Cómo ha cambiado el cartel de Navidad de Comunión y Liberación

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El pasado 29 de noviembre, La Croce Quotidiano publicaba un artículo en el que, a raíz de la polémica por el cartel de Navidad de Comunión y Liberación, se analiza la confrontación que a menudo se produce entre católicos de distintas orientaciones políticas o culturales y se advierte de «un gran afán por colgarse la medalla de buen católico», mientras se acusa a los otros de ser «malas imitaciones» o «caricaturas extremistas».

A continuación, les ofrecemos el artículo publicado por La Croce Quotidiano:

(La Croce Quotidiano)-En la última escuela de comunidad, Julián Carrón ha presentado el cartel de Navidad de CL: se trata de una foto muy sugestiva, en blanco y negro, de una tienda en un campo de refugiados. Dentro vemos la mirada cansada de una mujer joven ante una lámpara de aceite, única luz en el anochecer.

La imagen evoca, claramente, el nacimiento de Jesús en la pobreza de un establo, con la clara intención de resaltar el paralelismo entre los pobres desamparados de hoy y la Sagrada Familia de entonces.

Al pie de la foto se lee: «Una historia particular es la clave de la concepción cristiana del hombre, de su moralidad en la relación con Dios, con la vida y con el mundo. Nosotros tenemos nuestra esperanza puesta en Cristo, en esa Presencia que, por muy distraídos y desmemoriados que estemos, ya no conseguimos eliminar de la tierra de nuestro corazón –por lo menos no completamente– gracias a la tradición mediante la cual ha llegado Él hasta nosotros» (Giussani).

A algunos no les ha gustado el cartel, en particular a Socci, que en la páginas de Libero ha tronado contra la ideología de la sustitución y «la insistencia obsesiva con la que el Papa Bergoglio vuelve a proponer, una y otra vez, a los migrantes (y la ecología), a todas horas, todos los días, para Navidad, la Asunción y Pascua», tiempos litúrgicos fuertes que deberían tratar el anuncio de Cristo, la vida eterna y la doctrina católica.

Y sigue: «Quien ha interpretado a la perfección el nuevo estilo bergogliano es el actual jefe de Comunión y Liberación, Julián Carrón, que ha tirado por la borda la enseñanza de don Giussani (y también a CL, reducida a su mínima expresión) lanzando, para Navidad 2017, un cartel en el que ya no hay Niño Jesús, sino un campo de refugiados. Artísticamente la foto es bonita, pero Jesús está totalmente ausente; representa, por lo tanto, la Navidad bergogliana, no la Navidad cristiana».

Es archiconocida la ojeriza que Socci tiene al Papa Francisco, al que a veces ni siquiera reconoce como pontífice, y la furia con la que tiende a etiquetar como bergoglianos, en sentido despreciativo, a todos los que no se oponen a las indicaciones papales. Sin embargo, su alegato contra la teología de los pobres que, en su opinión, es lo que representa el cartel es, creo yo, excesivo.

No soy teóloga y no me atrevo a proponer citas evangélicas o bíblicas tomadas de aquí o allá a través de una rápida búsqueda con CTRL+F, como suelen hacer los periodistas hoy en día cuando quieren manipular, en caso de necesidad, algún mensaje del gusto de la corriente dominante y atraer así a los católicos. No quiero en absoluto entrar en el mérito de la cuestión del significado que tienen los pobres para el catolicismo y qué lugar deben ocupar en el corazón de los fieles: son asuntos que cada uno deberá aclarar con su propio sacerdote de referencia y no, obviamente, leyendo los periódicos.

Me urge analizar la costumbre y el clima cultural que se respira, hoy en día, en Italia: en muchos lugares del Belpaese surgen microescándalos, con directores de colegios que requisan los símbolos religiosos de los edificios por pura prevención (como en Sicilia), sin que nadie haya pedido formalmente nada; con políticos que bendicen ellos solos las sedes de los partidos si no se presenta el párroco solicitado (ver el caso Fioroni), y que después despotrican contra el obispo porque no es suficientemente cristiano; con Renzi que habla, sin preaviso, desde el altar en Paestum; con revueltas de católicos en Módena porque el obispo ha decidido que no se deje hablar en las parroquias a personas que no están en línea con el magisterio; con la supresión de salidas escolares a exposiciones porque el tema es religioso (en Toscana), por temor a que algún no católico se ofenda, pero impartiendo, en cambio, meditación yoga en las clases sin haber pedido consentimiento previo.

En resumen, la religión es una cuestión candente, de la que todos quieren apropiarse, cada uno según su propio concepto, difundiendo la única clave de lectura justa del mundo y tachando al resto de herejía/fundamentalismo/ apostasía/laxismo, etcétera.

La dureza en el tono es un rasgo característico de esta confrontación entre muchos contendientes y, a veces, es inesperada, con toda seguridad injustificada, sobre todo cuando las posturas no están totalmente en las antípodas, como es el caso de católicos de distintas orientaciones políticas o culturales.

