El martirio de Fernando Albán

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Santo Tomás de Aquino, al tratar el problema de la aparente incompatibilidad entre la existencia de Dios y la del mal, afirma que “esto pertenece a la bondad infinita de Dios, que permita que haya males y que de ellos obtenga bienes” (S. th. I q. 2, a. 3, ad 1m). De otra obra suya, el De Regno, podemos colegir cuál es el bien que saca Dios de las tiranías, cuando la república no puede matar o deponer al tirano y poner fin a su rebelión contra el orden divino. Ese bien no es otro que la paciencia de los santos (cfr. I, cap. 7).

Acabamos de ver un ejemplo en Venezuela. Fernando Albán es el hombre justo, el cristiano fiel, que puso todos los medios a su alcance, como hombre público también, como Concejal, para detener la corrupción espiritual del pueblo y promover la luz de Cristo. Julio César Arreaza nos ha contado lo que la conspiración del silencio de la prensa internacional ha ocultado con diligencia: Albán fue asesinado por odio a la Fe[1]. Como nos relata este columnista, el 5 de febrero de este año 2018 el mártir comentó el capítulo 4 del Levítico en una reunión de la Asociación Proteología: la comunidad política y las instituciones públicas están obligadas a dar culto al Dios verdadero. Como el Concejal más votado del Municipio Libertador, se apresuró a hacerse cargo de la Comisión de Cultos, que nadie quería. Allí deshizo la propaganda santera que, muy a la cubana, había hecho su predecesora, apóstata del protestantismo. Promovió, en cambio, la colaboración de las religiones monoteístas y la piedad popular católica, sobre todo en torno a la Semana Santa. Animó a muchos a comprometerse en la actividad pastoral de sus parroquias, y él mismo fue un incansable predicador del Evangelio[1].

Fernando sabía que corría peligro y, por eso, había sacado a su mujer e hijos de Venezuela. Con todo, no se arredró, sino que continuó su labor de enviado de Dios. Cumplió así el verdadero sentido del sacerdocio común de los fieles que proclamó el Concilio Vaticano II: no consiste en reemplazar o suprimir la jerarquía establecida por Cristo, sino en ejercer la mediación entre Dios y los hombres según la gracia que cada uno ha recibido.

Albán reflexionaba con Arreaza de esta manera: “dentro de los males que padecemos, hay signos de Dios en medio de las tinieblas”. Así es, Fernando: tú has dado testimonio de santidad en medio de la tiranía más hórrida que jamás haya padecido Venezuela y una de las peores que haya padecido país alguno. Por esto, como nos enseñó el Maestro Imperecedero, Resucitado: tuyo “es el Reino de los Cielos”, porque has sido perseguido por su Nombre.

Ésta es la verdad en torno a la tortura sádica y la muerte de Fernando. Polibio, el gran fundador de la historia ecuménica, nos enseñaba que hay que esmerarse mucho para distinguir la causa del pretexto (Historias, Libro III, capítulo II). La causa de la muerte de Fernando Albán fue el odio a la Fe. Los comunistas y ateos en general caen de ordinario en las más abyectas supersticiones: sacrificios sangrientos de animales y aun de personas para atraerse “la suerte” o “el poder”; orgías indescriptibles con drogas, alcohol y animales también. La tiniebla de su alma no puede tolerar la luz que emana del alma de los fieles. “La luz [también hoy] luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la reciben” (Jn 1, 5). Llenos de rabia, con rechinar de dientes, se dicen quienes viven en la oscuridad: “pongamos lazos al justo, que nos es molesto y se opone a nuestro modo de obrar, pues nos echa en cara las infracciones de la Ley y nos reprocha las faltas de nuestra educación” (Sabiduría 2, 12). Ésta es la causa de la muerte de Fernando Albán. El pretexto es la pantomima de “atentado” que sufrió Nicolás Maduro el 4 de agosto.

