‘Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer’

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Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se alejó con sus discípulos hacia el mar. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea y de Judea.

También de Jerusalén, de Idumea, de más allá del Jordán y de los alrededores de Tiro y de Sidón, vino hacia él una gran multitud al oír las cosas que hacía.

Y les dijo a sus discípulos que le tuviesen dispuesta una pequeña barca, por causa de la muchedumbre, para que no le aplastasen; porque sanaba a tantos, que todos los que tenían enfermedades se le echaban encima para tocarle.

Y los espíritus impuros, cuando lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban diciendo:

— ¡Tú eres el Hijo de Dios!

Y les ordenaba con mucha fuerza que no le descubriesen.

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