Hay un gran afán por colgarse la medalla de buen católico, de católico justo, el único que es DOC, mientras que todos los otros son malas imitaciones, o caricaturas extremistas. Asistimos al mismo choque frontal en relación a todos los temas tratados por el Papa Francisco: la misericordia fue objeto de rivalidad todo el año pasado, creando corrientes ficticias que se agredieron verbalmente de lo lindo. Ahora el ring está ocupado por la acogida a los migrantes, por lo que entre acusaciones de pauperismo e «immigrazia» [título de la última canción de Povia, acusado de xenófobo y que ha causado polémica en Italia, ndt] por una parte, y de racismo y egoísmo por la otra, nuevas fracturas dañan el ya frágil y atormentado mundo católico, que parece aumentar su incapacidad de encontrar la armonía o, por lo menos, la serenidad de afrontar estos temas importantes sin los prejuicios mentales ya consolidados.

Nos olvidamos que cada problema humano tiene dos puntos de vista, a la vez relacionados entre sí e independientes el uno del otro: la mirada individual sobre el hombre y el análisis global sobre los fenómenos masivos. Cuesta mucho dividir ambos niveles por la tendencia innata a la simplificación maniquea, por lo que únicamente queremos pegar una etiqueta bueno/malo en la frente de las personas o, incluso, de enteras categorías humanas.

CL es malo, los neocatecumenales son buenos (o viceversa); los inmigrantes son todos astutos o violadores o violentos, o son todos víctimas, buenos, inocentes; los pobres son ociosos haraganes o inocentes perseguidos.

En realidad, tampoco en cada hombre o mujer encontramos sólo el bien o sólo el mal; esta compleja conmixtión de grano y cizaña nos es profundamente connatural. Por lo tanto, pretender clasificar con una pincelada rápida estos movimientos masivos, de una época, transnacionales tan amplios como son los fenómenos migratorios, con todo lo que implican de esclavitud, explotación, motivación, sueños, objetivos lícitos e ilícitos, es paradójico.

Y si la instrumentalización que los políticos intentan hacer siempre de la religión, a veces utilizando algunos eslóganes, otras hostilizándola de manera arbitraria, es odiosa, esto es debido al hecho que los católicos ya no tienen el suficiente espesor teológico para neutralizar los golpes con un discernimiento activo y consciente. Estamos convencidos (o lo está quien intenta instrumentalizar) que los católicos son veletas flexibles, fáciles de embaucar con dos palabras dulces y alguna cita ad hoc. Por esto surgen cada día nuevos y valientes defensores de la fe, depositarios únicos y solitarios de la verdadera verdad, contra los famosos profetas de turno, ya sean estos obispos, sacerdotes, movimientos religiosos o incluso el Papa.

Al mismo tiempo, hay quien vive sometido psicológicamente a la corrección política y los nuevos mitos, de los que el ateísmo iconoclasta parece ser una manifestación primaria, como si se avergonzaran de los baluartes culturales que el cristianismo ha sabido construir a lo largo de los siglos mediante la acción libre y comprometida de sus seguidores: las majestuosas iglesias llenas de arte no han sido robadas a nadie, ni siquiera fueron construidas por ejércitos de esclavos del faraón, sino que son el resultado del trabajo artesanal y artístico de personas de los distintos oficios que recibían un salario; los millones de volúmenes de literatura y filosofía de inspiración cristiana no fueron el encargo de algún déspota con manías de absolutismo mediático; los cuadros, las esculturas, los bajorrelieves, las miniaturas; la propia idea de dignidad humana como bien supremo; todo esto es el fruto espontáneo de un cristianismo hecho de hombres orgullosos de pertenecer a una fe totalizadora, como es el mensaje de Cristo crucificado.

Ahora tenemos miedo de ostentar simbolismos que puedan ser tachados de tradicionalismo (¡nueva palabrota!), o estamos fascinados por el ansia de modernismo, lo que ocasiona que una cierta pastoral interprete la obligación de adaptarse a la realidad como una invitación a uniformarse con las modas. El cartel de CL parece ser, más bien, este intento patoso de llenar de nuevas imágenes el antiguo significado de la Navidad para, así, suscitar emociones frescas y atraer de nuevo la atención del hombre distraído, que ya no encuentra en la Navidad habitual, la del buey y el asno, un mensaje válido también para él. Lo que pasa es que cada instantánea contemporánea vuelve a suscitar el fastidio que ya acompaña nuestra lectura diaria de los periódicos, haciendo que se nos atragante la conmoción infantil ante el pesebre de Belén.

Si el esfuerzo modernista de CL no es el mejor, lo que es cierto es que la furia de Socci tampoco lo es. La tragedia es que «modernizar» tiene siempre la marcescente raíz de «modus», de donde procede «moda», algo de un instante que huye veloz entre dos no-entidades, mientras que el «nunc» del Evangelio –«Os ha nacido hoy…»– es el reflejo de la eternidad.

No hay nada que modernizar. Sólo hay que abrir los ojos: es Cristo el que reverbera en los refugiados, pero no se asciende a la estrella de los magos de la nada. Y perdónenme las citas que había declarado que no iba a hacer, pero no son mías. Las he tomado en préstamo de alguien que sabe mucho más que yo.

