Así que dices que quieres una revolución…

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Hasta ahora nadie ha disputado de la entrevista a Scalfari lo que el propio periodista ha considerado lo bastante significativo como para dedicarle el titular, a saber: que al Papa le complace que le consideren «revolucionario».

El modo que tiene el Papa Francisco de ser el foco de noticias de infarto empieza a ser preocupante, y la Oficina de Prensa vaticana va camino de especializarse en desmentidos y correcciones más que en informaciones propias.

Pero si vivimos en la cultura de la inmediatez y nuestra capacidad de atención continuada es cada vez menor, de modo que el escándalo de hoy entierra y hace olvidar el de ayer, no es fácil que en esta última ocasión se vaya a dejar pasar el ‘affaire Scalfari’ -el segundo, recordemos- tan fácilmente.

De acuerdo, Scalfari, fundador del diario La Repubblica, es un conocido ateo y nonagenario, y parecería absurdo que un católico le creyera cuando afirma que el Papa le ha confesado dos herejías en una sola frase.

El problema es que el desmentido oficial no solo se ha demorado un tiempo insólito, sino que está redactado de forma tan buscadamente equívoca que no desmiente lo que a los fieles más nos interesa saber.

Para acabar de arreglarlo, el único que podría aclarar todo este desagradable asunto, devolver la paz de espíritu a los fieles y convencer a los infieles de que la Iglesia Católica no ha cambiado súbitamente su milenaria doctrina sobre los misterios de la vida más allá de la muerte, calla. Un silencio que pocos se explican, que duele.

Y eso es lo que ha venido a decir el Cardenal Burke, firmante de las Dubia sobre la exhortación ‘Amoris Laetitia’, reflejando el sentir de millones de católicos. Ha dicho que el caso «pasa de lo tolerable», pero nos tememos que no hay forma fácil de dejar de tolerarlo.

Todo el mundo conoce, a estas alturas, cómo cocer una rana viva.

No se la puede echar directamente en el agua hirviendo porque, al notarla tan caliente, dará un salto y escapará. En cambio, si se mete a la rana con el agua fría y a fuego lento, estará feliz, disfrutando de la agradable calidez, hasta que quede adormecida y cuando quiera darse cuenta sea ya demasiado tarde.

Digo que todo el mundo lo conoce porque es el método habitual, incontablemente repetido, por el que el poder logra hacernos comulgar con las ruedas de molino de su ingeniería social.

Lo alarmante, lo que nunca había esperado ver, es la sospecha creciente de que algo parecido pudiera estar sucediendo en el seno de la Iglesia.

Porque lo que nadie ha disputado hasta ahora de la entrevista de marras es lo que el propio periodista ha considerado lo bastante significativo como para dedicarle el titular, a saber: que al Papa le complace que le consideren «revolucionario».

El adjetivo se ha trivializado tanto que podemos oír en un anuncio achacar a un detergente ser una «revolución en la limpieza». Pero en su significado anterior, histórico, las revoluciones han sido cualquier cosa menos benéficas, especialmente para la Iglesia.

Un Papa no puede ser ‘revolucionario’, sino en un sentido tan vago y banal que es difícil creer que complazca a nadie que se lo llamen.

Un Papa no puede ser ‘revolucionario’ porque no es el CEO de una empresa, que pueda decidir cambiar bruscamente de rumbo y fabricar zapatos en vez de sillines de bicicletas, ni un líder militar que pueda cambiar de bando.

No, el Papa no es el líder de la Iglesia en ese sentido humano, el sentido de alguien que decide los contenidos o el rumbo, que están trazados desde antiguo. Es, más que líder, custodio; más que definir verdades, debe conservarlas celosamente.

No puede actuar como si la Iglesia fuera un proyecto humano, reflejo de las opiniones o preferencias de quien en cada momento la guíe. No puede, en fin, comandar una revolución auténtica y pretender que las verdades de fe son adaptables a lo que pueda halagar a la opinión en cada momento. Porque, de ser así, la primera doctrina de la que podríamos dudar muchos es la que nos obliga a respetarle y obedecerle.

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Comentarios
13 comentarios en “Así que dices que quieres una revolución…
  1. Se cree pòr encima de Jesucristo, de su santa Iglesia y hasta de la Trinidad Beatísima, pero tiene un grave problema : ¿ qué hace con el diablo una vez suprimido el infierno ? ¿ lo manda al paro ? ¿ no es aplicable también al diablo su tesis, que ni siquiera es suya, aniquilacionista ?

