El arzobispo, que no acepta los dogmas multiculturales, ha abundado en la necesidad de que los inmigrantes se integren verdaderamente en las sociedades que los acogen.
(Julio Llorente / La Gaceta)– Desde que la canciller Angela Merkel tomase en septiembre de 2015 la decisión de que Alemania acogiese a un millón de refugiados, la situación en ese país ha mutado drásticamente. No en vano, tal y como ha venido relatando La Gaceta, cada vez son más frecuentes – y más escalofriantes – los episodios de violencia, ya sea ésta de motivación sexual o religiosa. Tal es la inestabilidad e inseguridad actual que el partido con una postura más clara y contundente respecto a la inmigración islámica (Alternativa por Alemania) obtuvo en los pasados comicios un 12,3% de los votos (partiendo prácticamente de la nada).
En este contexto, el Gobierno germano ha emitido un informe en el que revela que más de cien cristianos padecieron – por motivo de su fe – algún tipo de violencia el pasado año 2017. Un informe sobre el que ha reflexionado el arzobispo Ludwig Schick, que se ha mostrado convencido de que ‘algunos solicitantes de asilo no comprenden o aceptan el orden liberal de nuestro país; incluso algunos de los que han llegado no son refugiados, sino terroristas’.
En este sentido, el prelado, que no acepta los dogmas multiculturales, ha abundado en la necesidad de que los inmigrantes se integren verdaderamente en las sociedades que los acogen: ‘No puedes llegar a nuestra sociedad si no aprecias nuestros valores (…) Todas las personas sensibles y bienintencionadas deben oponerse resueltamente a ésos que, con independencia de su religión o ideología, no respetan a otros seres humanos. ¡Nada funcionará si no establecemos estos límites!’.
La visión de este valiente arzobispo contrasta con la de otros purpurados que se han dedicado a cantar las bondades de la inmigración masiva. Es el caso del obispo de Colonia, Mons. Rainer Maria Woelki, que se ha mostrado proclive en ingentes ocasiones a que su país deje entrar a cuantas personas lo soliciten. De esta manera, el cardenal acostumbra a criticar cáusticamente a Alternativa por Alemania y se opuso en 2016 a la propuesta de prohibir las mezquitas en suelo alemán, arguyendo que éstas no son diferentes de las iglesias.
Las palabras de monseñor Negri
Las reflexiones de Mons. Ludwig Schick van en la misma línea que las del retirado arzobispo de Ferrara, Luigi Negri. No en vano, éste incidió, en una entrevista concedida al periódico italiano Libero el pasado mes de enero, en las perniciosas consecuencias que la inmigración masiva podría entrañar para la civilización occidental.
‘No podemos simplemente abrir la puerta, como si esto fuese una fiesta (…) Debemos subrayar los costes económicos, humanos y culturales de la inmigración’, aseveró Mons. Negri, convencido de que la UE no está llevando a cabo las políticas adecuadas a este respecto.
El arzobispo emérito de Ferrara también aprovechó para refutar esa común afirmación de que el católico debe respaldar los flujos migratorios masivos para cumplir el imperativo moral de la caridad y la misericordia: ‘Soy católico y, por tanto, creo en la necesidad de acoger la diversidad. Pero esto no puede ser algo desmedido, pues guiaría a la destrucción y el exterminio de nuestra sociedad’
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¡Dios mío, ven en auxilio de Tu Iglesia. Señor, date prisa en socorrerla!
No puede ser que un señor arzobispo no conozca el Plan Kalergi. Por qué nadie lo nombra?
Pues, si el refrán, con mucha razón dice :. A la tierra que fueres, has lo que vieres, el que llega, es el que se adapta
Cuando unos trabajadores extranjeros vienen a trabajar cumpliendo todos los trámites (como los emigrantes españoles, y entonces España no estaba en el Mercado Común Europeo, la Unión Europea no existiría hasta décadas después), se trata de inmigración, porque o tienen intención de volver a casa donde han dejado a su familia, o tienen la intención de integrarse, cosa fácil entre europeos. Cuando no pretenden cumplir las leyes inmigratorias, ni adaptarse, sino que se adapten las sociedades que los reciben, quieren recibir ayudas y cambiar esas sociedades, como dijo Gadafi y antes Huari Bumedián, se trata de invadir y conquistar Europa por medios demográficos.