El caso de Fernando es muy iluminador. Ahora el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, sostiene que el celular de Fernando Albán contenía videos que explican su suicidio[2], sugiriendo sin decirlo que se trata de videos pornográficos. Sus esbirros en las redes sociales han difundido la idea de que se trata efectivamente de videos de pornografía infantil u homosexuales[3]. En esto Saab sigue la estrategia que ha usado antes el gobierno totalitario venezolano, que en el año 2006 acusó al Sub-secretario de la Conferencia Episcopal de una conducta sexual desviada a la que atribuyó la causa de su muerte. Y en esto sigue la enseñanza de Joseph Göbbels, quien lanzó una campaña de acusaciones de abuso sexual infantil contra el clero católico, como respuesta a la encíclica papal Mit brennender Sorge, que condenó al nazismo. Y, en fin, Saab sencillamente aplica a Venezuela la estrategia que en el mundo entero han adoptado los enemigos de Cristo[4].

Está en curso una persecución global contra los cristianos. Está prohibido, eso sí, publicar en los medios de masas cualquier indicio de que existe esa persecución. Albán fue asesinado por la causa dicha, pero difícilmente la opinión pública internacional se ha enterado de ello. Cuando la Iglesia se libere de su actual opresión, la más diabólica que jamás haya sufrido, podremos ver a Albán en los altares, igual que a Carlos Sacheri. Mientras tanto, a Albán le importa bien poco lo que los revolucionarios hagan con su fama aquí en la tierra: él goza del Rostro de Dios. “A los ojos de los necios parecen haber muerto […] pero ellos están en paz”. La muerte de Albán, quizá causada por la cólera que produjo a sus verdugos la “obstinación en el bien” que la gracia divina trae al alma, es una advertencia para esos verdugos: “estimado, tú también vas a morir y, cuando eso ocurra, deberás dar cuenta al Justo Juez. Entonces comprenderás la paz del alma de Albán y el terror que anidaba en el fondo de tu corazón. Ese terror que quieres acallar matando a los justos. La realidad divina no cambiará porque cambies sus vestigios en la tierra. Nada más necio que el ateísmo positivo que profesas”[5].

Sí, Fernando Albán, un día oficialmente san Fernando Albán, tienes razón: “dentro de los males que padecemos, hay signos de Dios en medio de las tinieblas”. Tu vida y tu muerte son una luz que Dios ha hecho relampaguear en la tiniebla.

 

[1] Cfr. “Rasgos del mártir Fernando Albán”, El Nacional, 20 de octubre de 2018.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=iyDBq0pbzVI

[3] https://www.socialzon.me/videos/watch/YgY2rFS9pIE

[4] En los Estados Unidos, por ejemplo, el único lugar en el que hay más abuso sexual de menores que en las instituciones católicas es el de las instituciones no católicas. Con esto no deseo negar que una mafia homosexual ha asaltado la Iglesia ni que debamos rogar a Dios que nos libere de la misma. Las cartas de Viganò, las respuestas que han recibido, y las enseñanzas de Benedicto XVI no dejan lugar a dudas en este punto.

[5] Cfr. Karl Marx y Federico Engels, “Tesis sobre Feuerbach” en La ideología alemana.

[1] Son innumerables quienes dan testimonio de que Fernando era un hombre de Dios. Así lo hacen los obispos venezolanos, quienes añaden que era misericordioso con los pobres (https://www.mensaje.cl/venezuela-obispos-lamentan-el-fallecimiento-del-concejal-fernando-alban/); así lo hacen sus compañeros de partido (https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/fernando-alban-justicia-partido-concejal-venezolano-fallecido-asegura-asesinado-noticia-565774), sus compañeros en el Concejo y así lo hacen sus subordinados (https://maduradas.com/le-contamos-familiares-amigos-fernando-alban-descartan-teoria-del-suicidio-creyente-dios-convicciones-firmes/).

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Comentarios
1 comentarios en “El martirio de Fernando Albán
  1. Lenin en acción:
    Contra los cuerpos, la violencia; contra las almas, la mentira.
    Los matan y además los difaman. También pasaba en nuestra Guerra Civil. Colgaron prendas femeninas del balcón del palacio episcopal. Encontraban alijos de armas en los conventos, les habían disparado desde la torre del campanario, fueron los mismos católicos y curas los que prendieron fuego a los templos para desprestigiar a la República.
    Con George Haider, en Austria, hicieron lo mismo. Lo matan con un boquete en el techo del vehículo, a la altura del conductor, que sólo un misil pudo producir. Y dicen que iba a mucha velocidad, alcoholizado y después de estar en un club gay. Un hombre prudente, vehículo de mucha seguridad, abstemio, casado y con hijas.

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