El Papa: «El cuerpo humano no es un instrumento de placer»

El lujurioso es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción Vatican News
|

Lo dijo en la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro, donde el Santo Padre ha continuando el ciclo de catequesis sobre los mandamientos, esta vez desgranando el sexto mandamiento a la luz del pasaje bíblico “En Cristo encuentra su plenitud nuestra vocación esponsal” ( de la Carta de San Pablo a los  Efesios, 5, 25.28.31-32).

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy me gustaría completar la catequesis sobre la Sexta Palabra del Decálogo – «No cometerás adulterio»- destacando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia. Esto es muy importante. ¿Cómo se manifiesta el amor? Con la fidelidad, la acogida y la misericordia.

Sin embargo, no se debe olvidar que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial y, por lo tanto, es bueno reflexionar más profundamente sobre su significado conyugal. ¡Este pasaje de las Escrituras, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de ese tiempo, y decir que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Quizás, en aquel tiempo, es lo más revolucionario que se ha dicho sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandato de fidelidad, ¿a quién está destinado? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandato es para todos, es una paterna Palabra de Dios dirigida a cada hombre y mujer.

Recordemos que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de prestarlos, desde recibir la  vida hasta la capacidad de dar vida.

Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en las diversas situaciones de la vida como la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad. Por lo tanto, es una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y entablar una relación profunda con los demás.

¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del «yo» al «nosotros», del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso, es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa.

Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva y decir que toda vocación cristiana, en este sentido-, es conyugal. El sacerdocio  lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, – no, no sirven, mejor que se queden en casa-  sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. Así también, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación conyugal y fecunda de maternidad y la paternidad.

Repito: toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo, como nos ha recordado el pasaje de san Pablo leído al principio. Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a cada vocación, y entendemos el significado completo de la sexualidad.

La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!

Por lo tanto, la Palabra «No cometerás adulterio», aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada original, es decir, al amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y nos ha dado (cf. Rom 12: 1).

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Los animo a que, siguiendo el ejemplo de los santos, cuya solemnidad celebramos mañana, sean capaces de vivir su vocación con plenitud y fidelidad, en sintonía con ese amor nupcial que Jesucristo nos ha revelado y entregado como don. Muchas gracias.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
5 comentarios en “El Papa: «El cuerpo humano no es un instrumento de placer»
  1. El cuerpo no es un instrumento de placer cuando se hace un mal uso de ese placer, Santo Padre. No nos lo diga a las pobres ovejas, dígaselo a los pastores que falta les hace que se lo recuerden. Nosotros estamos saturados de tanta catequesis de pureza y moral. Recuérdeselo a los cardenales y sacerdotes pederastas. Pero recuérdeselo hasta la saciedad, a ver si se enmiendan de una santa vez.

  2. El cuerpo humano al que el Hálito de Dios dotó de alma inmortal es el instrumento para que consigamos la santidad si cumplimos Sus Mandamientos. Y, si es así, tal como dice el Credo, resucitará y de una vida perdurable en el cielo gozará, tal como nos dijo Jesús…

  3. Cuando uno es intelectualmente un zoquete, lo mejor es callarse la boca.
    Como casado, es una falta de respeto que un señor que vive encubriendo homosexuales infieles a su promesa de celibato, y abusadores sexuales seriales, se ponga a sanatear sobre la vida matrimonial.

    Para hacerse el estrecho, primero limpie su Curia de amorales e inmorales.

    Y por favor no hable sin pensar antes lo que dice, porque se le nota demasiado la indigencia de su discurso.
    Que alguien le explique a este Opa que el cuerpo humano es sujeto y objeto de placer.
    Dios lo dispuso así para asegurar la reproducción de la especie humana.

    Si le quedara alguna neurona sana, uno puede suponer que quiso decir » no es solo sujeto y objeto de placer».

    Pero no podermos pedir peras al Olmo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles