‘Morente, como C. S. Lewis, se sentía cautivado por la Alegría’

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Transcurridos 75 años de la muerte de Manuel García Morente, en una entrevista con InfoVaticana, el sacerdote y doctor en filosofía José Mª Montiu de Nuix señala el amor, la belleza y la alegría como elementos significativos de la conversión del gran filósofo que logró un especial conocimiento interno y amoroso de Cristo.

El pasado 7 de diciembre se cumplieron 75 años del fallecimiento del gran filósofo español Manuel García Morente. Ante esta efeméride de gran importancia para el pensamiento español, José Mª Montiu de Nuix, sacerdote y doctor en filosofía, analiza en una entrevista con InfoVaticana la figura de García Morente, su importancia en la historia de la filosofía española, la relevancia de su pensamiento para el hombre de hoy y su impresionante conversión, el Hecho extraordinario del cual estamos en su ochenta aniversario.

Morente es conocido como un gran filósofo. Tal vez no es tan conocido por la ejemplaridad de su vida. Sabe de algunas importantes personalidades que han tratado sobre este aspecto.

Uno de los estudios más importantes y sobresalientes que he leído sobre don Manuel García Morente ha sido escrito por el gran intelectual don Manuel Guerra Gómez, precisamente en la web InfoVaticana, bajo el sugestivo título de “San Manuel García Morente”. Un escrito que muy encarecidamente recomiendo leer, pues hace mucho bien.

Del mismo autor es, así mismo, por ejemplo, la importante obra “Conversión y santidad de un intelectual español: Manuel García Morente”, publicada recientemente por Digital Reasons. Escritos como éstos, me llenan de felicidad.

Ayer mismo la web “catholic.net” publicó una importante entrevista que he hecho al Dr. Eudaldo Forment Giralt, y que mucho recomiendo leer, titulada “Actualidad de Manuel García Morente a los 75 años de su muerte”. El Dr. Forment, al final de la misma, decía: “Después de estudiar y pensar lo que fue la obra morentiana y conocer la vida de su autor, no me extrañaría que pronto fuera beatificado por la Iglesia, y fuera así actual por el culto, que se merecería entonces este laico ejemplar en todos los sentidos”.

Para darse cuenta de la importancia de esta última afirmación, conviene recordar que el Dr. Forment no es sólo un gran filósofo de reconocida fama internacional, que ha sido director mundial de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino,.., sino que, además, es uno de los grandes conocedores de la vida y obra de Manuel García Morente, al cual ha dedicado estudios muy importantes.

Comprenderá, pues, con qué alegría señalé, tanto en el tan reciente artículo “García Morente: filósofo, converso y persona buena”, en la web “religión en libertad”, como en mi comunicación en el Sexto Congreso Mundial de Metafísica (Salamanca 2015), como en mi ponencia en las XX Jornadas de Filosofía (Orihuela 2017), que personalidades tan destacadas como Eudaldo Forment Giralt, Manuel Guerra Gómez, Javier Paredes, Lydia Jiménez, así como los obispos Leopoldo Eijo y Garay y el Venerable José Mª García Lahiguera, han coincidido en destacar la grandísima ejemplaridad de D. Manuel García Morente.

Volviendo a uno de los aniversarios. La conversión de Morente ha tenido gran resonancia. Sé que lo ha estudiado detalladamente en su comunicación al Congreso tomista internacional (2003). ¿No le parece que esta conversión sigue impresionando?

El catolicismo tiene estas cosas, que al mismo se han convertido grandes personalidades de todo tipo de ideologías. Cristo ha triunfado magníficamente sobre todo pensar. Así, San Pablo, de perseguidor de la Iglesia a gran enamorado de Cristo. Morente, por su parte, antes de su conversión, creía que la fe era algo irracional, que la razón había de imponerse sobre la fe, que la razón era la madurez y que la fe era grandísima inmadurez, sentimiento, algo ya superado, ya anacrónico. Hasta después de los cincuenta años de edad no llegó a redescubrir la verdad de la fe cristiana, la verdad de la religión católica.