(Artículo publicado originalmente en La Croce Quotidiano. Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana)

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Comentarios
14 comentarios en “Cómo ha cambiado el cartel de Navidad de Comunión y Liberación
  1. «los inmigrantes son todos astutos o violadores o violentos, o son todos víctimas».Ciertamente, los asuntos humanos son complejos y el intento de reducir sus causas a una sola se llama ideología. No es mala la inmigración, pero tiene que ser regulada racionalmente con leyes justas. Que lleguen centenares de miles de personas del Tercer Mundo, traidas por mafias y ONG corruptas, es un desastre, desastre que el Papa Frncisco apoya un día sí y otro. El artrículo demuestra otra fuente de división en la Iglesia causada por las posiciones adoptados por el Papa Francisco, sin al parecer ningún análisis realist de la situación.

  2. El lugar de la inocencia, de la alegria y la belleza, de la Santidad, convertido en un lugar de protesta social y politica. !!! Hombres saquen sus sucias manos del Belen!!!!!!

  3. Me parece que la autora de este artículo peca del mismo mal que denuncia en otros: Se coloca como la única equilibrada y verdaderamente católica. Creo que Socci tiene en este caso mucha razón y que en Navidad festejamos el nacimiento de Jesús, Hijo de Dios y Verbo Encarnado. Su ausencia en cualquier Belén es injustificada y demuestra una visión no religiosa. Los católicos no nos oponemos a acoger a los emigrantes que lleguen por razones justificadas y por conducto legal, pero si a una invasión mahometana masiva, patrocinada por la secta mundialista.

  4. En cambio Lucia Scozzoli descalifica a unos y otros y se bendice a sí misma, pues se mantiene en el fiel de la balanza, pero la cuestión no es esa sino ¿ Se está o no vaciando el catolicismo actual de contenido ? ¿ Se está reduciendo o no el mensaje cristiano a ecologismo y migrantes ? ¿ Se están borrando o no los Novísimos del anuncio cristiano ? ¿ Lutero ha pasado o no de mayor hereje de la historia a modelo a seguir sin prejuicio alguno ? ¿ En Belén nació el hijo De Dios o tan sólo un emigrante ? ¿ El proselitismo es el mayor pecado contra el ecumenismo o es un mandato de Nuestro Señor Jesucristo ? ¿ Se puede o no comulgar en pecado mortal ? ¿ Se ha introducido o no el divorcio católico por la puerta de atrás ? ¿ Puede ser pontífice alguien que no sabe quien es para condenar la homosexualidad activa y así liberar al pecador ? ¿ El lobby gay se está o no apoderando de la Iglesia ? ¿ Va entrando o no la eutanasia en la Iglesia con permiso del pontífice ? ¡ Hay que pronunciarse !

  5. Comparto el artículo de Antonio Socci, muy crítico y con toda la razón, con CL, totalmente doblegada por la misericorditis, y con esta enfermedad aguda de la misericordia, sometida al pensamiento únicos y ansiosa de las cámaras televisivas. Otro tanto cabe decir del Opus Dei, enterrador de las tres campanadas , que aún suenan en los oídos de tantos, aunque no del prelado, que ha optado por silenciarlas y sólo hace referencia ya a los textos más aceptables por la mentalidad de la misericordias. https://www.antoniosocci.com/bergoglio-cl-lanticristo-solovev-alle-prese-la-cancellazione-gesu-guardare-presente-alla-luce-della-drammatica-profezia-giovanni-paolo-ii/#more-6676

  6. Francisco usa la dialéctica como buen marxista con máscara de católico. Yo también me enojo como se enoja Socci cuando se ofende el Santo Nombre del Señor y sus leyes santas. Porque primero están los derechos de Dios.
    Es más, estoy buscando adherentes católicos para que todos hagamos súplica ininterrumpida pidiendo al Señor nos envíe un Papa católico!!!

  7. Hermenegildo, ese sol no calienta nada; es una luna gélida. Se están congelando los movimientos y prelaturas que no guardan las debidas distancias.

  8. A lo mejor el buen católico es quien actúa según su conciencia y con una premisa principal: no hacer daño. El cartel puede ser algo secundario para el buen católico de verdad

  9. Cecilia: ¡Ojo! El buen católico no actúa «según su conciencia y para no hacer daño». El buen católico actúa siguiendo el ejemplo de Jesucristo que, además de ayudar y sanar, cuando hacía falta, también llamaba a algunos «raza de víboras» y se liaba a mamporros en el templo…
    Los que actúan «según su conciencia» corren serio peligro si su conciencia no está bien formada ni orientada. Cuidadito con el buenismo del «discernimiento» de espaldas a los mandamientos, porque es contrario al Evangelio.

  10. Discernimiento : palabra exhumada por los fariseos de la misericorditis que otorga el derecho a roce, a la confesión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda y a la comunión sacrílega. ¡ Lo más farisaico que ha inventado la misericorditis aguda !

  11. Querer refugiados para Europa es propio del Plan Kalergi y del Premio Carlomagno de Europa concedido al Papa actual. Los refugiados son agenda de la ONU. Un coladero para enturbiar la Europa blanca. Cada cual en su casa y Dios en la de todos.

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