fin de que reconozcan con nosotros a Jesucristo Nuestro Señor … también por los paganos, para que Dios todopoderoso quite la maldad de sus corazones, a fin de que, abandonando sus ídolos, se conviertan al Dios vivo y verdadero …» (oraciones del Viernes Santo).

  9. Leí lo que redactó el cardenal y la verdad no veo nada diferente a lo que enseña el Papa. Éste artículo que relaciona lo escrito por el cardenal con la amonestación de la conducta de Pablo a Pedro es bastante diferente, (Pablo reto a Pedro por su conducta, no por la doctrina) y esto es lo que hacen los cardenales con el Papa. Ahora deberían ser más específicos y decir en esto y en esto dice estar en contra de lo que enseña el Papa, el cardenal, pero es bastante difícil ya que eso no dice hay. Ahora que ciertas personas siguen dándole malas interpretaciones a amories leititia es otra cosa.

    1. ¡Malas interpretaciones de Amoris Laetitia! ¡Malas interpretaciones del concilio Vaticano II! Está visto que siempre puede echarse la culpa a las malas interpretaciones de los confusos y ambivalentes textos semimodernistas. A no ser que la confusión y la ambivalencia fueran deliberadas …

  10. Para usted, Lusifer, la única verdad católica que vale es la del papa de turno, hoy Francisco, y sus cardenales u obispos. Para usted, Lusifer, la revelación no terminó con la muerte del último de los apóstoles, como enseña la Iglesia, ni es desde entonces un depósito que los pastores deban transmitir intacto, como también enseña la Iglesia. Para usted lo que en cada momento dicen el papa de turno, hoy Francisco, y sus cardenales u obispo es el Don del Espíritu Santo. Lo que dijeron ayer ¡lo que el viento se llevó! Como en el BOE, la norma posterior deroga a la anterior. Pero ese actualismo o fetichismo o positivismo papolátrico no es doctrina católica.

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