Impresiona ver a Morente pensando que Cristo es sólo un hombre, un muerto, algo así como un montón de huesos cadavéricos y un tanto descompuestos, y verle, poco después, toparse con la verdad. Morente se convirtió al considerar mentalmente, con la imaginación, a Cristo crucificado, vivo, subiendo hacia el cielo, abrazando a la
humanidad. Entonces la gracia penetró en su corazón, haciéndole descubrir la verdad de la divinidad de Cristo, dándole plena certeza en la verdad. El gran catedrático, el gran decano de la Universidad de Madrid del tiempo de la Segunda República, se quedó de piedra al contemplar la visita que poco después Cristo le hizo. “Allí estaba Él (Cristo)”, “quedé petrificado”, “agarrotado”, “como hipnotizado”. Lástima que tantos que desprecian a la religión se olviden de este tipo de conversiones.

Todo el mundo considera que Morente ha sido un gran filósofo. Pero, ¿ocupa el lugar que se merece en la historia de la filosofía?

Manuel García Morente ocupa un lugar destacado en todos los manuales serios de historia de la filosofía española. Nadie puede discutirlo. Todos los grandes filósofos españoles son muy conscientes de que forma parte necesaria e importante de la historia de la filosofía española. Morente, antes de su conversión, era muy célebre.

Sin embargo, dos cosas han contribuido a que no le sea reconocida toda su grandeza. Por una parte, Morente, que fue del grupo de don José Ortega y Gasset, del que fue considerado su mejor discípulo, se encontró que en un grupo sólo una persona es subrayada especialmente, la cual suele ser la que se considera como cabeza del mismo. Así, como ya señaló el Dr. Forment, Ortega eclipsó a Morente. Aunque Morente, en varios aspectos, superó a Ortega. Pero, especialmente, lo que perjudicó la fama de Morente fue su conversión al cristianismo, su posterior sacerdocio católico, su adhesión al realismo aristotélico y haberse convertido en seguidor de santo Tomás de Aquino. Eso, hubo muchos que no se lo perdonaron.

¿Pueden señalarse unas pocas ideas más capitales en el gran converso Morente?

Don Rafael Gambra, estudioso de Morente, muy acertadamente, ha destacado estas tres: Cristo, santo Tomás, España. Se trata de un tríptico a no olvidar.

Precisamente en la señalada entrevista, el Dr. Forment, decía: “destacar la importancia, especialmente en estos momentos que vive España, de su escrito Idea de la Hispanidad”. Este ensayo de Morente resulta “(…) Sólo comparable con lo que de este tema escribieron Jaime Balmes, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramiro de Maeztu. Es una acertada reflexión sobre España y las naciones evangelizadas por ella, que revela la esencia del hombre hispano. Recomiendo encarecidamente su lectura”. A estas palabras del Dr. Forment se podría añadir que resulta grandemente importante el extenso estudio que el mismo Dr. Forment hizo sobre este ensayo de Morente, el cual fue publicado como prólogo del libro la “Idea de la Hispanidad” (Ed. Homolegens).

Sobre santo Tomás destacar que Morente fue un verdadero tomista, entendiendo aquí “tomista” en sentido amplio. El mismo Dr. Forment en la citada entrevista decía: Morente “descubrió rápidamente los puntos nucleares de la filosofía de santo Tomás, y los expuso de manera modélica, como se puede comprobar en sus últimos artículos. Por
cierto, en ellos se advierte un modelo de lo que podríamos llamar ‘diálogo’ del tomismo con la filosofía contemporánea (…)”. El aspecto tomista de Morente resulta muy importante, pues, como señaló san Juan Pablo II, el Magno, el pensamiento de santo Tomás es “la síntesis más alta que el pensamiento haya alcanzado jamás”. El Doctor
Angélico “alcanzó cotas que la inteligencia humana jamás podría haber pensado”. El pensamiento del Doctor Humanitatis, “apóstol de la verdad”, tiene un “valor incomparable” y una “novedad perenne”. En palabras de Morente: “Santo Tomás es el filósofo más moderno de nuestra generación”.

Decir, pero, algo sobre el Cristo de Morente, nos llevaría bastante más tiempo.

¿Por qué no decir algo al respecto? ¿Quién fue Cristo para Morente?

Poco después de que Morente reconociera la divinidad de Cristo se encontró con la ya citada visita de Cristo, el Hecho extraordinario, del cual estamos en su ochenta aniversario. Esta fue una vivencia que marcó el resto de su vida. Es importante, pues, detenerse un poco en la misma.

