La crisis de la Iglesia explicada en una sencilla homilía

Un sacerdote jesuita de la diócesis de San Petersburgo, Florida, explica qué hay detrás de los escándalos sexuales. Imagen de la basílica de San Pedro
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(P. Vicente Campuzano, S.J.)     El informe del fiscal y gran jurado de Pennsylvania sobre la conducta asquerosa de los obispos y curas sodomitas, junto con las revelaciones sobre el comportamiento homosexual del cardenal McCarrick, nos han golpeado.

Todo el mundo sabe que la raíz de los casos de abusos de menores y de jóvenes seminaristas es el vicio de la homosexualidad.  Más de ochenta por ciento de los casos de abuso de menores fueron hechos por curas homosexuales viciosos.  Y cien por ciento de los casos de abuso de seminaristas fueron hechos por degenerados homosexuales. No se puede mentir y decir que la homosexualidad no tiene nada que ver con el abuso.

Sabemos que tal perversión es condenada por la Biblia. Sabemos por la doctrina moral de la Iglesia que es intrínsecamente desordenada. Y además la ley canónica prohíbe la admisión al seminario de hombres con el vicio homosexual, y obispos son prohibidos de ordenar tales hombres viciosos. Se sigue, que un sacerdote con este vicio o ha mentido o ha tenido un superior o obispo que mintiese por él a la Iglesia.

Pues es difícil comprender cómo es posible tal infiltración de homosexuales viciosos en la Santa Madre Iglesia. Son curas falsos, lobos con piel de oveja.

Una teoría es que tal infiltración es el resultado de espías rusos.  La computadora de Hillary Clinton es poca cosa comparada a la infiltración de los comunistas en los seminarios. Hay pruebas documentales que indican que los comunistas infiltraron homosexuales en los seminarios en varias partes del mundo. No sé si esta teoría es verdad.

Una teoría mejor es que tal infiltración es el resultado de un ataque diabólico. Satanás quiere atacar a Cristo pero no puede. En consecuencia, ataca a los hombres, especialmente a los hombres de su Iglesia. El mal espíritu quiere hacer daño a lo que es más santo, a la Iglesia y sus sacramentos. La mafia de curas y obispos gays es un instrumento del demonio para atacar lo que es más santo.

El maligno enemigo trabaja fuerte contra los sacerdotes, obispos y seminaristas porque sabe que puede hacer mucho daño a la Iglesia, la esposa de Cristo. El mal espíritu quiere que los fieles pierdan confianza en el poder sobrenatural de los medios de salvación.  El enemigo quiere que no vayas a la misa, ni reces, ni que te confieses, ni que recibas la comunión.

San Ignacio, en sus reglas de discernimiento de los espíritus, dice que cuando sentimos la tentación del demonio debemos obrar diametralmente  opuesto a la tentación. Si Satanás nos tienta a no rezar debemos rezar más.  Si nos tienta a no confesarnos, debemos confesar con más frecuencia. Si nos tienta a no ir a la misa debemos ir más.

Todos nosotros debemos esforzarnos más en la oración y en las prácticas religiosas y no dejar espacio al mal espíritu. Debemos rezar mucho por los obispos y curas, para que pueden resistir al maligno enemigo y su instrumento – la mafia gay – que ha infiltrado en la Iglesia. Rezamos por los curas atrapados en este vicio, para que se arrepientan y no vayan al infierno. REZAMOS CON CONFIANZA PORQUE Cristo Reina, Cristo Vence. ¡VIVA CRISTO REY!

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