  2. En la entrevista a Eugenio Scalfari citada anteriormente, se habla, de manera complaciente, del Papa como un “revolucionario”. Pero el Oficio Petrino no tiene nada que ver, absolutamente nada, con la revolución. Al contrario, existe exclusivamente para preservar y difundir la fe católica inmutable que lleva las almas a la conversión de corazón, y a toda la humanidad a la unidad fundada en el orden inscrito por Dios en Su creación y, sobre todo, en el corazón del hombre, la única criatura hecha a imagen de Dios. Es el orden que Cristo ha restaurado para el Misterio Pascual, y que estamos celebrando en estos días. La gracia de la Redención que emana de Su Corazón traspasado glorioso en la Iglesia a los corazones de sus miembros, da la fuerza para vivir según este orden, es decir, en comunión con Dios y con el prójimo.
    Cardenal Burke.

  3. El Papa conserva y hace explicitar las verdades eternas del depósito de la fe. Ser revolucionario va contra el oficio petrino, pues implica romper las verdades de Dios e imponer las mentiras del demonio.

  4. Creo que el Papa Francisco se va terminar cocinando en su propia salsa. El Rey y Señor del mundo y de la Iglesia es nuestro Señor Jesucristo, le pese a quien le pese, y es quien tiene la última palabra.

  5. Para todo lo que le queda por hacer, se queda corto el término revolucionario. Le falta unificar a todas las religiones en una única mundial, le falta oficializar la inexistencia del infierno, admitir que Dios misericordioso tolera el pecado (sodomía, adulterio, pedofilia, etc). Le faltan mujeres sacerdotes, echar a todos los seguidores de Benedicto XVI, excomulgar a los disidentes, borrar la función de la Virgen y abrir las puertas al cumplimiento de la profecía de La Salette sobre el anticristo. Anda que no le queda nada, y todo ello con fama de santo y milagros.

  6. Mientras no haga todo lo anterior, no se muere Francisco, aunque se reponga de una supuesta muerte. O sea que puede trabajar muy rapido o hay Francisco para largo.

  7. Al principio de este catastrófico pontificado se achacaba a las malas interpretaciones de los periodistas las barbaridades que iba soltando el susodicho. Pero han sido tantas y tan seguidas y todas en el mismo sentido anti católico, que ya no cuela. Todo el mundo sabe que el papa no tiene la fe católica. Hasta sus mismos partidarios. Que muchos lo son precisamente por eso. Como dice Echenique, debería, por decoro, si lo tuviera, abandonar el puesto que ocupa. Y no lo hace. El quiere cambiar la Iglesia. La Iglesia de Jesucristo no le gusta. No le gustan sus dogmas de fe, como, por ejemplo, la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Y obra en consecuencia. No se arrodilla. Tampoco, a lo que se ve, la existencia del Infierno. Y ya lo va diciendo varias veces, pero de forma taimada, sin dar la cara. Tampoco le gusta la moral Cristiana. E intenta cambiarla. Los que le defienden no quieren ver estas cosas (los bien intencionados). O las ven y las aplauden (los mal intencionados).

  8. Ernesto Cardenal galardonado en España con el Premio Reina Sofía de Poesía en el año 2012 y que se define como cristiano y marxista (Religión Digital,»Francisco es un Papa revolucionario», 25/septiembre/2015), dónde también se cita a sí mismo: Yo tengo un verso que dice «comunismo o Reino de Dios en la tierra es lo mismo», cuando vino a recoger el referido premio manifestó: «Todavía queda hacer una gran revolución. Será una revolución mundial, que será una y es inevitable» y añadió «Otro mundo, otro dios (sic) otra iglesia es posible» (Religión Digital 15/noviembre/2012). Queda pues perfectamente claro como emplea este teólogo de la liberación el término revolución.

  9. Con todo respeto el origen de revolución reside en la palabra latina revolutum que puede traducirse como “dar vueltas”. Esa es una especialidad concreta del Personaje, va dando vueltas, mueve las aguas, pero no puede dominar la naturaleza y las aguas vuelven a aquietarse. Quién es el que aquieta las aguas ?. Cristo en el Mar de Galilea. Entre leer y tratar de entender y de profundizar la palabra de Dios y perder el tiempo con lo que diga tal o cual, parece como desproporcionado. Con la sola comparación de los textos bastaría. No nos dejes caer en la tentación de equivocarnos Señor.

  10. El problema es que este papa sí actúa como si la Iglesia sí fuera solamente un proyecto humano y, lo que es incluso peor, cómo si él fuera el dueño de la Iglesia y pudiera decidir quién vive y quién muere

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