Gracias a esta experiencia logró un especial conocimiento interno, amoroso, de Cristo, de Cristo tan cercano. La manera cómo entonces sintió a Cristo, cómo lo gustó, cómo Cristo formó parte de su vida, cómo vivió a Cristo en su vida, cómo se interrelacionó vivencialmente con Él, hace que Morente pueda responder no sólo a la pregunta ¿quién es Dios?, sino también, y de modo admirable, a la pregunta ¿Qué es Cristo para ti, en tu vida misma?

Podemos señalar en el Hecho extraordinario un tríptico. Esto es, tres elementos que resultan especialmente significativos: amor, belleza, alegría.

Morente entendía entonces a Jesús como Aquel que tanto le amaba. Sintió como iba nevándole, envolviéndole, de inmenso amor: Jesús me era “una caricia infinitamente suave (…) que me envolvía y me sustentaba en vilo, como la madre que tiene en sus brazos al niño”. Así, deseó, al modo de S. Juan de la Cruz, estar siempre con Él: “hubiera deseado que todo aquello –Él allí- durara eternamente”.

Morente sentía a Cristo como Aquel que tanto le fascinaba. Como diría Platón, era un mar de belleza. O, mejor aún, algo sublime, inefable. Como para Adolf Reinach, era vivir en lo maravilloso. Morente, ante Cristo, quedó inmovilizado: “no me atrevía a moverme”. Santa Teresa de Jesús, decía: “no se querría bullir”, “no oír ni ver ni
entender sino aquello en que el alma entonces se ocupa, que es poder tratar con Dios a solas”, “(…) No quería sino amar”.

Morente, como C. S. Lewis, se sentía cautivado por la Alegría. Como diría Pascal, en “El memorial”: alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría. Morente concebía a Cristo como Quién le daba el máximo de gozo y de felicidad. Dirá: la presencia de Cristo “me inundaba de tal y tan íntimo gozo, que nada es comparable al deleite sobrehumano que yo sentía”. Santa Teresa, la grande, decía: “El amor de Jesús es sobre todos los deleites y sobre todos los contentos”, “deleite sobre deleite”.

Morente fue fiel a esta gracia recibida. A partir de entonces, tanto en su vida, como en su pensamiento, tendrá una estrella que le iluminará y le guiará en el sendero correcto, en medio de los bosques de este mundo. Este lucero es Jesús, Amor, Corazón Sagrado.

Ha hablado de correspondencia a esta gracia de amor. ¿Cómo fue esta correspondencia de amor de Morente?

Jesús, que se manifestó de modo tan misericordioso a Morente, tuvo un peso de amor en su alma, encontró ancho espacio en su corazón. Para Morente, sólo amor es respuesta válida a Jesús amante. Como para santa Faustina Kowalska, la gran apóstol del amor misericordioso: quién le conoce, le ama. Morente se entregó a Cristo, le dio
persona y voluntad: “de rodillas (…) ofreciéndome (…) a Nuestro Señor”, “entregando libremente toda mi voluntad en las manos llagadas de Nuestro Señor”. En sus notas íntimas, dirá: “Amar, amar, amar a Dios”, “te amo, te amo infinitamente”. “Cada vez que comulgo me entran ganas de morir”. Será sacerdote, en prenda de amor a Cristo. De
él, el Venerable José María García Lahiguera, Obispo, dirá: el sacerdote Morente “será siempre un enamorado de Cristo”.

El libro “Manuel García Morente. Vida y pensamiento”, que ha escrito, ha sido considerada por el Dr. Forment, así como por el Sr. Obispo Monseñor Jaime Traserra, “una obra de referencia imprescindible para los estudios del pensamiento del doctor Manuel García Morente”. ¿Cree que Morente tiene mucho que aportar al hombre de hoy?

No tengo la menor duda al respecto. Desde que hice mi tesis doctoral sobre Morente, premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Barcelona, tesis dirigida por el gran estudioso Dr. Eudaldo Forment Giralt, he podido profundizar en la vida y obra de Morente y admirarme tantas veces de la grandeza y de la honda significación del mismo.

Esta entrevista se va ya haciendo muy larga. Vayamos terminando, pues. Dejando su mente de matemático y sus estudios doctorales metafísicos de Morente, interesaría ahora, si posible, algo más pastoral, útil al espíritu, que como sacerdote o postulador de las causas de los santos, pudiera decirnos, o bien de Morente, o bien más allá de Morente.

Bien, haré lo posible para satisfacerle. Para la persona humana lo especialmente importante, es esto: ¿quién es Jesús para tí? Ello, no sólo a nivel abstracto, sino también al nivel de tu vida, de tu corazón. La vida de Morente nos puede ayudar a ello, pues el adorable redentor a él le dio mucho.

A Morente le dio lo que nadie podía darle. Lo levantó a cumbres altísimas, antes inasequibles, inimaginables. Le mostró horizontes estupendos, altísimos, magníficos. Lo elevó hasta los maravillosos caminos del amor divino. Como diría la mística carmelita santa Maravillas de Jesús, le ha hecho experimentar el cielo en la tierra. Morente ha quedado prendado del divino salvador, maravilla sobre toda maravilla, bien sobre todo bien, Bondad tan buena, Belleza infinita. Ha reconocido en Cristo a Quién es el deseo de su alma y su felicidad. Como diría san Pablo, Cristo le ha sido vía hacia lo que es más grande que todo lo concebible, imaginable y deseable por el alma finita, el cielo.

En definitiva, si la doctora de la Iglesia santa Teresa de Lisieux decía que ella en la Iglesia sería el amor, puede decirse que Morente, ser para Dios, ha encontrado, en Jesús, a la Persona, concreta, viva, cercana, misericordiosa, que es su Corazón y su gran Amor. Ésta es la gran lección del gran intelectual Morente. Más aún, ésta es la
hermosísima poesía que la infinita sabiduría divina nos ha dado a través de él. Pues, como diría san Josemaría Escrivá de Balaguer, siempre el divino Maestro sabe más.

Con esto no estoy dejando de lado al filósofo Morente. Pues, reconozco, como dijo el gran filósofo don Antonio Millán Puelles, que Manuel García Morente fue “uno de los pensadores españoles más insignes y representativos de la primera mitad del siglo XX”. “(…) Morente es todo un símbolo, intelectual y personal, de un tiempo (…)”. “Morente fue nada más y nada menos que un filósofo, y lo siguió siendo después de su conversión, pero a partir de ésta fue un auténtico filósofo creyente que, sin confundir la filosofía con la fe, supo mantenerse en un vital e íntimo contacto con las verdades de la Revelación”. Como dijo Julián Marías, en su libro La filosofía actual, Manuel García Morente se halla entre “lo más granado que la filosofía ha producido en España en este tiempo”.

Repito, con ello no estoy ladeando al filósofo Morente, sino que simplemente estoy poniendo de relieve algo que es de sentido común. Esto es, lo que acto seguido se expone. Lo más relevante sobre él no puede ser que fue un gran filósofo y un estupendo profesor. Pues, como diría san Justino, el amor a Dios se encuentra por encima de toda
filosofía. O, como diría el gran santo Tomás de Aquino, todo es paja en comparación con la experiencia amorosa de Dios. De modo muy especial, en este purpúreo siglo de los mártires, mejor es tener un gran corazón que poseer una gran cabeza.

Finalmente, recomendar encarecidamente la lectura del relato autobiográfico, escrito por Morente, titulado “El Hecho extraordinario”, en el que se ve su evolución, conversión, acontecimiento o Hecho extraordinario,…, todo ello de modo muy existencial, muy vital, o muy vivido.

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Comentarios
3 comentarios en “‘Morente, como C. S. Lewis, se sentía cautivado por la Alegría’
  1. Gracias, Gaby, no sabes la alegría que me da este artículo. Lo he copiado

    Le debo a Gª Morente y a sus lecciones preliminares, mi aprobado ¡con nota! de la Hª de la Filosofía… después de dos trimestres suspensos. Compañeros míos siguieron mi camino y también lo aprobaron. Posteriormente me sirvió el Morente-Zaragüeta para preparar mis clases de filosofía con aquellos libros espantosos y presiones varias con los que tuve bregar.

    ¡Su análisis ontológico de la fe, me ha servido para toda mi vida!

    No había caído en la cuenta del poco tiempo que transcurrió entre su conversión y su muerte. ¡Cómo exprimió ese tiempo! Esas clases que impartió como reparación ¡qué amor y honradez la suya!

    Sería difícil encontrar ya a no ser en Iberlibro sus libros, pero merecería la pena que alguien lo hiciera.

    Saludos

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